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lunes, abril 10

Zaragoza desconocida: Los tesoros del Instituto Goya

(Un texto de Javier Benito en el Heraldo de Aragón del 12 de octubre de 2013)

Ejemplares de bisonte, león, cebra, canguro, hiena, o vicuña, entre otros, permanecen guardados en los sótanos del instituto Goya. Historiadores e investigadores, amantes de la pintura y productores de cine y televisión que necesitan atrezos de otra época tienen todo un filón en el Instituto Goya de Zaragoza, que por algo es el más antiguo de la ciudad.

Además de solera y poso de sabiduría por ser el instituto más antiguo de Zaragoza, el Goya guarda viejos tesoros acumulados en sus ¡168! años de historia. Desde 1845 han pasado por sus aulas grandes personalidades, cuyos expedientes se conservan entre los miles de documentos del archivo del centro. No tan conocida es su pequeña pero valiosa galería pictórica, con obras del Museo del Prado. Pero lo más insospechado es su museo zoológico, catalogado como tal aunque no se abra al público.

Anexo en principio a la entonces sede de la Universidad en la plaza de la Magdalena -donde está ahora el IES Pedro de Luna-, y tras pasar por varios emplazamientos provisionales, el Goya se instaló en la avenida del mismo nombre en 1959. Luis Buñuel es uno de los alumnos más célebres del centro, y de él constan matrículas de honor en Historia Universal e Historia Literaria, aunque se quedó en aprobado en Lengua.

Precisamente el Goya ha sido forja de grandes lingüistas. María Moliner, autora del célebre Diccionario de Uso del Español, sobresalió en Lengua, pero curiosamente aún destacó más en Química, con matrícula. Tras su estela llegarían años más tarde otros insignes lingüistas, como Fernando Lázaro Carreter, director de la Real Academia Española (RAE) entre 1992 y 1998, uno de cuyos grandes profesores allí fue el filólogo y gramático José Manuel Blecua Teijeiro, padre de José Manuel Blecua Perdices, el actual presidente de la RAE desde 2010, que también fue destacado estudiante en el Goya.

Entre las principales figuras del ámbito literario que constan en el archivo del centro están el poeta y pensador cubano José Martí, quien se franqueó allí su acceso a la Universidad, y Ramón J. Sender, que también sobresalió en Aritmética y Geografía, mientras que, paradójicamente, se quedó en aprobado en Lengua Castellana. Uno de los últimos escritores vinculados al Goya fue el también economista y humanista José Luis Sampedro, que hizo el examen de ingreso y fue admitido aunque no llegó a cursar estudios en el centro.

El archivo también guarda documentos de prestigiosos científicos. Como el químico e investigador Miguel Catalán. O como Odón de Buen, fundador de la Oceanografía española, de cuyo nacimiento se cumplen 150 años el próximo 18 de noviembre. De Buen figura en una de las pinturas que cuelgan en las paredes del centro, y también su profesor de Ciencias Naturales, Manuel Díaz de Arcaya, en un grabado de Elías García Martínez, tristemente célebre por su malogrado mural del Ecce Homo de Borja. También hay muchos más grabados, pero en la galería pictórica destacan los seis cuadros del Prado cedidos en depósito, entre ellos ‘¡Abandonados!’ de Joaquín Pallarés Allusante, o 'El primer pantalón', de Lamberto Alonso Torres.

Indudable influencia ejercerían sobre Odón de Buen los animales disecados, procedentes del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, expuestos entonces en distintas estancias del instituto. «En 1958 el hall estaba lleno de animales y una jirafa daba la bienvenida», explica el actual director, José Antonio Ruiz Llop. «Pero cada crío arrancaba un pelo y acababa saliendo el serrín del relleno -continúa-, así que otro director llevó los animales mayores a la biblioteca y yo los bajé al sótano. Están cedidos a la Universidad desde el 84, pero no se los llevan, y aquí no tenemos espacio, porque hace falta todo para aulas».

En el sótano siguen, entre otros, un león, una cebra o una hiena, pero en total hay más de un centenar de aves, reptiles, peces o mamíferos guardados en vitrinas en otras salas o junto a fósiles, valiosas semillas del siglo XIX, mapas u otros materiales didácticos en unas aulas de naturales de otra época. Estos ejemplares y materiales han estado en distintas exposiciones y han servido como atrezo para cine y, recientemente, para la serie de tv sobre Isabel de Castilla. Pero merecerían mayor contemplación.

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