Historias de The Bowery
(La columna de Isabel
Coixet en el suplemento dominical del Periódico de Aragón del 13 de octubre de
2013)
Esta calle donde hoy
florecen los hoteles boutique, las panaderías “orgánicas” (?), las tiendas de
jeans de 200 dólares y los restaurantes del infatigable Daniel Boulud, hace 30
años no era más que una avenida oscura y sucia donde se concentraba el mayor
número por metro cuadrado de borrachos en Nueva York. Había hoteles baratos
donde hasta cinco personas se turnaban para dormir en las habitaciones y los
colchones eran nidos de pulgas y chinches. En las aceras, cuando el viento
soplaba, se acumulaban las bolsas de papel de estraza con que se cubrían las
botellas de ginebra. En invierno, los borrachos morían a decenas, tendidos en
la nieve, agarrados a las botellas en las que el poco alcohol que quedaba era
lo único que no se había congelado. En uno de estos hoteles, Jack Kerouac besó
a un hombre por primera vez y JD Salinger perdió la virginidad. Faulkner se
emborrachó hasta acabar en el hospital en un bar hoy desaparecido donde también
estuvo Albert Camus y Dylan Thomas desafió a un grupo de poetas americanos a
beber absenta.
Por esta calle han
pasado escritores, músicos, cineastas. En la esquina con Bleecker, está todavía
la puerta del CBGB, quizás el club de música más famoso del mundo, donde habían
tocado desde los Sex Pistols a Jimi Hendrix, pasando por Leonard Cohen o Patti
Smith, que dio aquí el concierto de despedida del club. Entrar en el CBGB era
entrar en un santuario donde las paredes, ennegrecidas por el humo, conservaban
los ecos de las voces de tres generaciones de músicos.
Una de las historias más
asombrosas que ocurrieron aquí se remonta a mayo de 1849. El teatro The Bowery, también hoy desaparecido,
era prácticamente el hogar del actor americano Edwin Forrest, un héroe del
barrio. Muy cerca de este se erigía el teatro Astor Place Opera House (el
Public Theatre de hoy), donde actuaba el actor inglés William Mcready. Ambos
actores eran rivales y gozaban de fanáticos partidarios. Cuando ambos
coincidieron en el rol de Macbeth, algo de lo que todavía no se sabe lo suficiente,
ocurrió. Azuzados vilmente por el autor de novelas baratas Ned Buntline, que
alimentó los sentimientos antibritánicos de parte de la población y el miedo ya
incipiente a los emigrantes, partidarios de ambos actores se enfrentaron a
muerte en el Bowery. Y lo que empezó como una simple pelea entre amantes del
teatro se convirtió en los disturbios más sangrientos y absurdos que se
recuerdan en las calles de la ciudad.
Cuando los
manifestantes, además de tirarse ladrillos, botellas y palos entre ellos, la
emprendieron con la policía, esta disparó y mató a 22 personas, entre ellas un
niño de 8 años. Macready nunca más volvió a Estados Unidos y Forrest dejó de
actuar. No hay ninguna placa que conmemore la tragedia, pero en mayo, en los días
de lluvia, hay gente que afirma ver a un niño de 8 años con una gorra
ensangrentada corriendo calle abajo, en dirección a Canal Street.
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