Pintura de castas: revueltos en el Nuevo Mundo
(Un texto de Isabel Ibáñez en el suplemento dominical del
Heraldo de Aragón del 5 de agosto de 2018)
La 'pintura de castas' plasmó las mezclas surgidas en
América con la llegada de los españoles. Donde unos ven una mera descripción,
otros atisban racismo.
Siempre hay un hombre, una mujer -supuestamente matrimonio-
y un hijo o hija. Los padres son diferentes entre sí por el color de su piel y
los rasgos. Y la criatura es la mezcla surgida de ambos. Todas estas pinturas
se hicieron en una época muy concreta, desde 1710 y durante un siglo, cuando
los españoles que habían llegado a América estaban asentados y se habían
mezclado con la población autóctona. Y no solo con ella, sino con los africanos
y asiáticos que se habían traído como esclavos. Y todos estos entre ellos. Y
los individuos resultantes de estas primeras mezclas, a su vez, con los de
otras… Este 'totum revolutum' dio origen a un mosaico riquísimo de personas,
una diversidad, al menos visual, que trajo aparejada una clasificación a la que
pensaron que había que dar nombre y que contribuía a diferenciarlos según su
procedencia. Se llamaron 'pinturas de castas' e iban acompañadas de un texto
corto para definir el contenido, a la manera de «Español con india, mestizo».
Nuevas palabras -'tente en el aire', 'albarazado', 'toma atrás'…- para definir
nuevos tipos humanos, ni más ni menos que 16, los básicos, que con el paso del
tiempo seguían creciendo…
El Museo de Historia Mexicana de Monterrey dedica una de sus
salas al tema; 133 obras que, desde su reapertura en 2016, han sido visitadas
ya por 180.000 personas. «Las mezclas raciales en la Nueva España fueron
complejas y variadas. Dieron como resultado no solo el mestizaje biológico,
sino el cultural», dice la historiadora Gabriela Sánchez, del departamento de
Investigación de esta institución. «Los documentos históricos fechan en 1710 su
origen, cuando el virrey Fernando de Alencastre Noroña y Silva, duque de
Linares, quiso dar a conocer al rey Felipe V y su corte las mezclas raciales
que se estaban dando. Y encargó unas pinturas al artista Juan Rodríguez Juárez.
Durante un siglo, muchos otros se sumaron a crear estas obras en las ciudades
de México y Puebla. Hasta 1810, coincidiendo con la Guerra de Independencia de
México».
Algunas de las composiciones son individuales; es decir, se
muestra el resultado de la mezcla en una pareja, pero hay muchos ejemplos que
en una especie de mosaico recogen juntos los 16 tipos humanos. Aunque no solo
eso; Ana Zabía es la conservadora de Arte Virreinal
del Museo de América, en Madrid, que atesora varias de estas obras, destacando
las de Miguel Cabrera: «En estas pinturas podemos apreciar las riquezas
culturales, ocupaciones y oficios de la época. Nos hablan de modas, de
textiles, de la diversidad de la flora y fauna de la Nueva España, y de
aspectos sociales de la convivencia. Las imágenes son como textos abiertos a la
imaginación y a la contemplación del que las ve, transmiten el universo del
siglo XVIII». Gabriela Sánchez apoya esta idea: «Quienes llegaron trajeron sus
costumbres, indumentaria, alimentos y tradiciones, que se fusionaron con el
México prehispánico. Los peninsulares aprendieron a comer tortillas, los
indígenas les enseñaron a cultivar trigo para el pan». Estos cuadros gozaron de
gran popularidad entre los funcionarios españoles, y fueron
objeto de consumo de un público muy definido, que los empleaba «como valiosos
regalos o piezas de colección», añade.
¿REALISTAS O ENGAÑOSAS?
