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viernes, junio 6

Exploradores del Nilo: Stanley



(Leído en un suplemento dominical de no sé qué periódico, no sé qué fecha y no sé de qué autor. Por no saber, ni el título completo :-( )

Fue un gran explorador, aunque fue también un despiadado, un mentiroso y un sádico. Cuando nació, en 1841 en Gales, fue inscrito como "John Rowlands, bastardo", pasó la infancia en un orfanato y a los 17 años emigró a Norteamérica para buscarse la vida. Se nacionalizó estadounidense y se cambió el nombre por el de Henry Stanley, aunque en África le conocían como Bula Matari (Destructor de Rocas). A él se debe la solución del misterio de las fuentes del Nilo, que desentrañó en una larga expedición que se prolongó entre 1874 Y 1877.

A Henry Stanley le gustaba maquillar su pasado. Escribió varias autobiografías, pero en todas mintió para quedar bien en la foto de la historia. Fantasías al margen, tuvo una infancia de novela de Dickens, buscó oro en el Oeste y combatió en la guerra civil de Estados Unidos. Regresó a Inglaterra con 21 años y se enroló en varios barcos; en 1866 fracasó en su intento de dar la vuelta al mundo, pero consiguió convertirse en periodista del New York Herald, el diario que financió sus expediciones. Encontrar a Livingstone, en 1872, le supuso la gloria, aunque no faltó quien criticara él maltrato que daba a los nativos. "Stanley dispara a los negros como si fueran monos", dijo otro explorador. En 1874 quiso regresar a África para explorar las fuentes del Nilo y se llevó para ello un barco de 12 metros de eslora, desmontado en piezas, que bautizó como Lady Alice, en homenaje a una rica heredera de 17 años, Alice Pike, con quien se había prometido. "¡África fatal!", escribió Stanley antes de partir. "Uno tras otro tus exploradores caen en la brecha (...) Pero no importa, ¡yo lo intentaré! Además, hay algo que me estimula. Mi relato del encuentro con Livingstone ha sido puesto en duda. Lo que he sufrido ya en la maldita África nada cuenta en la estimación de los hombres. ¡Aquí tendré, pues, ocasión de probar la veracidad de mis afirmaciones!

Stanley partía hacia África con un doble objetivo: continuar lo que Livingstone dejó inacabado y reivindicarse. Para ello contaba con la generosa financiación del Daily Telegraph, que en esta ocasión se sumó a la del New York Herald. Gracias a ambos diarios pudo montar en Zanzíbar la mayor caravana jamás vista, formada por 356 hombres y ocho toneladas de material. La expedición partió el 11 de noviembre de 1874 e inició una larga marcha en la que tuvo que luchar contra el calor, la dureza del terreno y los ataques. Cuando el 27 de febrero de 1875 alcanzó el lago Victoria, había recorrido 1.370 kilómetros en 103 días.

El empeño de StanIey era dar la vuelta al lago para comprobar que las cascadas Ripon, descubiertas por Speke en 1862, eran su único desagüe; para ello armó el Lady Alice e inició la circunnavegación el 8 de marzo. Al cabo de tres semanas llegaba a las Ripon, y unos días después era recibido por el rey de Buganda, Mutesa. Cuando el 31 de julio Stanley completó la vuelta al lago, había recorrido 1.500 kilómetros en 51 días y había dejado claro que las Ripon eran el único desagüe y que el río Kagera, que se perdía en las montañas de Ruanda, era la principal entrada.

Actualmente el lago Victoria, el mayor de África, baña tierras de Uganda, Tanzania y Kenia. Sus aguas, muy contaminadas, son surcadas por numerosos ferris y barcas de pesca, mientras que sus playas se llenan al atardecer de un ambiente festivo. Alrededor del lago se extiende un paisaje genuinamente africano que va desde ciudades caóticas, en las que viven unos tres millones de personas, hasta la sabana semidesértica y bosques ecuatoriales en los que la niebla parece velar un mundo secreto en el que viven gorilas y chimpancés.

Uno de los lugares más interesantes cerca del lago -en Kampala, la capital de Uganda- es Kasubi Hill, un recinto presidido por una inmensa cúpula de madera y paja, que es al mismo tiempo palacio y mausoleo de los reyes de Buganda. En un lugar parecido, Speke y Stanley fueron recibidos por el rey Mutesa, cuyo retrato, escoltado por lanzas, figura en el espacia reservado a la familia real.

Cuando Mutesa recibió a Speke, en 1862, su crueldad, era tal que cuando se coronó ordenó que quemaran vivos a sus 60 hermanos, para evitar que conspiraran. En 1875, sin embargo, cuando Stanley le visitó, el rey ya no cometía atrocidades y el explorador intentó convertirlo, sin éxito, al cristianismo.

Tras explorar a fondo el Victoria, Stanley quiso hacer lo mismo con el lago Tanganica. En junio de 1876, en Ujiji (el lugar donde en 1881 se había encontrado con Livingstone) armó de nuevo el Lady Alice para circunnavegar el lago y comprobar que no desaguaba hacia el Nilo. Burton, por tanto, había fallado en su intuición y Speke estaba en lo cierto al apuntar al Victoria como fuente del gran río. Exploraciones más recientes, sin embargo, establecen que si se remonta el río Kagera, la mayor entrada de agua del Victoria, la fuente podría situarse en las montañas al norte del Tanganica, en tierras de Ruanda y Burundi.

Stanley no se conformó con explorar a fondo los dos grandes lagos de África Central, sino que siguió la pista de Livingstone, fallecido en 1873 cuando exploraba el río Luababa, convencido que se trataba del Nilo. La dura expedición por el Luababa forma parte de la épica africana; las altas temperaturas, la malaria y la selva provocaron numerosas bajas y, aunque Stanley pronto vio que aquel río que se desviaba hacia el oeste no podía ser el Nilo, no renunció a seguirlo hasta la desembocadura.

Después de navegar durante meses con el Lady Alice, Stanley logró su objetivo, tras "haber atacado y destruido 28 pueblos importantes y entre 60 y 80 aldeas, librado 32 combates en tierra y agua, afrontado 52 cataratas y rápidos, abierto unos 56 kilómetros de senderos en la selva... y obtenido en combate un botín de marfil por valor de más de 50.000 dólares".

Cuando la expedición llegó a la desembocadura, el 12 de agosto de 1877, mil días después de salir de Zanzíbar, se acabaron las penurias, aunque de los 356 hombres iniciales, sólo quedaban 114, habían perdido 13 canoas y hablan tenido que abandonar a Lady Alice. Pocos días después, Stanley y su gente embarcaron con destino a Zanzíbar, donde desembarcaron a los porteadores y donde Stanley se enteró de que su prometida, Alice, se había casado con otro.

En Londres, Stanley fue recibido como un héroe. Su reputación, sin embargo, se vio empañada por sus excesos, que se intensificarían cuando, en 1878, el rey Leopoldo II de Bélgica le contrató para dirigir el brutal establecimiento de colonias en el Congo. Su última misión en África fue la de rescatar a Emin Pasha, un físico alemán convertido al islam que estaba cautivo en Sudán. Al regreso de esta expedición, Stanley se convirtió en el primer hombre blanco que veía las míticas Montañas de la Luna.

Stanley murió en Londres en 1904, tras ser investido caballero y ejercer durante unos años como parlamentario. Unos años antes, en 1890, había publicado un libro sobre sus aventuras; aquel mismo año, por cierto, Joseph Conrad viajaría al Congo, país que le inspiraría una de las mejores novelas nunca escritas sobre África y los desmanes del colonialismo: El corazón de las tinieblas.