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martes, mayo 24

Zaragoza desconocida: depósitos de Pignatelli; y el agua llegó a la ciudad

(Un texto de Enrique Coscolín en el Heraldo de Aragón del 12 de octubre de 2013)

La primera gran obra del joven arquitecto municipal Ricardo Magdalena sirvió para llevar agua potable a fuentes y casas de Zaragoza (1876). Ocupa una gran superficie en el centro de la ciudad, pero era solo un parche y se sabía.

En pleno centro de la Zaragoza actual, aunque a las afueras de la antigua, ocultos por una pared plagada de grafitis junto al popular parque Pignatelli. Allí se ubican los primeros depósitos de agua que tuvo la ciudad. Fueron el debut de un joven pero ambicioso arquitecto municipal, Ricardo Magdalena, que en 1876, a instancias del entonces concejal Pedro Lucas Gállego y merced a una triquiñuela burocrática, llevó a cabo esta obra que permitió que por las fuentes de la capital aragonesa, y más tarde en algunas casas privilegiadas, manara agua potable. Era el último cuarto del siglo XIX, pero esos fosos de mampostería y ladrillo se han utilizado, aunque desde los años 40 de manera marginal, hasta el 2005. Desde entonces, los depósitos aguardan vacíos, y cada vez más deteriorados, un proyecto de futuro para los terrenos que ocupan.

Pero conviene retornar a los orígenes de esta construcción para saber de su importancia en una época en la que el agua que desembocaba en las escasas fuentes de la ciudad procedía de la acequia de Romareda. Sin haber sido tratada, por supuesto. Era el año 1872 y ya existían varios proyectos al respecto. Sin embargo, el Consistorio había firmado un extraño precontrato con una compañía inglesa para que realizara una red de alcantarillado y de suministro de agua en Zaragoza.

De los británicos nunca más se supo, pero conservaban esos derechos para llevar a cabo la obra. Ante esa situación, el mencionado Pedro Lucas Gállego pensó en el joven Magdalena para que completara ese avance para la ciudad y lo ocultó bajo un proyecto de mejora del agua de riego. De esa manera, no habría reclamación posible.

Así lo recuerda el mayor conocedor de esta historia y de los depósitos de Pignatelli, Ramón Betrán, jefe de servicio técnico de Planeamiento y Rehabilitación del Ayuntamiento de Zaragoza. Él encontró en el archivo municipal el mencionado proyecto y ha estudiado las actas de los plenos en los que se trató el asunto. Esa voz tan cualificada ofrece datos de gran interés, como que ésta es la primera gran obra de Magdalena, incluso anterior a la del Matadero, o que los primeros depósitos construidos (dos, que fueron unidos en la ampliación de la instalación) tienen capacidad para 30.000 metros cúbicos de agua.

El líquido elemento se cogía del Canal Imperial, a escasos metros de allí; de los depósitos pasaba por unos filtros y acababa en un aljibe cubierto, la 'joya de la corona' que también tiene su intrahistoria. En ese aljibe se podía acumular agua para abastecer durante dos días completos a las fuentes de la ciudad, pero eso no es lo llamativo. Lo más curioso es su uso posterior, ya que se convirtió en improvisada sala de exposiciones subterránea, pero actualmente está cerrada -tiene entrada desde el propio parque- al no contar con los permisos pertinentes de seguridad en cuanto a salidas de emergencia. Todo podría llegar.

Betrán rememora que en 1897 se construyó un nuevo depósito, este de 42.000 metros cúbicos, porque el otro ya se había quedado pequeño. Sin embargo, ni quiera esa ampliación iba a servir para abastecer a una ciudad en crecimiento como Zaragoza. «Era un parque, y lo sabían», explica el experto en la materia.

También se sabían otras cosas, como que esa zona sería un área de expansión, o que al acerca agua a ese barrio (bajaba por Sagasta hasta la plaza Aragón y después a la plaza de España) se valorizaría lo suyo.

Pero los depósitos de Magdalena no daban para más, a pesar estar ubicados en un terreno de 37.000 metros cuadrados, y en se abrieron los depósitos de Casablanca y el agua potable llegó a todos los puntos de la ciudad. Ese el primer paso para el Cierre de los de Pignatelli, puesto que desde ese año sirvieron únicamente como depósito de cola del principal (idóneo al encontrarse en una zona muy llana) y para abastecer a zonas más cercanas.

¿Qué hacer con esta superficie después de su vaciado en 2005? Las respuestas son múltiples. Se ha especulado con la construcción de viviendas, algo que repercutiría en las arcas del Consistorio. Pero los responsables municipales sólo quieren hablar del proyecto que existe para ampIiar por allí el parque Pignatelli. Ese sí que sería el verdadero parque agua, del agua potable.

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