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domingo, noviembre 6

¿Por qué se estropean tanto los portátiles?

(Un artículo de Carlos Salas en el suplemento económico de El Mundo del 21 de febrero de 2010)

Leí una noticia hace poco que me conmovió: el 31 % de los portátiles se estropean a los tres años. ¡Diablos! Conmigo, se está cumpliendo la estadística. En 1999 me compré uno japonés, robusto como un toro, que expiró en mis narices. Fui a la tienda y me dijeron: «Su garantía acaba de vencer hace una semana; lo sentimos». Señalaron la enfermedad. La placa base. La maldita placa base. Te dicen lo de la placa base por primera vez y piensas que el niño tiene leucemia. «Es que en los portátiles, la placa base lo es todo», me decía hace poco un técnico del que luego volveré a hablar.

Aquel portátil que me compré en 1999 no era ni la mitad de potente, rápido y útil que un netbook de hoy, pero me costó 330.000 pesetas, es decir, casi 2.000 euros. Estoy hablando de cifras de entonces. Si le añadimos la inflación, en realidad me costó unos 3.000 euros de hoy. O más. Desde entonces puse una cruz a esa marca y me pasé a otras.

Gracias a que estaba trabajando en una empresa sensible con las nuevas tecnologías, nos facilitaron por un buen precio a los empleados un portátil muy compacto en 2001. Duró tres años. Bueno cuatro, pero es que ese cuarto año daba mucha pena verlo porque cuando apretaba on tardaba tanto en encender que me daba tiempo a bajar al bar, pedirme un montado de lomo, comerlo, beber una caña, contar un chiste de Lepe y volver. A lo mejor me recibía con la pantalla ya cargada. A lo mejor.

Luego vino un portátil hiperpesado, de esos que dicen que son norteamericanos pero cuando uno les da la vuelta comprueba que están hechos en China o en Taiwán. El empleado de la tienda me dijo que era portentoso, me mostró un montón de agujeros para las conexiones y yo piqué. Duró menos de tres años. Ya estaba fuera de garantía cuando lo presenté con su féretro en la tienda. La verdad es que a ese ordenador le sucedían cosas raras. Sólo se ponía en funcionamiento si mi mujer lo acariciaba. Hay testigos de este suceso paranormal. Cuando vinieron unos jóvenes tecnólogos a revisarlo, se quedaron boquiabiertos. «Uauh, tío, nunca habíamos visto una cosa así». Era el primer ordenador humano. Yo no sabía si llevarlo a un taller o al programa de Iker Jiménez, Cuarto Milenio. ¡Con ustedes, el primer ordenador con poderes extrasensoriales!

En 2007 me volví a comprar un coreano fuerte como Sansón. Hace unas semanas murió. La pantalla se oscureció y cuando apreté on emitió un ruidito como pifff y nada más. «La placa base», me dijeron los amables chicos de la tienda de reparación. La placa base es donde está todo insertado: una especie de cerebro que lo organiza todo. Si ella hace puf tú haces plof porque te deprimes. Tienes que pagar a unos chicos listos para que te recuperen la información, tu vida, tu historia, tu ser. Y si quieres que te reparen la placa base, claro, escuchas el precio y piensas: «¿Por qué no me compro uno nuevo? Total, están casi tan baratos como una reparación».

«Ése es el error. Están tan baratos porque la calidad cada vez es peor», me dijo el técnico de la tienda que mencioné más arriba. "Si quieres algo que no te falle, tienes que gastarte la pasta». No lo sé. Me gasté la pasta hace 10 años y se me murió la placa base en mis brazos. Me seguí gastando pasta en los dos portátiles siguientes, y los vi morir ante mis ojos. Un padre no puede resistir tanta mortandad.

Total que he dicho: trasplante de placa base y a ver lo que dura. No entiendo por qué los coches, que son mil veces más grandes y complicados, ofrecen garantías de hasta siete años y los portátiles sólo de dos. Realmente los fabricantes querían ofrecer un año de garantía. Eso era lo que aparecía impreso en algunos ordenadores, pero la ley de protección al consumidor dice dos y son dos.

Un vendedor de un gran almacén, del que casi soy amigo porque le he comprado varios portátiles, impresoras y cables, me confirmó que los ordenadores portátiles de hoy no duran más de dos años. «Quieren meter demasiadas cosas en poco espacio», me dijo. «Hace años, los portátiles eran más fiables». Según una estadística reciente publicada por PCWorld, los netbooks (los ultra pequeños que están de moda) fallan un 20% más que los portátiles. Más pequeños, más fallos, debido a que los portátiles sufren más uso y abuso que cualquier otro aparato excepto los móviles, no es una sorpresa encontrar tantos fallos», decía el portal www.squaretrade.com.

Sobre la antigüedad, no sé a cuántos años hay que remontarse para recordar portátiles fiables: en 10 años he ido demasiadas veces al cementerio. Y siempre fuera de garantía. El drama de los portátiles ha servido para que una compañía japonesa lanzara el siguiente desafío: ¿qué ordenador se llevarla a una isla desierta? Estamos hablando de altas temperaturas, caídas, choques, polvo, suciedad, cambios de temperatura, humedad y hasta derrames de líquidos…

Realmente era una campaña para el lanzamiento de un ordenador que resiste todo eso. La panacea de la informática. Es más caro, por supuesto, (sale por más de 2.000 euros) pero han encontrado su nicho en las averías de los demás. Al parecer, uno de cada 10 portátiles convencionales falla debido a una avería del equipo. Las estadísticas indican que casi el 50% de las averías se debe a accidentes durante el transporte, como caídas y golpes.

La web squaretrade.com probó 30.000 ordenadores y comprobó la mayor parte de las estadísticas aquí expuestas (busquen poniendo square trade 30.000). Ahí salen nada menos que 10 marcas, con nombres, apellidos y sus errores. No diré nombres.

El único ordenador que nunca me falló sigue aún vivo y coleando y tiene casi 20 años. Parece una caja de zapatos puesta en pie y le tengo un cariño enorme. Está en el pueblo y cuando voy de visita lo enciendo y no falla. Allí están mis primeros escritos, mis pinitos, mis artículos, colaboraciones, ensayos… No voy a decir la marca. Ni por todas las manzanas del mundo.

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