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lunes, mayo 27

Johannes Gutenberg, técnicas de Silicon Valley en el siglo XV

(Un texto de Fátima Uribarri en el XLSemanal del 22 de julio de 2018)

Fueron años de trabajo en equipo utilizando técnicas tan modernas como el ‘marketing’ y la publicidad. Un financiero, un cajista y un orfebre espabilado, Johannes Gutenberg, idearon la imprenta con tipos metálicos móviles. Su empresa llena de ingenio, luchas de ego y problemas financieros cambió el mundo. Una edición monumental de la ‘Biblia de Gutenberg’ (Taschen) celebra el 550.º aniversario de la muerte del gran inventor.

Era un tipo astuto. Cuando vivió en Estrasburgo, trabajó como joyero y fabricó ‘espejos de peregrinación’ para los caminantes que se dirigían a Aquisgrán. Prometían captar el halo bendito de los relicarios (en Aquisgrán se custodiaban un supuesto manto de la Virgen María y los pañales del Niño Jesús) y así el comprador de aquellos espejos se llevaba a casa la protección y bendición de las reliquias.

Listo, habilidoso con las manos, emprendedor y audaz. Así era Johannes Gensfleisch zur Laden zur Gutenberg, hijo de un próspero comerciante de paños y orfebre de oficio. Cuando regresó a Maguncia -su ciudad natal- tras su etapa en Estrasburgo, se embarcó en una empresa arriesgada: crear un nuevo invento para reproducir textos de una manera barata y rápida.

Ya existía la impresión con caracteres de madera que componían palabras enteras. Gutenberg se propuso hacerlo con caracteres metálicos -más duraderos- y forjarlos uno a uno por separado. No era fácil. Había mucho que hacer. moldear los caracteres en metal, fabricar una prensa nueva más potente y elaborar una tinta resistente que no se diluyera. Se necesitaba dinero.

Gutenberg se asoció con Johann Fust, como financiero, y Peter Schöffer -un magnífico calígrafo formado en la Universidad de La Sorbona-, como tipógrafo y cajista. Fueron más de dos años de trabajo, de prueba y error, ensayando con plomo, antimonio, cobre y estaño en distintas proporciones, hasta que finalmente tuvieron hechos 300 caracteres con las letras del alfabeto, en mayúsculas y minúsculas, duplicadas con tildes, y signos de puntuación.

Para la tinta se hicieron muchos ensayos. Al habitual hollín de lámpara mezclado con barniz y clara de huevo -que se diluía pronto y era poco consistente- Gutenberg le añadió aceite y experimentó con mezclas químicas hasta lograr una rotunda y resistente negrura. Era una tinta «más parecida a los pigmentos de los pintores que a la disolución acuosa que utilizaban los que imprimían grabados en madera», explica Stephan Füssel, titular de la Cátedra de Gutenberg en la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia (Alemania).

Cuando el material estuvo listo, se decidió que el primer texto que imprimirían sería la Biblia Vulgata (generalmente aceptada) en latín en la versión de San Jerónimo, del siglo VI. Se sumó al equipo el párroco Heinrich Güther, como asesor teológico y corrector, y se reforzó con los impresores Berthold Ruppel y Heinrich Kefer.

 Ventas y publicidad

Además de intrépidos, Gutenberg y sus socios fueron visionarios. Contrataron los servicios de un equipo de ‘ventas y publicidad’: hasta 20 aprendices divulgaron el producto en la feria comercial de Fráncfort. Lo hicieron tan bien que, antes de que estuvieran impresos los primeros ejemplares de la Biblia, ya estaban vendidos.

También hicieron publicidad del nuevo texto en la Dieta Imperial de Fráncfort, en octubre de 1454, y enviaron ejemplares recién salidos de imprenta a la Corte del emperador Federico III en marzo de 1455, así ÿ«las personalidades decisivas del Sacro Imperio Romano y la curia romana quedaban al tanto de la existencia del nuevo arte», cuenta Stephan Füssel.

El resultado de tanto esfuerzo es la conocida como ‘Biblia de Gutenberg’, un hito de la Historia de la humanidad. Fueron 180 ejemplares (150 de ellos en papel y 30 sobre vitela, para lo que «se debió de requerir unas 5000 pieles de becerro», cuenta Martyn Lyons, autor de Libros. Dos mil años de Historia ilustrada (Lunwerg).

La ‘Biblia de Gutenberg’ se compuso en dos tomos de gran formato (de 30 por 40 centímetros para colocarse en un atril y que se pudiera leer durante la liturgia) con 42 líneas a doble columna en cada una de sus 1282 páginas, con letras del tipo Textura (una versión de la minúscula gótica) y las mayúsculas retocadas a mano en color rojo. Es una proeza monumental que ahora conmemora la editorial Taschen con una edición colosal del ejemplar de la ‘Biblia de Gutenberg’ que se conserva en la Universidad de Gotinga. Así celebran el 550.º aniversario de la muerte de Gutenberg, que falleció en 1568.

