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lunes, marzo 20

Discriminación no tan positiva: el rugby y nosotras

(La columna de Edurne Uriarte en la revista Mujer de Hoy del 7 de noviembre de 2015)

Pocas mujeres juegan al rugby aún, pero en ese deporte hay una polémica que me parece fascinante para el debate de la discriminación positiva, de las mujeres o de diferentes grupos étnicos. La he conocido mientras seguía el Mundial de Rugby de Gran Bretaña.
 
Se trata de la polémica sobre la composición racial de una de las mejores selecciones del mundo, la de Sudáfrica. Porque, en un país donde el 85% de la población es negra y con una terrible historia de discriminación detrás, apenas hay negros en la selección de rugby; solo tres de los 15 que jugaron contra Gales, por ejemplo, eran negros.

Lo que ha dado lugar, no solo a las protestas, sino también a una regla por la cual el 30% de la plantilla como mínimo debe estar compuesta de negros, es decir, a la discriminación positiva. La polémica me ha hecho pensar en que, para ser justos y coherentes, tendríamos que rehacer completamente, por ejemplo, la selección estadounidense de baloncesto, con mayoría aplastante de negros en un país donde los negros no pasan del 14% de la población.
 
También habría que asegurar mínimos de representación a los blancos en la élite de la velocidad, donde es un exotismo ver a un blanco en una final. O en la selección de fútbol de Francia, un país de amplia mayoría blanca donde los negros, sin embargo, dominan la selección nacional. Como en Sudáfrica, por otra parte, donde copan el fútbol mientras los blancos lo hacen con el rugby.

Claro que a nadie se le ha ocurrido sugerir cuotas de discriminación positiva en los deportes dominados por los negros. Y no por la historia de discriminación racial, sino porque se ha aceptado su superioridad. Por diferencias de envergadura y de constitución física y por diferencias de tradición, de afición y de práctica. Porque son los mejores, sencillamente. Y una cuota de discriminación positiva sería injusta para esos chicos negros que dominan sus equipos y que perderían su puesto por otros peores que ellos.

Y, por supuesto, el cambio reduciría las opciones de triunfo y, seguramente, la selección estadounidense de baloncesto dejaría de ser casi invencible como lo es ahora. Y he aquí la cuestión que nos da de lleno en la discriminación positiva practicada para las mujeres. Que el mecanismo es exactamente el mismo que el aplicado en deporte, en la selección sudafricana de rugby, por ejemplo. Que los resultados son discriminatorios para los sacrificados.

Y, además, que el origen de la desigualdad no es necesariamente la discriminación pasada, sino un conjunto de aptitudes y de tradiciones, ¿Que hacen a los hombres mejores en algunas actividades y a las mujeres en otras? Quizá, al menos por el momento. Lo suficiente para dudar sobre las cuotas para mujeres, tanto como para la selección sudafricana de rugby o la estadounidense de basket..

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