Vía del sur y vía del norte
(La columna de Paulo Coelho en el XLSemanal del 28 de
noviembre de 2010)
La
siguiente historia la cuenta el sheikh
Qalandar Shah en su libro Asrar-Khilwatia
(Secretos de los solitarios):
En la
zona oriental de Armenia existía un pequeño pueblo con dos calles paralelas que
se llamaban, respectivamente, Vía del Sur y Vía del Norte. Un viajero, que
venía de muy lejos, paseó por la Vía del Sur, compró algunas cebollas para comer
y se dirigió hacia la Vía del Norte. En cuanto llegó allí, los comerciantes
notaron que sus ojos estaban llenos de lágrimas.
«Alguien
debe de haber fallecido», le dijo el carrocero al vendedor de tejidos.
«¡Mira
cómo llora este pobre extranjero, que acaba de llegar de allí!»
Un
niño escuchó el comentario y, como sabía que la muerte era algo muy triste, se
puso a llorar histéricamente. Al poco, todos los niños de esa calle estaban
llorando. El viajero, asustado, tiró las cebollas que estaba pelando para comer
y desapareció. Las madres, mientras tanto, preocupadas por el llanto de los
niños, enseguida quisieron saber lo que estaba ocurriendo y descubrieron que el
carnicero, el vendedor de tejidos y otros muchos comerciantes estaban a esas
alturas preocupadísimos con una tragedia que había ocurrido en la Vía del Sur.
Los
rumores comenzaron y, como la ciudad no tenía muchos habitantes, muy pronto
todos los que vivían en las dos calles acabaron sabiendo que había ocurrido
algo terrible. Los adultos empezaron a temer lo peor, pero, preocupados con la
dimensión de la tragedia, decidieron no preguntar nada, con la intención de no
empeorar aún más las cosas.
Un hombre
ciego, que vivía en la Vía del Sur y que no entendía lo que estaba ocurriendo,
decidió indagar: «¿Por qué hay tanta tristeza en esta ciudad, en la que siempre
reinó la felicidad?».
«Ha
ocurrido algo muy grave», respondió uno de los habitantes. «Los niños están
llorando, los hombres llevan el ceño fruncido, las madres les han ordenado a
sus hijos que vuelvan a casa y el único viajero que ha visitado esta ciudad en
los últimos años ha partido con los ojos llenos de lágrimas. Tal vez la peste
haya llegado a la otra calle.»
No
hizo falta mucho tiempo para que se extendiese el rumor de que una enfermedad
mortal, desconocida, había alcanzado la ciudad. En todo caso, como el lloro había
comenzado con la visita del viajero a la Vía del Sur, a los vecinos de la Vía del
Norte les quedó claro que la peste había comenzado allí. Antes del anochecer, los
habitantes de las dos calles ya habían abandonado sus casas y se dirigían hacia
las montañas del Este.
Hoy,
siglos después, el antiguo pueblecillo por el que pasó un viajero pelando cebollas
aún continúa desierto. No muy lejos de allí surgieron dos aldeas, llamadas Vía
del Este y Vía del Oeste. Sus habitantes, descendientes de los antiguos vecinos
del pequeño pueblo, aún no se hablan, ya que el tiempo y las leyendas se
encargaron de interponer una gran barrera de miedo entre ellos.
Comenta
el sheikh Qalandar Shah: «Yo siempre
puedo optar entre descubrir el origen de un problema o aumentarlo de manera que
termine sin saber dónde se originó, cuál es su verdadera dimensión, cómo puede afectar
a mi existencia o cómo es capaz de apartarme de las personas a las que antes
amaba».
Etiquetas: Cuentos y leyendas
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