Pero, ¿qué significado tenían realmente estas pinturas que
algunos tachan de racistas mientras otros las enmarcan en el contexto de
aquella época? ¿Eran realistas o engañosas? ¿Tenían algún objetivo oculto? Ana
Zabía evita hablar de racismo: «Por un lado, transmiten información sobre
aspectos de aquella sociedad mexicana y nos hacen entender un poco más cómo se
configuraba. Hemos podido estudiar en ellas muchos aspectos de la vida
cotidiana, como muebles o paisajes, aunque no creo que sean fieles a la
realidad».
En el Museo de Historia Mexicana, Gabriela Sánchez destaca
que «la palabra 'casta' viene del reino animal, concretamente de las mezclas de
caballos que se hacían para mejorar las razas. La pigmentación viene en
realidad, como se sabe ahora, de los genes y no de la sangre, como se pensaba
entonces, con lo que estas nomenclaturas no son ciertas». Al principio,
explica, se hicieron para la mirada de los europeos. Pero, tras cien años de
producción, «hay que pensar que los criollos (de padres europeos nacidos en
América) buscaban entender su sociedad».
Sin embargo, Clara Cullen, en 'El cuerpo político: La
pintura de castas interpretada a través de un marco médico' -su tesis de 2017
para la Universidad de Michigan-, alude al cuadro de Andrés de Islas 'De español
y negra, nace mulata' para hablar de racismo y patriarcado: «Retrata a una
mujer negra en confrontación física con su esposo español mientras que su hija
mulata protesta ante el conflicto entre sus padres. La mujer negra, la figura
inferior no solamente por su piel sino por su sexo también, no se esconde ni se
encoge de miedo. Los espectadores de la época colonial podían haber entendido a
esta mujer como peligrosa o irracional». El cuadro del mismo título de Miguel
Cabrera muestra a esta pareja en actitud de discutir. Y una más de autor
desconocido la plasma también agrediendo al marido -aunque en otros ejemplos la
paz reina entre estos cónyuges-. La mezcla con los africanos se consideraba
entonces la menos 'deseable', pues eran esclavos; y destaca que el individuo
resultante es mulato, de mula, mezcla de caballo y burro, con sus
connotaciones.
«Las imágenes retratan varones emasculados por el color de
la piel, mujeres convertidas en objetos reproductivos e individuos intentando
sobrevivir en un ambiente marcado por diferencias culturales, desigualdad
social y el deseo compartido de mejorar en su vida -agrega Clara Cullen-. Si
bien el afán de clasificar es evidente en las pinturas, una perspectiva más
amplia muestra que, más que dar nombres a varios grupos de personas, en el
fondo existía un deseo de entender cuál era el papel del individuo dentro de la
máquina colonial».
Las imágenes, concluye la investigadora, no representan con
exactitud el ambiente social, «en realidad altamente ambiguo, sino que revelan
una forma idealizada de orden a través de narrativas sobre lo que podría
suceder si tal mestizaje se realizara». Como ejemplo, el texto que acompaña al
cuadro de autor desconocido 'De coyote y morisca, el albarazado nace, y se
inclina siempre a burlas y chascos'. O 'De español y castiza, el fruto bello se
ve igual a su padre, pelo a pelo'.
***
100 años duró la producción de pinturas de castas en México (y muy
escasamente en Perú), a partir de 1710. Miguel Cabrera (Oaxaca, 1695-México,
1768) fue uno de sus máximos exponentes, aunque también crearon obras de este
tipo José de Páez, Andrés de Islas, José Joaquín Magón, Juan Rodríguez Juárez…
Hay muchos lienzos de autores desconocidos.
Una de las nomenclaturas
Español + indio = mestizo
Español + mestizo = castizo
Español + negro = mulato
Mulato + español= morisco
Español + morisco= chino
Chino + indio = saltapatrás
Saltapatrás + mulato= lobo
Lobo + chino= jíbaro
Jíbaro + mulato = albarazado
Albarazado + negro = cambujo
Cambujo + indio= samblago
Samblago + lobo= calpamulato
Calpamulato + cambujo= tente en el aire
Tente en el aire + mulato = no te entiendo
No te entiendo + indio = torna atrás
Etiquetas: Pintura y otras bellas artes
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