Hércules y la decisión
(La columna de Paulo Coelho en el XLSemanal del 8 de
septiembre de 2013)
Todos nosotros ya hemos oído hablar de Hércules, el famoso héroe de la
antigua Grecia. El texto
siguiente es una adaptación hecha por el escritor americano James Baldwin sobre
uno de los episodios que marcó la juventud de aquel que, según la mitología,
realizaría doce trabajos en nombre de la justicia.
Hércules era todavía
joven e inexperto; tenía una larga vida frente a él, pero su corazón vivía
insatisfecho. Miraba a su alrededor y veía que la mayor parte de sus amigos
pasaban casi todo el tiempo divirtiéndose, bebiendo y saliendo con chicas,
mientras que él estaba obligado a trabajar de sol a sol para ayudar en el
sustento de su casa.
Cierta mañana, su
padrastro le pidió que fuera hasta una ciudad próxima para comprar levadura de
pan. Hércules obedeció, pero como era la primera vez que andaba por aquel
camino, al llegar a una encrucijada, no supo qué dirección tomar.
El camino de la
derecha era accidentado y lleno de piedras, carente de cualquier belleza
natural, pero Hércules notó que conducía hacia una hermosa cordillera de
montañas azules en el horizonte. El camino de la izquierda era ancho y llano;
estaba bordeado por un río de aguas claras, contorneaba una plantación de
árboles frutales y había pájaros cantando en toda su extensión. Sin embargo,
una bruma matinal no permitía ver adónde iba a dar.
Mientras el joven meditaba, procurando descubrir la mejor decisión para
cumplir la misión que se le había encomendado, notó que dos bellas mujeres se
aproximaban, cada una por un camino. La que venía por la vereda arbolada llegó primero, ya que el trayecto era
más fácil de recorrer. Hércules notó que tenía el rostro dorado por el sol; los
ojos, brillantes; y se dirigió a él con voz dulce y persuasiva:
- ¡Hola, muchacho de
inmensa fuerza y actitud correcta! dijo. Sígueme y te conduciré por lugares
amenos, donde no hay tormentas para castigar tu cuerpo ni problemas para
entristecer tu alma. Vivirás como tus amigos, en una ronda incesante de música
y alegría, y nada te faltará: ni el vino que refresca, ni las camas
confortables ni las más bellas mozas de la región. Ven conmigo y tu vida será
un sueño.
A esta altura, la otra
mujer que venía por el sendero de la montaña también había llegado a la encrucijada.
Y dijo a Hércules:
- No puedo prometerte
nada de eso. Todo lo que encontrarás en mi camino es aquello que puedas
conseguir con tu fuerza y tu voluntad. El sendero por donde te conduciré es
irregular y asustador, a veces con subidas muy inclinadas, a veces con valles
donde los rayos del sol nunca consiguen entrar. Los paisajes que verás pueden
ser majestuosos e imponentes, pero también solitarios y aterradores. Sin
embargo, este es el camino que conduce hasta las montañas azules de la fama y
de la conquista, que puedes ver a distancia. No puedes llegar a ellas sin
esfuerzo, y todo lo que desees debe ser fruto de tu trabajo. Si quieres comer,
tendrás que plantar. Si quisieras amor, es preciso amar. Si quisieras el Cielo,
debes ser digno de entrar por sus portones. Si quisieras ser recordado, debes
estar preparado para luchar cada minuto de tu vida.
- ¿Cómo te llamas? le
preguntó Hércules.
- Algunos me llaman
Trabajo respondió la mujer, pero otros me llaman Virtud, y yo prefiero este
último nombre. Hércules entonces se dirigió hacia la otra mujer.
- ¿Y cuál es tu
nombre?
- Algunos me llaman
Placer dijo la que venía del camino florido, pero prefiero ser llamada Suerte.
- Placer, yo no puedo
ver hasta dónde conduce el sendero para el cual me convidas comentó Hércules.
Por otro lado, la Virtud me muestra las montañas en el horizonte y dónde puedo
llegar con el resultado de mis esfuerzos.
Y tomando a la Virtud
de la mano, entró con ella en el camino que conducía hacia su propio destino.
Etiquetas: Cuentos y leyendas
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home