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sábado, octubre 12

Un plan contra el paso del tiempo



(Un artículo de Marisol Guilasola en la revista Mujer de Hoy del 17 de marzo de 2012)

Superados cierta cantidad de cumpleaños, muchas se ponen ante el espejo... y el veredicto es demoledor: "¿Cuándo me han salido estas arrugas? ¿Cómo es posible que haya engordado tanto?", se preguntan. En busca de respuestas los expertos en envejecimiento nos animan a repasar nuestra dieta y estilo de vida. Porque si bien los años pasan para todas, una alimentación y unos hábitos inadecuados pueden acelerar el proceso.

"Sería fantástico que pudiéramos comprar la 'fuente de la juventud', pero es una utopía", señala la dra. Gema Frühbeck, presidenta electa de la Sociedad Europea para el Estudio de la Obesidad y directora del Laboratorio de Investigación Metabólica de la Clínica Universidad de Navarra. "Por mucho que lo anuncien los fabricantes de cosméticos, nutracéuticos y cosmocéuticos, no existe ninguna solución de laboratorio capaz de revertir el proceso natural del envejecimiento. Las operaciones de estética pueden mejorar el aspecto externo hasta cierto punto, pero no actúan a nivel interno. Solo las decisiones que tomamos acerca de nuestra dieta y nuestro estilo de vida pueden influir en ese proceso", explica. Como han comprobado decenas de estudios, si quieres conservarte joven externa e internamente durante el máximo tiempo posible, te conviene seguir unas pautas:

Evita la comida rápida

Multitud de estudios indican que una dieta de 'fast food' (rica en grasas saturadas y trans, azúcar y harinas refinadas) y un estilo de vida sedentario actúan conjuntamente para favorecer el exceso de grasa corporal y acelerar la aparición de enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento. "De por sí, ese exceso de grasa corporal, y más aún la que se acumula en torno a la cintura y el vientre, actúa como una 'factoría' productora de moléculas inflamatorias que acaban generando lo que se conoce como inflamación crónica de bajo grado", explica la dra. Gema Frühbeck. Ese tipo de inflamación silenciosa deteriora progresivamente nuestras células y tejidos, favoreciendo el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, la enfermedad cardiovascular, la artritis reumatoide, la enfermedad de Alzheimer… ¿Cómo prevenir ese tipo de inflamación? Pues con una dieta adecuada, rica en antioxidantes, fibra y otros nutrientes protectores.

Controla el estrés

El estrés crónico se asocia con altos niveles de sustancias inflamatorias y oxidativas. Por si eso fuera poco, las personas que lo padecen acaban teniendo arrugas características en el ceño y las mejillas que otorgan a su expresión un gesto de todo menos juvenil. La buena noticia es que si aprendemos a relajar los músculos podemos reducir los niveles de estrés. Meditación, yoga, respiración profunda y controlada, pensamientos positivos, vida al aire libre, actividades de ocio saludables y una extensa red de relaciones sociales han demostrado ser de ayuda frente a él.

Duerme lo suficiente

Nada hay que envejezca más que una noche en blanco. A la larga, ese déficit de descanso nocturno tiene consecuencias que van más allá de un aspecto cansado. "Dormir mal altera los ritmos circadianos (de 24 horas) del organismo y ese desajuste produce alteraciones en todo el cuerpo, incluida la presión arterial y el metabolismo", explica la especialista. En concreto, la falta de sueño afecta a los niveles de dos hormonas: la grelina (del apetito) y la leptina (de la saciedad). Pues bien, no dormir lo suficiente o tener un sueño de mala calidad aumenta los niveles de grelina (más ciente o tener un sueño de mala calidad aumenta los niveles de grelina (más apetito) y reduce los de leptina (menores niveles de saciedad), lo que da como resultado un aumento del peso y de grasa corporal. Una unidad del sueño puede ayudar a tratar problemas como la apnea del sueño o el síndrome de las piernas inquietas, que impiden un buen descanso nocturno y afectan al aspecto, el peso y a la salud general.

No fumes… o déjalo ya


Además de aumentar el riesgo de enfermedades respiratorias, cánceres como el de pulmón y de reducir la esperanza de vida, el humo del tabaco genera cambios bioquímicos en el organismo que aceleran nuestro envejecimiento. Una investigación reciente indica que una persona que fuma más de 10 cigarrillos al día durante 10 años tiene mayor riesgo de desarrollar arrugas profundas y una piel de aspecto 'curtido' y amarillento que una no fumadora. Otro estudio revela que los efectos del tabaco en la piel son observables al microscopio en personas de apenas 20 años de edad. Por suerte, esos signos cutáneos mejoran si esa persona deja de fumar, incluso aunque lleve años fumando.

Toma el sol (un rato)

Media hora diaria de exposición a los rayos solares (con protección en cara y manos, y sin protección en brazos y piernas) ayuda a mantener unos niveles adecuados de vitamina D. Además de reducir el riesgo de depresión y osteoporosis (necesitamos vitamina D para absorber el calcio que cosumimos en nuestra dieta), nuevas investigaciones asocian unos niveles adecuados de esta vitamina a menor riesgo de enfermedad cardiovascular (la primera causa de muerte entre las españolas), varios tipos de cáncer, y algunas enfermedades autoinmunes. Pasados esos 30 minutos diarios de exposición, evita ponerte directamente al sol y menos aún sin haberte echado antes tu crema solar. Recuerda que este producto debe tener un SFP de 15 o más y proteger tanto frente a los rayos UVA como UVB, para prevenir así el fotoenvejecimiento de tu dermis.

Come frugalmente

Comer menos de lo que haces normalmente puede reducir el impacto del paso de los años en tu organismo y hasta prolongar tu esperanza de vida. Estudios recientes han comprobado que las mujeres que mantienen un IMC de 18 kg/m2 (el límite bajo del 'normopeso') a lo largo de su vida tienen menor riesgo de enfermedad cardiovascular, hipertensión, diabetes tipo 2 y cálculos de vesícula que las que aumentan de peso al llegar a la mediana edad. Otros estudios asocian la restricción calórica con un menor riesgo de cáncer y Alzheimer.

LA RUTINA ANTIEDAD  
  • Levántate siempre a la misma hora y abre las ventanas para ver el sol. Toma un gran vaso de agua con un poco de limón.
  • Haz 5 min de ejercicio. Estimularás tu metabolismo,. 
  • Desayuna fruta, algo de proteína (yogur desnatado, huevo revuelto o pasado por agua…) y una ración de carbohidratos ricos en fibra (cereales o pan integrales).
  • Si te es posible, da un paseo antes de comer de 10 minutos. A media tarde da un paseo de media hora a paso ligero.
  • Después de cenar haz una pausa antiestrés, con meditación, ejercicios de respiración profunda, ejercicios de relajación… Una infusión de manzanilla, tila o melisa te ayudarán a conciliar el sueño. 
  • En el dormitorio, evita al máximo la luz y los sonidos.