Exploradores del Nilo: Stanley
(Leído en un suplemento
dominical de no sé qué periódico, no sé qué fecha y no sé de qué autor. Por no
saber, ni el título completo :-( )
Fue un gran explorador, aunque
fue también un despiadado, un mentiroso y un sádico. Cuando nació, en 1841 en
Gales, fue inscrito como "John Rowlands, bastardo", pasó la infancia
en un orfanato y a los 17 años emigró a Norteamérica para buscarse la vida. Se
nacionalizó estadounidense y se cambió el nombre por el de Henry Stanley, aunque
en África le conocían como Bula Matari (Destructor de Rocas). A él se debe la
solución del misterio de las fuentes del Nilo, que desentrañó en una larga
expedición que se prolongó entre 1874 Y 1877.
A Henry Stanley le
gustaba maquillar su pasado. Escribió varias autobiografías, pero en todas
mintió para quedar bien en la foto de la historia. Fantasías al margen, tuvo
una infancia de novela de Dickens, buscó oro en el Oeste y combatió en la guerra
civil de Estados Unidos. Regresó a Inglaterra con 21 años y se enroló en varios
barcos; en 1866 fracasó en su intento de dar la vuelta al mundo, pero consiguió
convertirse en periodista del New York
Herald, el diario que financió sus expediciones. Encontrar a Livingstone,
en 1872, le supuso la gloria, aunque no faltó quien criticara él maltrato que daba
a los nativos. "Stanley dispara a los negros como si fueran monos",
dijo otro explorador. En 1874 quiso regresar a África para explorar las fuentes
del Nilo y se llevó para ello un barco de 12 metros de eslora, desmontado en
piezas, que bautizó como Lady Alice, en
homenaje a una rica heredera de 17 años, Alice Pike, con quien se había
prometido. "¡África fatal!", escribió Stanley antes de partir.
"Uno tras otro tus exploradores caen en la brecha (...) Pero no importa, ¡yo
lo intentaré! Además, hay algo que me estimula. Mi relato del encuentro con
Livingstone ha sido puesto en duda. Lo que he sufrido ya en la maldita África
nada cuenta en la estimación de los hombres. ¡Aquí tendré, pues, ocasión de
probar la veracidad de mis afirmaciones!
Stanley partía hacia África
con un doble objetivo: continuar lo que Livingstone dejó inacabado y
reivindicarse. Para ello contaba con la generosa financiación del Daily Telegraph, que en esta ocasión se sumó
a la del New York Herald. Gracias a
ambos diarios pudo montar en Zanzíbar la mayor caravana jamás vista, formada por
356 hombres y ocho toneladas de material. La expedición partió el 11 de
noviembre de 1874 e inició una larga marcha en la que tuvo que luchar contra el
calor, la dureza del terreno y los ataques. Cuando el 27 de febrero de 1875
alcanzó el lago Victoria, había recorrido 1.370 kilómetros en 103 días.
El empeño de StanIey era
dar la vuelta al lago para comprobar que las cascadas Ripon, descubiertas por
Speke en 1862, eran su único desagüe; para ello armó el Lady Alice e inició la circunnavegación el 8 de marzo. Al cabo de
tres semanas llegaba a las Ripon, y unos días después era recibido por el rey
de Buganda, Mutesa. Cuando el 31 de julio Stanley completó la vuelta al lago,
había recorrido 1.500 kilómetros en 51 días y había dejado claro que las Ripon eran
el único desagüe y que el río Kagera, que se perdía en las montañas de Ruanda, era
la principal entrada.
Actualmente el lago Victoria,
el mayor de África, baña tierras de Uganda, Tanzania y Kenia. Sus aguas, muy
contaminadas, son surcadas por numerosos ferris y barcas de pesca, mientras que
sus playas se llenan al atardecer de un ambiente festivo. Alrededor del lago se
extiende un paisaje genuinamente africano que va desde ciudades caóticas, en
las que viven unos tres millones de personas, hasta la sabana semidesértica y
bosques ecuatoriales en los que la niebla parece velar un mundo secreto en el
que viven gorilas y chimpancés.