Del texto de aquella primera tirada de la Biblia, de 1454, tenemos un testimonio excepcional. En una carta de 1455, Enea Silvio Piccolomini -secretario y consejero imperial de Federico III- decía al cardenal español Juan de Carvajal que la letra era «extremadamente limpia y correcta, sin ningún falseamiento: Vuestra Merced la podría leer sin esfuerzo y sin anteojos».

Letra elegante

El aspecto de la nueva Biblia era de lo más elegante. Se optó por utilizar una escritura parecida a la de los manuscritos por dos motivos (una vez más destaca el talento comercial de Gutenberg y su equipo): para que la gente no se echara atrás ante algo demasiado extraño y para equiparar su precio con los muy costosos manuscritos realizados por los esforzados copistas de los monasterios. También para competir con la preciosa caligrafía de los manuscritos elaborados en los scriptorium las ‘biblias de Gutenberg’ se adquirían en cuadernillos (‘quinternos’, hojas de cinco pliegos doblados) que luego los compradores encuadernaban a su gusto. Era una manera de abaratar el producto.

Se conservan 49 ejemplares prácticamente íntegros de aquellas primeras biblias, solo 12 completos e intactos en papel y 4 en vitela, «cada uno de ellos con pequeñas variaciones en el texto, el interlineado, el espaciado, la iluminación», explica Stephan Füssel en el cuaderno que acompaña la nueva edición de la Biblia de la editorial Taschen.

El invento de Gutenberg es uno de los que han transformado el mundo. Su imprenta aceleró la expansión del conocimiento. El impresor y su equipo tardaron más de dos años en imprimir 180 ejemplares. Un amanuense habría invertido tres años para producir un único ejemplar. Esta Biblia fue el primer artículo producido en cadena.

Las repercusiones llegaron a todos los ámbitos. Antes de Gutenberg solo accedían a los textos la Iglesia y los poderosos. Tras él, la lectura pasó a poder ser disfrutada por las clases educadas. Transformó la cultura, el saber. Y la religión: fue importante en la reforma luterana, aunque su primer y mejor cliente fue la Iglesia católica. Difundió la ciencia e incluso afectó al ocio al poder imprimirse mejores naipes.

El invento de Gutenberg llegó en el momento adecuado. Las universidades se propagaban (a Maguncia llegó poco después, en 1477), las ciudades crecían, nacían nuevos núcleos comerciales que atraían a instituciones jurídicas y administrativas. Los nuevos habitantes de las ciudades querían acceder a las hojas volanderas que informaban de acontecimientos religiosos o de fenómenos astronómicos, como los eclipses. Había hambre de conocimiento. Demanda de libros.

También había detractores del nuevo invento que temían que la imprenta impulsara la propagación de mentiras, incitara a la subversión y propagara la herejía. Pero su propaganda negativa fracasó. La imprenta fue un éxito inmediato que se expandió por el mundo. Entre 1455 y 1500 se crearon más de mil imprentas en Europa. eran pequeñas manufacturas; muchas, ambulantes. A España llegó en 1472; Napoleón la llevó a Egipto en 1798; a América llegó primero a México, en 1533; los convictos enviados a Australia la transportaron al lejano continente en 1788…

Batalla legal

Gutenberg recibió recompensa por su éxito. En 1465, Adolfo II de Nassau, arzobispo y elector de Maguncia, lo incluyó en su séquito, lo que significaba una agradable exención de impuestos. Pero Gutenberg no murió rico. Los socios se enzarzaron en pleitos. Fust y Schöffer se separaron de Gutenberg y continuaron imprimiendo por su cuenta.

Muchos expertos hacen hincapié en la importancia del trabajo, como cajista y tipógrafo, de Peter Schöffer. Fue quien ideó la regleta utilizada en el taller de Maguncia y luego fue pionero en incluir notas marginales y en imprimir los títulos en color. Su labor fue crucial, pero ha quedado ensombrecida por la fama de Gutenberg.

También hay quien sostiene que el padre de la imprenta con tipos móviles metálicos no fue Gutenberg, sino el holandés Lorenz Coster que se habría adelantado 20 años al de Maguncia.

Los que se habían adelantado fueron los chinos, que imprimían con tipos móviles de madera desde el siglo XI, y los coreanos, que fueron los primeros en utilizar caracteres móviles de metal. Pero sus trabajos fueron minoritarios y no se expandieron: no había demanda para sus textos; en China solo pedían libros desde el palacio del emperador, así que el invento se quedó ‘escondido’ en Asia. Hasta que llegó Gutenberg, un hombre audaz que con su creación inauguró una era que ha durado siglos.
 
Nota: Incunables son los libros impresos desde 1454 hasta el 31 de diciembre de 1500. Se estableció así cuando se celebró el bicentenario de la imprenta. Se cree que hay unos treinta mil incunables.

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