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martes, junio 7

CCD, el ojo digital

(Un artículo de Ricard González leído en la sección de efemérides del Mundo del 15 de mayo. A propósito de Willard S. Boyle, que murió el 7 de mayo de 2011)

Durante su larga carrera como científico, Willard Boyle realizó numerosas contribuciones al progreso del conocimiento humano. Pero ninguna impactó tanto en la vida cotidiana de centenares de millones de personas como la invención del CCD, un dispositivo que se encuentra en todas las cámaras digitales de fotografía, de video, e incluso telescopios. Falleció a causa de un fallo renal en Truro (Canadá).

El descubrimiento del CCD, que realizó junto a su colega George Smith mientras trabajaban en los laboratorios Bell, le valió la consecución del nobel de física en 2009. El CCD (Charged Coupled Device) es también conocido como "ojo digital", a causa de sus numerosas aplicaciones en todo tipo de máquinas relacionadas con la imagen, desde los escáneres que utilizan los ordenadores, a las televisiones de alta definición, o los lectores de códigos de barras de los supermercados.

La tecnología se basa en el "efecto fotoeléctrico", un fenómeno descubierto por Albert Einstein, y que consiste en la generación de una corriente en un metal cuando éste refleja una luz. En concreto, el CCD funciona captando la luz, almacenándola, y luego proyectándola para convertirla en descargas eléctricas. Ello permite que las imágenes se puedan conservar en dispositivos electrónicos, en lugar de películas, como sucedía antes de la revolución digital.

Willard Sterling Boyle nació en Nueva Escocia, pero cuando tenía 3 años sus padres se desplazaron al norte de Quebec, donde su padre, que era médico, estableció su consulta. Entró en el ejército canadiense, donde aprendió a pilotar el Spitfire, el célebre bombardero inglés de la II Guerra Mundial. Sin embargo, el mundo académico le interesaba más que el militar, por lo que aceptó una beca en la Universidad McGill de Montreal para estudiar las radiaciones. Después de dar clases en una universidad militar, en 1953, ingresó en los laboratorios Bell para dedicarse exclusivamente a la investigación científica.

Su primer gran descubrimiento, en 1962, fue el del primer láser que se utilizó en medicina, y que era capaz de emitir un rayo de luz de forma intermitente. Unos meses más tarde, recibió el encargo de la NASA, para la que Bell ejercía de contratista, de ayudar a seleccionar los lugares exactos para que aterrizaran las misiones humanas de exploración de la Luna.

Algunos de sus compañeros de laboratorio reclamaron que fueron ellos quienes se habían dado cuenta del potencial del nuevo dispositivo en la tecnología de la imagen. Boyle siempre defendió su paternidad del revolucionario aparato, y el hecho de que fueran él y Smith quienes patentaron el descubrimiento fue decisivo para abrirles la puerta a su nobel compartido.

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