Moda: refinamiento decimonónico
(Extraído de un texto de
Marelis Loreto Amoretti leído en el Magazine del 29 de julio de 2012)
El pintor español
Federico Madrazo retrató en 1853 a Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches,
que personifica a la perfección la distinción y la finura propias de esta época
del Romanticismo. Amalia de Llano y Dotres (1821-1874), dama burguesa
ennoblecida por la reina Isabel II, fue una destacada mujer de los círculos de
la cultura madrileña decimonónica que encarnaba a la perfección el prototipo de
la belleza femenina de esta época conocida como el Segundo Imperio. Se trata de
un periodo que se caracterizó por una sensibilidad grandilocuente. De acuerdo con
François Boucher, en Historia del traje
en Occidente, son los años del Romanticismo, de las fiestas imperiales como
"sinónimo de un tren de vida de esplendor excepcional y de un refinamiento
supremo en la elegancia femenina", cuya manifestación más significativa se
encuentra en la crinolina (una especie de falda amplia usada por las mujeres en esta época), símbolo de ostentación
y buen gusto. Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches, luce en el retrato
del pintor español Federico Madrazo los elementos que conforman el atuendo de
las damas aristocráticas del Segundo Imperio.
1. CAPOTA. Con este
nombre se conoce al sombrero que las damas utilizaban cuando lucían el peinado
jirafa, con copa que cubre el pelo recogido a la altura de la nuca, y un ala
que bordea el rostro. Se ataba con un lazo debajo de la barbilla. […] era un
complemento indispensable de la moda romántica. Estaba hecho con tela
endurecida y se adornaba con pluma, lazos y flores.
2. PEINADO JIRAFA. […]
el peinado de moda, raya en el medio, el cabello separado en tres parte iguales,
formando bolsas a cada lado de la sien, y otra encima de la nuca. Lleva una trenza
a modo de cintillo. Se le llama peinado jirafa porque recuerda los cuernos de
esto mamífero.
3. ROSTRO. Pieles de
porcelana, bocas redondas y con las líneas del labio superior muy marcadas, en
forma de corazón; tonos rosa en párpados y pómulos. El maquillaje del neorococó
antes que rebuscado es de muchísima simpleza. Es a mediados del XIX cuando el
ideal de belleza empieza a ser la juventud, lo cual explica su sencillez.
4. ESCOTE. Regresan los
escotes botes o con forma de barco, pero esta vez mucho más amplios y con un
entrante -en pico o redondeado- a la altura del pecho, haciendo la forma de un
corazón. […].
5. CORSÉ. Rápidamente,
deja de estar de moda el talle alto del estilo Imperio y se cotiza el talle de
avispa, para lo cual era necesaria una cintura muy ceñida, estrecha, el torso
alargado y que culmine en punta. Regresa el corsé de estilo muy similar al del
rococó.
6. MANGAS. […] unas
mangas diminutas y muy rizadas, que son características de los vestidos de
etiqueta. También se usaban, para el día, las mangas pagoda, ajustadas hasta eI
codo, para luego ensancharse con pliegues y bordados.
7. VESTIDO. Nunca como
ahora se usan tantas variedades de vestidos: de mañana, de tarde, de visita, de
noche, de etiqueta, de casa y de dormir. El […] de etiqueta, con faldas de
varias capas.
8. ABANICO. Fijo y de
plumas traídas de América, el abanico […] fue muy usado por las damas de las cortes europeas desde el siglo XVI. A mediados del XIX, las
damas de la burguesía lo usaban como parte del atuendo, dándoles un aire de
elegancia y delicadeza.
9. CALZA LARGA. Desde
principios de siglo se empiezan a usar pantalones largos hasta el tobillo como
ropa interior, pero sus usuarias más frecuentes eran prostitutas. No será hasta
1850 cuando estos pantalones empiecen a formar parte de los armarios de las damas
de la aristocracia.
10. CRINOLINA. También
llamada jaula, es un armazón hecho con alambre de acero flexible y recubierto
de tela que forma un círculo, como una campana. Junto con el corsé, daba a la
figura femenina la imagen de talle de avispa, estética ideal de la época. Su coste
era más bien económico, lo cual permitió que todas las damas la usaran.
11. REDINGOTE. Pariente
del sobretodo actual, es un traje de invierno, con corte de vestido, abierto en
el centro del delantero. Su nombre proviene del inglés, riding coat, abrigo para montar. Solía ir abrochado o enlazado
hasta la cintura, o cerrado, en forma de vestido.
12. CALZADO. A mediados
del siglo, las botas eran el calzado cotidiano de las mujeres. Solían ir hasta
media pierna o caña alta. A partir de la segunda década, vendrá con horma para
cada pie, lo que lo vuelve más cómodo.
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