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sábado, septiembre 3

Música y estadísticas

(Un artículo de Rubén Amón leído en El Mundo del 13 de marzo de 2011)

El maestro ruso Valery Gergiev figura como el director de orquesta más solicitado, tanto por las agrupaciones de las que es titular -Mariinski, Sinfónica de Londres- como por la ubicuidad en giras y orquestas invitadas.

La iniciativa del sondeo corresponde a una reputada página web, www.bachtrack.com, y al alcance de unas estadísticas exhaustivas realizadas entre 11.724 espectáculos sinfónicos y 5.800 funciones de ópera al abrigo de los principales auditorios del planeta.

Rafael Frühbeck de Burgos, casi octogenario, ha obtenido un hueco en séptimo lugar gracias a los 58 espectáculos que ofreció la temporada pasada encima del podio.

En el capítulo de compositores, la respuesta es Beethoven. Y la conclusión. Quiere decirse que aparece en la cabeza de la clasificación oficiosa que reconoce a los compositores más habituales y apreciados en las salas de conciertos occidentales durante el ejercicio de 2010.

Beethoven se cuela con alguna obra en 1.576 interpretaciones, aventajando cómodamente a Wolfgang Amadeus Mozart (1.260). La tercera plaza puede considerarse una sorpresa. Ni Bach (902) ni Brahms (879) disputan la medalla de bronce a Robert Schumann, cuyo protagonismo en 953 conciertos abre significativas distancias con las marcas de Haydn (648), Schubert (645), Tchaikovsky (607), Chopin (569) y Gustav Malher (562).

El cuadro de honor también se explica desde el furor conmemorativo. Particularmente en los casos de Schumann y Chopin, a quienes ha beneficiado la celebración del bicentenario de su nacimiento a lo largo del 2010.

El liderazgo de Beethoven (1770-1827) no sólo concierne a su grado de exposición, llamémoslo absoluto, en las salas de conciertos. Resulta que cinco de sus obras forman parte de las 10 más escuchadas y programadas. Y no precisamente la célebre Novena, quizá porque requiere más medios -el coro y los solistas- que las ocho anteriores.

Es verdad que el Mesías de Haendel se cuelga la medalla de oro de la clasificación, pero el repertorio de Beethoven acapara la lista con la Séptima sinfonía (medalla de plata), la Sexta (quinto lugar), el Concierto para piano nº 4 (séptimo puesto), la Quinta (octavo puesto) y el Concierto para piano nº 5 (novena plaza).

El protagonismo de Beethoven deja poco espacio a sus colegas. Malher posiciona su Primera Sinfonía en la tercera plaza mientras que los Conciertos para piano nº 1 y nº 2 de Chopin se ubican respectivamente en sexto y cuarto lugar. La décima y última plaza corresponde a la Sinfonía Fantástica de Berlioz, de tal manera que las grandes obras orquestales de Brahms, Schubert o Tchaikovsky no logran abrirse un camino en los diez primeros puestos de las salas de conciertos mundiales.

Unos y otros datos llevan a la reflexión. Y no tanto por cuestionar la grandeza de Beethoven, de sus coetáneos y de los grandes compositores románticos, sino porque el peso del patrimonio histórico no deja demasiado espacio a la música contemporánea. Se desprende que el público de los conciertos es mayoritariamente conservador en sus gustos y tendencias. Los vanguardistas del siglo XX -Béla Bártok, Stravinsky o Shostakovich- son incapaces de rivalizar con los compositores precedentes.

El adjetivo conservador es aún más evidente en cuanto concierne al repertorio operístico. Para desgranarlo y desglosarlo, el estudio ha tomado como espacio de análisis prácticamente 6.000 funciones líricas.

Puccini conserva el primado gracias a La Bohème, pero Mozart acapara buena parte de la lista de las diez óperas más representadas merced a las Bodas de Fígaro -segunda por delante de Carmen-, Don Giovanni -sexta- y La Flauta Mágica -séptima-. El resto de la clasificación queda a cargo de Puccini (Tosca y Madame Butterfly) y de Verdi (La Traviata y Rigoletto). Sorprende, por otra parte, que ningún título wagneriano aparezca entre los diez primeros. Y llama la atención que la ópera más moderna de la lista se haya escrito en el remoto 1904, a saber, el estreno de Butterfly.

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