El velcro, "víctima" militar
(Un artículo de Pablo Pardo en El Mundo del 17 de junio de 2010 y que sigue siendo válido)
A veces, unas Fuerzas Armadas diseñadas para la III Guerra Mundial son demasiado sofisticadas para combatir a ejércitos de soldados suicidas y de burros-bomba. Es algo que los soldados estadounidenses en Irak y Afganistán llevan comprobando desde el 11S, y que se ha cobrado una serie de víctimas entre algunos de los elementos más sofisticados de su material. La última baja: el velcro. A partir de ahora, ese material, utilizado en los bolsillos de los pantalones de los militares, va a ser substituido por los clásicos botones.
¿La razón? El velcro se llena de arena y deja de funcionar. No sólo eso: abrir un bolsillo cerrado con velcro hace ruido y en guerras sin frentes de batalla definidos en los que los combates son sólo escaramuzas, cuanto más silencioso sea unao, mejor. En tercer lugar, el velcro puede ceder si un bolsillo va lleno hasta los topes y, finalmente, cuando las guerras duran años y los uniformes son lavados cientos de veces, el velcro acaba desintegrándose. Por si fuera poco, es más fácil reponer un botón que una tira de velcro.
Todos esos motivos son los que hacen que un 60% de los militares estadounidenses prefieran volver a los botones, mientras que apenas el 11% opten por el velcro.
Este cambio es sólo el último en una serie de arreglos sobre la marcha -a veces rayanos en la chapuza- que los soldados de E.E.U.U. han tenido que realizar desde que llegaron a los desiertos de Oriente Medio y Asia Central. Así, en el documental El Palacio del Cañonero, uno de los primeros realizados sobre Irak, se ve a los soldados de E.E.U.U. yendo a basureros en Bagdag para agarrar trozos de metal con los que substituir sus chalecos antibalas, totalmente ineficientes contra la resistencia iraquí.
En otros casos, esa misma basura fue utilizada para reforzar los Humvees, los gigantescos jeeps del ejército y la infantería de Marina de E.E.U.U., unos vehículos espectaculares pero sin apenas blindaje. Finalmente el Pentágono decidió reforzar los Humvees, pero a cambio esos todoterrenos perdieron movilidad y velocidad de forma dramática.
En algunas ocasiones, la arena del desierto ha llegado a ocasionar situaciones verdaderamente rocambolescas. Así, según ha podido saber El Mundo, el 519º Batallón de Inteligencia Militar del Ejército de tierra de E.E.U.U. compró, el verano del 2003, decenas de fusiles de asalto AK-47 a ciudadanos iraquíes en Kirkuk, en el norte del país. La razón de esas prácticas, absolutamente prohibidas por los códigos militares, era que los sofisticados M-16 de los estadounidenses se atascaban con la arena del desierto, y los venerables AK-47, diseñados en 1944 en la Unión Soviética de Stalin, funcionaban mucho mejor.
En todo caso, el experimento se acabó cuando, a las pocas semanas, el batallón fue transferido a Tikrit, la ciudad natal de Sadam Husein, en la que había una gran base estadounidense y además numerosos periodistas. Según un soldado de la unidad, "los generales no querían ni vernos con un kalashnikov y, sobre todo, no podían tolerar que un periodista nos viera utilizando que, no sólo no eran reglamentarias, sino que eran las más utilizadas por las guerrillas iraquíes".
Otros sistemas ultrasofisticados que se han revelado ineficaces en el campo de batalla han sido algunos equipos de visión nocturna. Aunque esos sistemas funcionan bien en situaciones de oscuridad, si se utilizan en áreas urbanas donde hay farolas o luces de viviendas, pueden acabar creando una neblina que no permite a los soldados ver absolutamente nada. En la lucha contra las guerrillas urbanas en Irak, los estadounidenses han llegado a deshacerse de esos aparatos para apuntar a ojo y al menos ver a quién están disparando.
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