Uno de los lugares más
interesantes cerca del lago -en Kampala, la capital de Uganda- es Kasubi Hill,
un recinto presidido por una inmensa cúpula de madera y paja, que es al mismo
tiempo palacio y mausoleo de los reyes de Buganda. En un lugar parecido, Speke
y Stanley fueron recibidos por el rey Mutesa, cuyo retrato, escoltado por
lanzas, figura en el espacia reservado a la familia real.
Cuando Mutesa recibió a
Speke, en 1862, su crueldad, era tal que cuando se coronó ordenó que quemaran
vivos a sus 60 hermanos, para evitar que conspiraran. En 1875, sin embargo,
cuando Stanley le visitó, el rey ya no cometía atrocidades y el explorador intentó
convertirlo, sin éxito, al cristianismo.
Tras explorar a fondo el
Victoria, Stanley quiso hacer lo mismo con el lago Tanganica. En junio de 1876,
en Ujiji (el lugar donde en 1881 se había encontrado con Livingstone) armó de
nuevo el Lady Alice para
circunnavegar el lago y comprobar que no desaguaba hacia el Nilo. Burton, por
tanto, había fallado en su intuición y Speke estaba en lo cierto al apuntar al Victoria
como fuente del gran río. Exploraciones más recientes, sin embargo, establecen que
si se remonta el río Kagera, la mayor entrada de agua del Victoria, la fuente
podría situarse en las montañas al norte del Tanganica, en tierras de Ruanda y
Burundi.
Stanley no se conformó
con explorar a fondo los dos grandes lagos de África Central, sino que siguió
la pista de Livingstone, fallecido en 1873 cuando exploraba el río Luababa, convencido
que se trataba del Nilo. La dura expedición por el Luababa forma parte de la
épica africana; las altas temperaturas, la malaria y la selva provocaron numerosas
bajas y, aunque Stanley pronto vio que aquel río que se desviaba hacia el oeste
no podía ser el Nilo, no renunció a seguirlo hasta la desembocadura.
Después de navegar
durante meses con el Lady Alice,
Stanley logró su objetivo, tras "haber atacado y destruido 28 pueblos importantes
y entre 60 y 80 aldeas, librado 32 combates en tierra y agua, afrontado 52 cataratas
y rápidos, abierto unos 56 kilómetros de senderos en la selva... y obtenido en
combate un botín de marfil por valor de más de 50.000 dólares".
Cuando la expedición llegó
a la desembocadura, el 12 de agosto de 1877, mil días después de salir de Zanzíbar,
se acabaron las penurias, aunque de los 356 hombres iniciales, sólo quedaban
114, habían perdido 13 canoas y hablan tenido que abandonar a Lady Alice. Pocos días después, Stanley
y su gente embarcaron con destino a Zanzíbar, donde desembarcaron a los porteadores
y donde Stanley se enteró de que su prometida, Alice, se había casado con otro.
En Londres, Stanley fue
recibido como un héroe. Su reputación, sin embargo, se vio empañada por sus
excesos, que se intensificarían cuando, en 1878, el rey Leopoldo II de Bélgica le
contrató para dirigir el brutal establecimiento de colonias en el Congo. Su última
misión en África fue la de rescatar a Emin Pasha, un físico alemán convertido
al islam que estaba cautivo en Sudán. Al regreso de esta expedición, Stanley se
convirtió en el primer hombre blanco que veía las míticas Montañas de la Luna.
Stanley murió en Londres
en 1904, tras ser investido caballero y ejercer durante unos años como
parlamentario. Unos años antes, en 1890, había publicado un libro sobre sus aventuras;
aquel mismo año, por cierto, Joseph Conrad viajaría al Congo, país que le inspiraría
una de las mejores novelas nunca escritas sobre África y los desmanes del
colonialismo: El corazón de las tinieblas.
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