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domingo, mayo 17

Alimenta tu piel

(Un texto de Marisol Guisasola en la revista Mujer de Hoy del 1 de junio de 2013)

Lo que es bueno para la salud es bueno para la piel. Una piel luminosa y de aspecto sano es reflejo de un estilo de vida saludable. Una piel apagada y prematuramente envejecida suele ser signo de dietas desequilibradas, tabaquismo, déficit crónico de sueño y horarios desordenados. Evitar los hábitos tóxicos y seguir una dieta equilibrada, rica en nutrientes protectores, ayuda a devolverle esa luz y ese aspecto saludable tan atractivo. Pero además de actuar desde dentro, puedes mejorar la piel desde fuera, con productos cosméticos que llevan los nutrientes directamente a la zona que los necesita.

Desde dentro: aliados en la dieta

Los nutrientes no actúan en solitario, sino de forma sinérgica. Por eso se aconseja una dieta lo más variada posible, que incluya:

Frutas y verduras de colores intensos.
Se recomiendan especialmente las ricas en betacaroteno –que el organismo convierte en vitamina A– y las ricas en vitamina C. Ambas actúan como antioxidantes y ayudan a neutralizar el daño de los radicales libres, implicados en el envejecimiento celular.
Calabaza, zanahorias, espinacas, brécol, pimientos rojos y verdes, tomates, mango, naranjas, pomelo, melocotones, fresas, frambuesas... son ricos en vitaminas A y C y otros fitonutrientes protectores con los que actúan conjuntamente en beneficio de la piel y la salud general.

Minerales. El cobre de la dieta se alía con las vitaminas y el cinc para producir elastina, proteína que mantiene la flexibilidad cutánea. Potente antioxidante, el selenio presente en ciertos alimentos ayuda a combatir los signos del envejecimiento y mejorar la elasticidad. Por su parte, el silicio ayuda a mantener los tejidos conectivos y la salud cutánea; los alimentos ricos en cinc ayudan a prevenir el acné; y el calcio evita la sequedad y las arrugas. Para asegurarte estos minerales, incluye en tu dieta legumbres y cereales integrales, frutos y frutas secas, mariscos y pescados, huevos, lácteos y carnes magras.

Grasas saludables. Los alimentos ricos en vitamina E y en ácidos grasos esenciales omega 3 aseguran la integridad, elasticidad, suavidad y resistencia, te ayudan a disimular cicatrices y marcas.
La vitamina E está en el aceite de germen de trigo, aceitunas, almendras y avellanas, pipas de girasol... Los pescados azules, las semillas de lino y los frutos secos son fuentes de omega 3, así como ciertos productos enriquecidos (huevos, lácteos, jamón de york...).

Vitaminas del grupo B. Su déficit se asocia a dermatitis, piel seca y sin lustre, caída de cabello y uñas frágiles. Refuérzalos tomando huevos, alubias y lentejas, plátanos, carnes magras, hígado, cereales integrales, patatas, grelos, espinacas...


Desde fuera: cosméticos que nutren la piel

Incluso prestando atención a la alimentación, tu piel puede necesitar productos formulados con nutrientes que actúen localmente en esas patas de gallo, manchas de la edad y pequeñas arrugas. Han demostrado eficacia los productos con:

Vitamina A, para los signos de la edad.
 Los retinoides (forma de vitamina A) están presentes en muchos cosméticos y no sin razón. Al menos 700 estudios han comprobado su eficacia frente a las arrugas y manchas de la edad. El ácido retinoico actúa en plazos breves, pero debe ser utilizado bajo control médico (puede provocar irritaciones y descamación persistentes). El retinol y el retinaldehido son una alternativa más suave e igualmente eficaz, que además tiene menos efectos secundarios.
Para reducir el riesgo de irritaciones, aplícate primero el producto cada tres noches y, poco a poco, aumenta el número de días. Recuerda que una cantidad del tamaño de un guisante es suficiente para toda la cara.

Vitamina B3, para la hidratación y las rojeces. Las cremas y lociones con vitamina B3 (citada como niacinamida en las etiquetas) aumentan la producción de ceramidas y ácidos grasos en la piel, dos componentes de la capa cutánea externa que actúan como barrera contra las agresiones del entorno y ayudan a mantener la piel hidratada y lustrosa. Las cremas con B3 han demostrado eficacia en cutis secos y sensibles. Varios estudios indican que ayudan también a mejorar la rosácea y a disimular las manchas de la edad.
Aplícate el producto por la mañana y al volver a casa por la tarde. Utilizadas junto con productos con retinol (mézclalos en la palma de la mano), las cremas con niacinamida previenen irritaciones y tienen un efecto antienvejecimiento.

Vitamina C, antioxidante por excelencia.
Ayuda a neutralizar los radicales libres que dañan el colágeno y la elastina y que favorecen las arrugas y el descolgamiento. Además de aportar lustre y firmeza, estos cosméticos previenen los daños causados por los rayos UV y previenen las manchas de la edad. Aunque los retinoides y la vitamina C tienen beneficios parecidos, su empleo conjunto suele dar mejores resultados. Su efecto óptimo se logra con concentraciones de vitamina C del 5% o más.
Aplícate los productos con vitamina C por la mañana, antes de la crema solar. Se ha comprobado que la combinación de vitamina E y C ofrece cuatro veces más protección frente a los radicales libres que en solitario.

Vitamina E, para la piel seca y los daños del sol. Cada vez más presente en cremas solares, los expertos la llaman “la protectora” por su gran capacidad para neutralizar los radicales libres. Además de una potente acción antiinflamatoria, los productos cosméticos con vitamina E ayudan a mantener los hidratantes naturales de la piel y previenen la sequedad y la formación de arrugas.
Una mínima exposición a la luz UV puede destruir la mitad de la vitamina E presente en la piel, por eso conviene aplicarse cremas y lociones solares con vitamina E (y aún mejor, también con vitamina C, que asegura la eficacia del producto) antes de exponerse al sol.

Vitamina K: una mirada fresca y sin ojeras.
Las ojeras aparecen cuando los frágiles capilares, esos que están bajo la fina piel del párpado inferior, permiten que fluya sangre al exterior. La vitamina K puede contrarrestar ese efecto, controlando la coagulación. Según un estudio, el empleo diario de una crema con vitamina K y retinol mejoró las ojeras en semanas. Los expertos creen que el retinol fortalece la piel que rodea el ojo y potencia la capacidad de penetración de la vitamina K.
Aplícate el producto por las noches, primero cada dos o tres días, para ir habituando la piel al retinol, y luego añadiendo una noche cada dos semanas. 

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