Zaragoza desconocida: un refugio antiaéreo en el ayuntamiento
(Un texto de Natalia Asín en el Heraldo de Aragón del 12 de octubre de 2013)
Un espacio lúgubre, tenebroso y con mucha humedad -proyectado como una guarida- se esconde en el segundo sótano de la Casa Consistorial. En los años 40, en plena Segunda Guerra Mundial, se construyó un refugio antiaéreo en el sótano segundo de la Casa Consistorial para dar cobijo a los ciudadanos que pudieran verse sorprendidos por un bombardeo. Nunca se utilizó.
Nunca se utilizó y su existencia pasa desapercibida para la mayoría de los funcionarios, munícipes y ciudadanos que cada día recorren el Ayuntamiento de Zaragoza. Bajo este edificio de la plaza del Pilar, inaugurado en 1965 y con un estilo arquitectónico que emula los palacios renacentistas que se articulan en torno a un gran patio interior abierto, se esconde nada más y nada menos que un refugio antiaéreo mandado construir en plena Segunda Guerra Mundial. Pasadizos, habitáculos reducidos y oscuros, grandes muros de hormigón... se descubren en el segundo sótano de este edificio y al que solo se puede acceder por la zona conocida como 'procesador de datos' y desde el garaje del ayuntamiento.
Tras bajar más de una treintena de escaleras, la luz de una linterna descubre un refugio lúgubre, húmedo y tenebroso que, pese a ser construido para refugiar a un millar y medio de personas, nunca tuvo que cumplir su función. Se concibió como un lugar para albergar a todos los ciudadanos que sorprendidos por el aviso de
una sirena antiaérea previa a un bombardeo, pudieran encontrarse por la plaza del Pilar. No es el único espacio de estas características en Zaragoza. Son varios los edificios del Casco Viejo que también ocultan en sus sótanos una guarida para sus inquilinos ante una posible situación bélica.
Pero el del Ayuntamiento es uno de los de mayor capacidad. Su estructura responde a la misma planta rectangular del edificio y a la disposición a través de un gran pasillo -con despachos en un lado- de la segunda planta de la casa consistorial. Pero lejos del boato que caracteriza la planta noble, el refugio contrasta por su sobriedad. Nada más acceder un gran charco de agua confirma que se sitúa por debajo del río Ebro y que las filtraciones de agua son el único inquilino que recorre este espacio. En el suelo, estratégicamente ubicados; se encuentran agujeros cuadrangulares que sirven para colocar las alcachofas de los bomberos para drenar el suelo y evitar una inundación. Son habituales sus visitas cuando la furia del agua desborda el río.
Un gran pasillo da acceso a habitáculos con el mismo formato que se repiten a lo largo de todo el recorrido. Los componen una sencilla instalación eléctrica formada por un cable y una única bombilla para dar luz y varios bancos situados alrededor (ya no están). También se instaló un sistema de refrigeración elemental, aunque ahora ya solo queda el hueco. Algunas zonas del suelo mantienen el embaldosado y en las paredes aún se vislumbran huellas de las puertas que daban acceso a otros pasadizos y habitáculos.
En la época del mandato de Luisa Fernanda Rudi como alcaldesa se decidió cerrar y dejar el pasillo central y apenas una decena de habitaciones. El paso del tiempo y el escaso, por no decir nulo, uso de este refugio ha permitido, además, que las arañas hayan conquistado este lugar y que sus telarañas invadan algunas zonas desde el techo hasta el suelo como improvisadas cortinas. También quedan restos de algunos cables e interruptores que ya no funcionan. Y cada cierto tiempo, los operarios deben cambiar los cables.
Aunque se ha intentado en varias ocasiones dar una utilidad a este espacio 'secreto', sus condiciones ambientales y sobre todo la humedad han impedido que prosperaran los proyectos. Y eso pese a que los muros de ocho metros de grosor transforman este espacio en un búnker privilegiado para almacenar documentación secreta o artículos especiales. De hecho, se intentó habilitar para archivo municipal pero la humedad dañó muchos documentos, hasta el punto de que deshizo puertas enteras.
Después, en los años 80 también se habilitó como una especie de almacén para la Policía Local: porras, pistolas, cascos... se guardaron durante un corto tiempo en estos sótanos. Pero tampoco fue posible. La humedad de nuevo imposibilitó esta opción. Sí se ha conseguido acondicionar uno de los habitáculos más cercanos a la puerta como espacio de refrigeración del ordenador central del Ayuntamiento (se tramitan 2,7 millones de recibos al año). Una enorme piscina, que se llena desde el río Ebro, suministra el agua a través de diferentes tuberías hasta esta macrocomputadora. El mantenimiento de esta piscina es la única labor que obliga a algún operario a bajara este refugio. Si no, prácticamente nadie se introduce en el túnel del tiempo de este refugio.
Etiquetas: Sin ir muy lejos
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