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miércoles, junio 27

Leptina, la hormona que sacia... te hace engordar

(Un texto de Marisol Guisasola en la revista Mujer de Hoy del 11 de marzo de 2017)

Debería ayudarte a controlar tu peso, pero puede convertirse en tu peor enemiga. Por suerte, hay formas de contraatacar: el sueño, los alimentos naturales y la fibra son tus mejores aliados.

La llaman "hormona de la saciedad" y con razón. Producida por las células grasas, la leptina mantiene tu equilibrio de energía enviando mensajes al cerebro (en concreto, al hipotálamo) para que mantenga tu apetito y tu metabolismo controlados. Explicado de otro modo, la leptina comunica a tu cerebro que tu cuerpo tiene suficiente grasa almacenada, que no necesitas comer más y que puedes quemar calorías a un ritmo normal.

Hasta aquí, todo perfecto. Los problemas empiezan cuando empiezas a acumular grasa corporal y eso produce un exceso de leptina, en lo que se conoce como hiperleptinemia. ¿Por qué es un problema tener mucha leptina? ¿No habíamos quedado en que esa hormona ayuda a controlar el apetito y el metabolismo? Como explica el doctor Javier Salvador, director del departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra, "cuando hay niveles excesivos de leptina, ocurre una especie de saturación que hace que el hipotálamo deje de responder a los mensajes de esa hormona. Es lo que llamamos resistencia a la leptina".

Como el cerebro no responde a la leptina, deduce, equivocadamente, que necesitamos aumentar las reservas de energía -con lo que nuestro apetito se dispara-, da orden al organismo para que queme menos calorías en reposo "con lo que el metabolismo se ralentiza-, e incluso nos vuelve menos activos, con lo que quemamos menos calorías a través del movimiento. "Cuando en mi consulta veo la frustración de tantos pacientes obesos que no consiguen mantenerse fieles a la dieta, que tienen cada vez menos ganas de moverse y que siguen engordando, pienso en la resistencia a la leptina y en mecanismos biológicos asociados, como la resistencia a la insulina, que están actuando en su contra. Hoy se cree, de hecho, que la resistencia a la leptina es una de las principales anomalías biológicas que caracterizan la obesidad", aclara el especialista.

Las investigaciones citan dos factores que favorecen la resistencia a la insulina: la inflamación asociada al exceso de células grasas, en especial las que se acumulan en la zona del vientre (obesidad abdominal o visceral); y los niveles elevados de triglicéridos en sangre, que dificultan el transporte de leptina al sistema nervioso central. "Para saber si eres resistente a la leptina, empieza por mirarte al espejo -propone el doctor Salvador-. Un vientre prominente es signo de inflamación y de resistencia a la leptina casi con seguridad. Para prevenir o revertir ese problema, hay que empezar por reducir la inflamación". Para ello, el especialista propone varias medidas, cuya eficacia ha sido testada en estudios recientes:

Medidas:

Evita la comida muy procesada y la comida rápida en general. Estos alimentos, ricos en azúcares, carbohidratos refinados, grasas saturadas o trans, y pobres en nutrientes, promueven la formación de grasa abdominal, deterioran el intestino y favorecen la inflamación.

Procura umentar la ingesta de fibra soluble. Presente en legumbres, frutos secos, germen de trigo, copos de avena, manzanas, arándanos y ciruelas, entre otros, la fibra mejora la salud del intestino y protege ante la obesidad.

Muévete un poco más cada día. La actividad física -con ejercicios cardio y de resistencia- aumenta el porcentaje de músculo en relación al de grasa y, así, ayuda a reducir la inflamación, optimizar el metabolismo y mejorar la resistencia a la leptina.

Duerme siete u ocho horas. No descansar lo suficiente no solo aumenta el riesgo de sufrir exceso de peso y resistencia a la leptina; también sube los niveles de ghrelina, hormona que estimula el apetito. Por cierto, si te levantas siempre cansada o te quedas dormida en cualquier sitio, no dudes en consultar a un médico especializado en trastornos del sueño.

Vigila los triglicéridos. Tener unos niveles altos de esos ácidos grasos en la sangre dificultan el transporte de la leptina al cerebro. Reducir el consumo de hidratos de carbono refinados (féculas, harinas blancas y azúcares) y tratar el exceso de peso es lo mejor para reducirlos.

Incluye proteína en tu dieta. Aumentar la proporción de proteína que ingieres a diario -con sensatez- es una medida que nos ayuda a controlar el peso, porque la proteína favorece la formación de masa muscular, aumenta el gasto de calorías y mejora la sensibilidad de nuestro organismo a la leptina.

"Estas medidas mejoran la salud y la sensibilidad a la leptina -explica el dr. Salvador-. Como conclusión final, diría que la obesidad no es consecuencia directa de la gula, la pereza o la falta de voluntad. Hay potentes fuerzas biológicas detrás, la mayoría fruto de la vida sedentaria y de una dieta altamente procesada, que alteran la biología, el comportamiento y eñ apetito. Es decir, lo que engorda no solo es comer de más. Es el proceso de engordar lo que nos hace comer demasiado".

Cuando hay un problema de sobrepeso, aunque hay mucha leptina en el organismo, el cerebro no procesa esa información y cree que hay déficit de grasa. Entonces, estimula mecanismos que ayudan a recuperar la grasa que cree perdida. El apetito insaciable y la inactividad que se observan en tantos obesos es, en gran medida, consecuencia de la resistencia a la leptina. En esa situación, la fuerza de voluntad tiene poco que decir.

Cómo funciona un cuerpo obeso
Obesidad-Resistencia a leptina-Saciedad insuficiente-Menos gasto energético-Aumento de la ingesta y ahorro de energía-Más obesidad.
 
Cómo funciona un cuerpo sano
Comemos-Aumenta la grasa corporal-Aumentan los niveles de leptina-Comemos menos y quemamos más calorías. 
No comemos-La grasa corporal disminuye-Comemos más y quemamos menos calorías.

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