Romeo y Julieta: una larga lista de equívocos
(Extraído de un artículo de Irene Hernández Velasco en El
Mundo del 29 de agosto de 2010)
'Romeo
y Julieta', la tragedia de amor por antonomasia, es el fruto de un buen número
de malentendidos históricos: empezando por el balcón más famoso de Verona, que
existe desde hace sólo 75 años. La supuesta rivalidad entre las dos familias
veronesas también es absolutamente falsa. Y hasta la elección de Verona como
escenario es una confusión...
En realidad, el mito de Romeo y Julieta procede de Siena,
donde nació la leyenda de los amantes desdichados, recogida en el siglo XV por
el escritor Masuccio Salermitano en un cuento. Su relato inspiró a su vez a
otro escritor italiano, Luigi Da Porto, quien en 1530 trasladó la trama a
Verona. Da Porto, como protagonistas de la historia, eligió a dos jóvenes de la
nobleza local, Romeo Montecchi y Julieta Cappelletti, basándose en unos versos
de la 'Divina Comedia' en los que Dante habla de la disputa comercial y
política entre Montecchi y los Cappelletti.
Otro error: los que de verdad se odiaban eran los
Montecchi de Verona y los Cappelletti de Cremona. Los Cappelletti (luego
Capuleto) de Verona jamás estuvieron enemistados con sus vecinos. ¿Y la casa?
Data del siglo XIII y fue efectivamente propiedad de la familia Cappelletti.
Punto y final. En 1935 fue astutamente restaurada a fin de dotarla de una
atmósfera shakespearíana. Fue entonces cuando se le añadió el célebre balcón.
Da lo mismo. Millones de turistas han visitado los 'lugares santos' de Romeo y
Julieta (incluidos Lord Byron y Charles Dickens, entre otros).
[…] desde [2009] es posible casarse en los lugares
más emblemáticos del que, sin duda alguna, está considerado como el drama de
amor más famoso del la historia. Para poder disfrutar de ese privilegio sólo
hay que echar mano de la cartera y pagar: 800 euros los ciudadanos de la Unión
Europea, 1.000 euros los extracomunitarios y 600 euros los residentes en
Verona. El precio, se entiende, es sólo por la ceremonia civil en el
mar-co-in-com-pa-ra-ble que ofrece la casa de Julieta o en el monasterio en el
que según la tradición la joven fue enterrada. Todo lo demás (el banquete, las
fotos, las flores, las invitaciones...) se paga aparte. […] «Sólo parejas
heterosexuales», advierte Angelini. […]
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