Mary Read, terror del Caribe
(Parte de un artículo de María A. García de la Torre publicado en el suplemento dominical de El Mundo del 29 de mayo)
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Mary Read, fue la más famosa mujer pirata, quizá, de todos los tiempos. El terror, allá por 1718, de los galeones españoles, buques cargados de tesoros de Las Indias que buscaban esquivar a los piratas ingleses y llegar a salvo a Europa en una época en que la población de asaltantes de alta mar rondaba los 2.000 solamente en el Caribe. La leyenda de Mary (tan temida como su compañera, Anne Bonny) quedó sepultada bajo toneladas de historias de piratas barbudos. [...]
Hija ilegítima de una inglesa, Mary nació hacia 1690 en Plymouth, Inglaterra, y creció reemplazando a su hermanito, muerto al poco tiempo de nacer. Obligada a vestir como un varón desde el primer día de vida, se acostumbró a andar por casa sin la vanidad de las señoritas. La treta fue idea de su madre para convencer a su suegra de que el niño seguía vivo y así poder recibir de ella ua corona semanal.
Cuando murió su abuela, la pequeña Mary, todavía vestida de muchacho, fue lacayo de una francesa, pero pronto se hartó y decidió alistarse en el ejército. Ingresó en un regimiento, donde pasó unos meses que le templaron aún más el carácter. Lo que no anticipó es que su compañero de tienda de campaña le robara el corazón. Ésto aplazó su cita con la piratería pero no la canceló.
Mary, con la mente turbia por la infatuación, le reveló el gran secreto a su amor y confesó ser una mujer. El joven soldado pasó del estupor a la complacencia y ambos decidieron casarse. Desde ese momento, Mr. Read, muchacho hosco y con voz impostada, asumió el papel de esposa y empezó a usar vestidos por primera vez. Juntos abrieron un hotel, el Three Horseshoes, pero justo cuand creía que su pasado de mascaradas estaba enterrado, el esposo murió.
Sin pensárselo mucho, Mary, con alma guerrera, tiró los vestidos a la basura y volvió a su atuendo de pantalón y camisa. El siglo XVIII no era una época feliz para las viudas. En cuanto pudo se sumó a la tripulación de un barco mercante holandés. El minutero se acercaba al momento en que el barco pirata capitaneado por Jack Rackham les tomaría por asalto y permitiría que Mary Read, travestida como marinero británico, se sumara a la tripulación.
Jack viajaba con Anne Bonny, quien también vestía como hombre ante los demás miembros de la tripulación. Fue en este cruce de caminos cuando comenzó a forjarse la reputación de Mary Read como la pirata Sedienta de Sangre.
Anne Bonny era famosa por su voracidad sexual -revelaba su sexo sólo a sus amantes-, y bajo esta batuta empezó a cortejar a Mary, convencida de que su presa no era más que un joven incauto. En el momento álgido de la seducción, Anne le mostró su cuerpo desnudo y Mary no tuvo otra opción que revelar también su verdadera identidad. Dos mujeres. Dos piratas.
Las versiones de esta escena son variopintas. Algunos historiadores no escatiman en tintes lujuriosos de encuentros lésbicos, mientras otros optan por describir la decepción de Anne, a quien no le quedó más opción que convertirse en una gran amiga de Mary. Independientemente de lo que ocurrió en esa alcoba, la verdad es que el capitán montó en cólera por la excesiva atención que Anne mostraba al chico inglés. Se sabe incluso que Jack Rackham decidió ajusticiar al supuesto amante, al encontrarlo en la cama con su mujer. Anne, para deshacer el entuerto, se apresuró a abrirle la camisa a Mary, aplacando así la ira del capitán.
Disfrazadas, estas féminas de tres siglos atrás cubrieron sus cabellos y sus pechos con vendas e igualaron a los otros piratas en vulgaridad lingüística y en resistencia a la hora de empinar el codo. Así lo narró un cazapiratas que los encontró en plena celebración de barriles de ron y los llevó a las autoridades. Al capitán Rackham lo ahorcaron a los pocos días de la redada. Durante el juicio por robo, las dos Gatas furiosas del infierno no pidieron clemencia y fueron declaradas culpables. Ante la inminencia de la horca revelaron estar embarazadas. La condena se postergó.
La línea de la vida de Mary Read, definida al principio, se difumina y se convierte en leyenda hacia el final. Según algunos historiadores, se le perdonó la vida tras la condena por piratería, pero falleció luego, en el parto. Otros dicen que escapó.
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