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domingo, diciembre 11

Hollywood cumple 100 años (II)

(Sigo donde lo dejé ayer)

La mujer que inauguró ese proceso de identificación entre las estrellas y el público participó en más de 270 películas pero casi nadie se acuerda de ella. Su influjo, sin embargo, ha sido colosal porque fue la primera estrella holliwoodiense. Desde los 12 años llevó una vida de zíngara con la compañía de teatro de su madre. En 1906, a los 20 años, rodó su primera película: Daniel Boone or Pioneer days in America. Se ganó el papel porque era la única que se atrevía a galopar a lomos de caballos cimarrones. Le pagaron cinco dólares al día por dos semanas de rodaje, pero mejor eso que andar vagabundeando por los pueblos.

Al año siguiente apareció en otras 38 cintas. Ganaba 20 dólares a la semana cuando Griffith, director en la Biograph, le ofreció protagonizar La chica y el forajido por 25 semanales; ella saltó de alegría porque paladeó el gusto de la gloria que le esperaba. Tuvo éxito, se casó con el protagonista masculino, Harry Solter, y rodó otras 60 películas dirigidas por Griffith; pero como no había títulos de crédito, nadie conocía su nombre.

Levemente neumática, como marcaban los cánones de belleza de la época, Florence rompía el molde, porque era rebelde, adelantada y visionaria. La historia de su vida la cuenta Kelly R. Brown en Florence Lawrence, the Biograph girl: America's first movie star. Linda Arvidson, la mujer de Griffith, escribió de ella: "las películas eran su aliento vital. Después de un día duro nunca estaba tan cansada como para dejar de ir corriendo a ver las escenas que había rodado ese día". No sólo tenía instinto para seducir a la cámara sino que se negaba a ser doblada en las escenas de riesgo.

Inquieta, feminista ardiente y sufragista militante, tomó parte en la manifestación de 1913 en Washington para exigir la igualdad de derechos entre los sexos. Además, le gustaba pilotar coches y también abrir el capó, pringarse de grasa y reparar con sus propias manos las averías del cigüeñal. La mecánica fue más que un pasatiempo. Entre rodaje y rodaje, inventó las luces intermitentes y de freno; y, en colaboración con su madre, la actriz de vodevil Lotta Lawrence, creó el primer limpiaparabrisas automático.

Cuando alcanzó un caché de 500 dólares a la semana hizo realidad el sueño de su vida: compró en River Vale, Nueva Jersey, una finca de 20 hectáreas para cultivar rosas. Después, rompió su primer matrimonio, volvió a la pantalla tras varios años de ausencia y declaró: "Sí, todavía estoy casada, pero hace tiempo que no ejerzo. Estar en casa todo el día y estar preparada de noche con una sonrisa boba no es el ideal de mi existencia. Hay que tener una inteligencia de tercera fila para estar sin hacer nada". Pese a todo, pasó por el altar en otras dos ocasiones.

En 1915, mientras rodaba para la Universal Pawns of Destiny, el estudio comenzó a arder y el fuego alcanzó primero su cabello y después otras zonas de su anatomía. La productora se negó a pagar los gastos médicos y Florence, que estuvo bajo el shock varios meses, se sintió traicionada. Volvió al trabajo, pero ya no era la misma. Aunque sólo tenía 29 años, no volvió a ser una star above the titles. Su lugar en el firmamento de Hollywood lo ocuparon otras estrellas [...]

Su tercer marido la maltrataba y Florence tuvo arrestos y dignidad para ponerle las maletas en la puerta; el matrimonio sólo duró cinco meses. Ya no le daban papeles principales y el público empezaba a olvidarla, de manera que fundó una industria de cosméticos, pero también esa aventura terminó pronto y mal. Como si fuera cierto que las desgracias nunca vienen solas, su madre murió en 1929 y la Gran Depresión volatilizó sus ahorros.

Sola, deprimida y enferma de mielofibrosis, una rara enfermedad de los huesos, la encontraron inconsciente en la cama de su apartamento de West Hollywood en la Navidad de 1938. Había tomado un veneno para hormigas. Murió pocas horas después y la enterraron en una tumba sin lápida y sin flores. [...] En 1991, un admirador anónimo (se cree que el actor Roddy McDowall) hizo colocar sobre su tumba una lápida con esa inscripción: "Florence Lawrence, la chica Biograph. La primera movie star".

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