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martes, marzo 22

Antes de la quimioterapia…

(Extraído de un reportaje de Ixone Díaz Landaluce sobre los restos descubiertos en el Crescent hotel, publicado el 8 de diciembre de 2019)

La paisajista del hotel hizo el descubrimiento macabro mientras removía la tierra del jardín trasero. Encontró frascos semienterrados con lo que parecía algún tipo de tejido en su interior. Llamaron a la Policía. Descartada la hipótesis de que fuera la escena de un crimen, llegaron los arqueólogos. Hallaron más de 400 frascos. Algunos estaban vacíos; en otros había tejido humano flotando en alcohol.

Las muestras databan de entre 1938 y 1940, y los frascos eran parecidos a los que aparecían en un anuncio difundido cuando ese edificio albergaba un hospital dirigido por el polémico ‘doctor’ Norman Baker. «Tenemos cientos de muestras de cáncer y los datos de laboratorio que lo prueban todo. Todas están preservadas en alcohol», rezaba la publicidad.

En la excavación también aparecieron muestras de lo que Baker aseguraba que era su milagroso tratamiento contra el cáncer. La cura consistía en inyecciones (hasta siete cada día) de una extraña fórmula que, como se desveló posteriormente en un juicio, contenía seda de maíz, pepitas de sandía, agua mineral, trébol rojo, ácido carbólico, menta y glicerina. […]

 

Baker es uno de los charlatanes sin escrúpulos que engañaron a miles de pacientes de cáncer. Aprovecharon un periodo en el que los tratamientos actuales, como la quimioterapia o la radioterapia, estaban en fase de desarrollo. De hecho, hasta bien entrados los años cuarenta, lo habitual era tratar los tumores con cirugía. Aunque la radioterapia comenzó a utilizarse a principios del siglo XX para curar pequeños tumores cutáneos, el descubrimiento de que la radiación también podía provocar cáncer limitó su uso durante décadas.

 

El uso de la nueva radioterapia no se generalizó hasta los años cincuenta. Algo similar ocurrió con la quimioterapia. Cuando el inmunólogo alemán Paul Ehrlich (Premio Nobel en 1908) acuñó el término en 1904, los primeros experimentos para trasladar los resultados en animales a pacientes con cáncer resultaron fallidos. De hecho, no fue hasta los años cuarenta cuando la FDA aprobó la mecloretamina, la primera quimioterapia. Por fin, en los sesenta, los oncólogos empezaron a combinar ‘quimio’, ‘radio’ y cirugía para el tratamiento de muchos tumores antes de que la inmunoterapia diera un salto de gigante a finales de los noventa con la comercialización del primer anticuerpo monoclonal contra el linfoma.

 

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