El Archivo General de Indias. La catedral de los navegantes
(Un texto de Carlos Manuel Sánchez en el XLSemanal del 7 de
abril de 2013)
Manuscritos de Cristóbal Colón, de Cortés y de Pizarro,
mapas del XVIII, rutas de barcos hundidos cargados de oro, plata y piedras
preciosas. En Sevilla se encuentra el sanctasanctórum de los navegantes; el
Archivo General de Indias: ocho kilómetros de estanterías con 43.000
archivadores que hacen las delicias de los historiadores... y de los cazadores
de tesoros.
Todo empezó con un cabreo. El rey Carlos III estaba molesto
con la leyenda negra sobre la conquista de América que los historiadores
ingleses estaban engordando y ordenó a su ministro de Indias, José de Gálvez,
que la contrarrestase. Había que reunir los documentos sobre la época. El
encargo recayó en el cosmógrafo Juan Bautista Muñoz, que los centralizó en un
solo archivo. Como el de Simancas se había quedado pequeño, se decidió
ubicarlos en Sevilla. El traslado de la primera remesa se hizo en una caravana
de 24 carros tirados por mulas. Veinte toneladas de papeles embalados en 257
cajones. Corría el año 1785.
Nacía así el Archivo General de Indias, donde fueron
llegando los fondos del Consejo de Indias, la Casa de la Contratación, los
virreinatos... Hoy es la fuente más exhaustiva e importante de la época
colonial. Entre sus joyas están las Capitulaciones de Santa Fe, que recogen los
acuerdos de 1492 entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón sobre la
expedición a las Indias por el mar hacia Occidente; el Tratado de Tordesillas
(1494), entre Isabel y Fernando, por un lado, y Juan II de Portugal, por otro,
que repartió las zonas de navegación y conquista del océano Atlántico y del
Nuevo Mundo; o el testamento redactado por Juan Sebastián Elcano en alta mar. Y
también cartas, contratos, diarios y apuntes de Colón, Núñez de Balboa,
Francisco Pizarro, Fernando de Magallanes y Hernán Cortés... Aquí también
duermen las listas de carga de todos los viajes marítimos entre España y sus
colonias. Sus fondos se reparten en 15 secciones: bulas de concesión de
patronatos, registros de navíos, contrataciones, consulados, jurisprudencia...
Los archivos empiezan siendo herramientas burocráticas de
gobierno y administración. Con el tiempo se convierten en memoria de una época
porque la burocracia posee esa cualidad perdurable de los huesos y los fósiles.
Y acaban siendo máquinas del tiempo, como los define el historiador Manuel
Romero Tallafigo. Prosa seca y prolija de notarios, contables y mercaderes que
nos permite viajar, en este caso, por tres siglos de historia, del sur de
Estados Unidos a Argentina, de Filipinas a Extremo Oriente. El lugar elegido
fue la Casa Lonja, un edificio renacentista, construido sobre planos de Juan de
Herrera, que estaba medio abandonado. Hubo incluso que desalojar a los okupas.
El arquitecto Lucas Cintora lo adaptó para su nuevo uso. Se trajo mármol de
Málaga para la escalinata y caoba de Cuba para las estanterías.
El edificio ha sobrevivido a los incendios, como el de 1982
sofocado por los conserjes o el de 1924. El fuego devoró entonces varios
legajos en la sección de Contaduría, donde aún huele a quemado. Los escritos
llegan por un túnel subterráneo a los puestos de trabajo de restauradores y
científicos. Pero los documentos ya no se guardan en las estanterías de caoba.
Se han trasladado a la Cilla del Cabildo. Armarios de acero protegen del fuego,
la luz y la humedad.
[…]
Es un lugar de peregrinación para historiadores, novelistas
y también para los cazatesoros, cada vez menos desde que España le ganó el
juicio a Odyssey y se quedó con el cargamento de La Mercedes. Hay documentados
1580 naufragios de la flota colonial. El valor de nuestros pecios ronda los
cien mil millones de euros... Una tentación. Pero cruzar los datos para
averiguar qué lista de carga corresponde a cada barco es una tarea laboriosa.
Hay que consultar 43.000 legajos, 80 millones de hojas, 8000 mapas, ocho
kilómetros lineales de estanterías...
Los piratas de Odyssey contrataron a tres investigadores,
entre ellos a Victoria Stapells. Y les pidieron que recopilasen información
para realizar documentales. Cuando Stapells se enteró de que su trabajo había
sido utilizado para otros fines, colaboró con la Guardia Civil. Su declaración
jurada fue un testimonio esencial para los abogados de España.
Y es que los archivos son usados por los cazatesoros, pero
también pueden ser su perdición. España recuperó las casi 600.000 monedas de La
Mercedes gracias a una rigurosa investigación documental, no solo en Sevilla...
Los archivos españoles son los grandes desconocidos de nuestro patrimonio, pese
a que están entre los mejores del mundo. Aportan al PIB 677 millones de euros.
Reciben cien millones de consultas a través de Internet y casi un millón in
situ. El Archivo de Indias fue pionero en la informatización de sus fondos. No
obstante, a los nativos digitales puede costarles entender que no todo está en
la nube... aún.
Un imán para los cazatesoros. El Archivo de Indias es la
fuente más exhaustiva y completa de la época colonial. Solo el Archivo Secreto
Vaticano tiene una aureola tan legendaria como este. Hablamos de 43.000
legajos, 80 millones de hojas, 8000 mapas, ocho kilómetros lineales de
estanterías... Su detallada información sobre los naufragios es un imán para
los cazatesoros.
Más de un 30 por ciento de los documentos presentan
problemas de legibilidad debido a su antigüedad y el deterioro natural. Por
eso, la labor de los restauradores ha discurrido paralela a la digitalización
de los fondos, iniciada en 1986 y que aún sigue. Esta no solo permite la
consulta on-line, sino que ha introducido técnicas para eliminar manchas,
tintas transparentadas o realzar otras desvaídas sin alterar los originales. La
digitalización permitió a su vez limitar el acceso a estas joyas sin mermar su
difusión.
Para saber más:
http://www.mcu.es/archivos/CE/ExpoVisitVirtual/visitas_WAI/fondos_indias.html.
Completa página web del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte sobre el
Archivo General de Indias.
Etiquetas: Culturilla general
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