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domingo, agosto 5

Calatayud y su comarca I

(Un artículo en la revista Paisajes de abril del 2009 -no he encontrado el autor-)

La más alta de las torres de Calatayud es la de la colegiata de Santa María la Mayor, del siglo XVI, Mudéjar Patrimonio de la Humanidad, octogonal, de una factura impecable e impo nente de verdad. Está construida de ladrillos y decorada con filigranas. Hay que elevar la vista hasta doblar el cuello todo lo que se pueda (pues llega a los 68 metros) y quedarse ensimismado admirando su grandeza. Será el primer encuentro con el mudéjar, una palabra y un arte que nos acompañará en toda la ruta por la ciudad y también por la comarca.

El término mudéjar significa 'al que se le ha permitido quedarse', en referencia a los musulmanes que se convirtieron al cristianismo en la Edad Media. Ellos crearon este estilo arquitectónico, que está considerado como el más genuino de la época. La segunda torre que despunta en Calatayud es la del templo de San Andrés, otra iglesia importante es la de San Pedro de los Francos donde se nombró infante al que seria Fernando el Católico, y no muy lejos está la iglesia barroca de San Juan el Real, que conserva frescos de Francisco de Goya. El conjunto monumental de la capital de la comarca zaragozana se completa con palacios y casas señoriales, su coqueta judería, y los restos de alguno de loa cinco castillos que llegó a tener y que estaban unidos entre si por una muralla sal­picada de torreones. De hecho, el nombre viene de ahí: Calatayud, el castillo de Ayyub.

Callejear por la ciudad es una delicia. La plaza de España, conocida como plaza del Mercado, llama poderosamente la atención con sus fachadas a distintas alturas, con las ventanas descuadradas y los antiguos soportales de columnas. Pero podemos estar tranquilos, van a seguir en pie por muchos siglos más. A pocos pasos se llega a la zona del conjunto fortificado islámico, y coronando el antiguo barrio judío se alza el castillo de Doña Martina. Al bajar desde el castillo mayor, el de Ayyub, el que ofrece las mejo­res vistas, se cruza la morería, señalizada con azulejos con el dibujo de la media luna. La cruz es para el barrio cristiano y con la estrella se indican las calles de la judería, donde aún quedan las puertas de acceso a la antigua sinagoga Mayor.

Bílbilis. El gentilicio de Calatayud es bien curioso: bil­bilitanos son los nacidos aquí, y el nombre viene del pueblo celtíbero-romano de Bilbilis Augusta. El yacimiento (www.yacimientode­bilbilis.com) se encuentra a unos cuatro kiló­metros de Calatayud, en el cerro de la Bám­bola, y conserva restos del templo, el teatro, foro, termas y casas. La visita con guía se reserva en el ayuntamiento. Pero hay otros dos yacimientos incluidos en la Ruta de la Celtiberia que pronto tendrá el mismo rango que el de Santiago o el de la Plata. Segeda está en la ribera del Perejiles, y el otro es Arcó­briga, una impresionante ciudad romana en Monrreal de Ariza, en la frontera con Soria.

Un total de quince ríos recorren y surcan toda la Comarca de Calatayud: Jalón, Mesa, Piedra, Manubles, Ortiz, Jiloca, Perejiles, Grío, Ribota, Aranda, Isuela, Carabantes, Nájima, Henar y Monegrillo. Y el agua también aparece, refrescante, en cascadas, embalses, acequias, cruzando bajo sencillos puentes y moviendo viejas norias y molinos. Los pueblos de la comarca han crecido en torno a las principales riberas y sus balnearios han sido y siguen siendo un gran reclamo turlstico.

El río Jalón acoge a todos los ríos de la comarca. Discurre justo por el centro y la cruza entera. Después de éste, el Mesa, el Piedra y el Manubles forman el trio más importante. Para adentrarse en la comarca, un buen comienzo será conocer el famoso Monasterio de Piedra (www.monasteriopiedra.com), en Nuévalos. La visita se divide en dos partes. Por un lado, el edificio, en el que destaca el claustro cisterciense de transición del románico al gótico. La visita es guiada y recorre algunas dependencias, como la sala capitular, con policromados, los altares, la cocina o el magnífico 'sillar'. También acoge el Museo del Vino de la D.O. Calatayud y es muy curioso su Museo de Carruajes, que conserva las viejas carretas, o diligencias que transportaban a losviajeros desde Alhama de Aragón. Otra curiosidad: aquí se elaboró el primer chocolate de Europa.

La segunda zona es el parque natural. En primavera está esplendoroso. El recorrido (es libre y hay que seguir las señales) de unos cuatro kilómetros se realiza en un par de horas -entre bromas dicen que a paso de enamorados se tarda tres horas- y hay quien viene a pasar el día. Antiguamente eran los huertos de los monjes y ahora es un un jardín romántico del siglo XIX, con árboles monumentales, como los fresnos, que aquí se conocen como rocales, y almeces o hayatos. El monasterio es el refugio, también, de algunos pajaros singulares, como el mirlo acuatico, que necesita aguas muy puras para vivir y aquí las encuentra, y los picogordos, muy raros en Aragón, pues sólo crian en cinco o seis sitios, y uno es este.

Las cascadas, los saltos de agua que va formando el río Piedra, son la gran atracción y reciben nombres originales. Si empezamos por arriba, están Los Vadillos, sigue con la TIinidad, la Caprichosa, El bafia de Diana, la Cola de Caballo y los Chorreaderos. En cada zona se pueden observar las formas caprichosas que origina la cal del agua. Y es que el río Piedra se llama así porque es el que más concentración de cal tiene en sus aguas y, al precipitarse, petrifica lo que toca.