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martes, junio 26

El limpiabotas que inspiró Drácula II

(sigue...)

Lo primero que le contó Vambery no fue un cuento, sino un documento histórico: el Visum et repertum, un informe macabro firmado por médicos del ejército serbio en 1732 sobre un supuesto caso de vampirismo en la perdida aldea de Medvedjia. Las autoridades abrieron una investigación ante las noticias sobre una plaga de chupasangres iniciada por Arnod Paole, un partisano muerto al que los lugareños tuvieron que exhumar para atravesarle el pecho con una estaca. Los médicos removieron otras tumbas, avalaron la existencia de otros vampiros y autorizaron a los gitanos del villorrio a decapitarlos y quemar sus cuerpos.

Arminius Vambery conocía bien ese lugar y también los mitos y leyendas que en Europa oriental referían el pánico a los muertos que no lo estaban del todo, los hijos de la oscuridad que salían de sus tumbas sedientos de sangre humana: los vrikolakas griegos de los que habla Platón en La República, los nosferatus y strigoi rumanos, los talamaur melanesios, los vetala de la India, los pennanggalen malayos, los asambosam africanos, los licántropos de todas partes, los libertinos satánicos de todos los tiempos. Pero lo que más impresionó a Stoker fueron las historias que Vambery le contó sobre Vlad Draculea, el príncipe de Transilvania a quien sus víctimas llamaron Tepes, que significa Empalador.

En justo reconocimiento, Bram Stoker cita a Vambery en su novela.Cuando el doctor holandés Abraham Van Helsing busca una detallada descripción del conde demoniaco pide ayuda a su amigo Arminius, de la Universidad de Budapest. Como en un juego de espejos, el auténtico Arminius Vambery suministra información sobre el auténtico Drácula. A Stoker le gustaban esos juegos de realidades enfrentadas a trampantojos, por eso reparó en que en la mayoría de las enciclopedias que consultaba las entradas Vambery y vampiro estaban yuxtapuestas. ¿Quién era el profesor Vambery y por qué sabía tanto? Su azarosa vida la cuenta él mismo en varios libros autobiográficos y la resume Tom Reiss en El orientalista (Ed.Anagrama,2007). Arminius Vambery –o Hermann Wamberger, que fue su nombre de nacimiento–
era hijo de un talmudista húngaro pobre y vino al mundo en 1831 o 1832, él mismo no lo sabía. Como uno de los personajes menudos de Dickens, se buscó la vida como limpiabotas y también como un héroe de folletín salió del arroyo. Tenía tanta facilidad para los idiomas que a los 16 años había aprendido por su cuenta latín, francés y alemán. Pronto aprendería inglés, ruso, serbio, lenguas escandinavas y algunas otras. Aún muy joven viajó a Constantinopla, donde se ganó la vida como tutor y traductor. Aunque a menudo no tenía un céntimo, pronto se convirtió en el huésped invitado de diversos pachás,quienes valoraban el conocimiento que poseía de su cultura de elite. Los pachás elogiaron su elocuencia y por su poliglotía le concedieron el título honorífico de Reshid Effendi, que significa valiente y honesto.

(Mañana termina)