Almogávares, ¿aragoneses o catalanes?
(Un artículo de
Guillermo Fatás en el Heraldo de Aragón del 8 de septiembre de 2013)
Otro curso más con la
cansina anécdota escolar de los reyes 'catalanes' y demás pruritos
nacionalistas. Les toca este año la pedrea a los almogávares y sus 'barras de
Catalunya'. Los almogávares hacían algaras, incursiones de saqueo en suelo
enemigo. No eran específicos de Aragón, aunque los de su Corona cobraron gran
fama. Ya antes de la unión de las Casas de Aragón y Barcelona, luchaban para el
rey aragonés: Zurita dice que Alfonso I llamó a una «gente plática [práctica]
en la guerra y muy ejercitada en ella, que llamaban almogávares, para que
estuviesen en frontera contra los moros de Zaragoza».
Acabaron siendo tropas
profesionales, mercenarios aguerridos y temibles, sobre todo de infantería
ligera. En la conquista de Valencia hay una «cumpanya d'almugavers» al mando
del aragonés Guillén de Aguilón, practicando matanzas y pillajes, por lo que
Jaime I «foch molt yrat», fue muy airado. Esta conducta bárbara se repitió con
Pedro III en tierras gerundenses, pero, como otras veces, su alto valor bélico
les valió, finalmente, el perdón regio.
¿Catalanes o aragoneses?
La historiografía regional vive disputas sobre la condición aragonesa o
catalana de los almogávares en los siglos XIII y XIV. Hubo muchos aragoneses
entre esos guerreros y sus caudillos principales eran de variado origen: De
Flor, italoalemán; De Lauria, itálico; Entenza, de linaje aragonés; Rocafort,
ampurdanés o morellano. El contingente catalán era numeroso y su lengua, la
dominante, pero el nombre de Compañía Catalana obedece a una razón de otro
tipo: los bizantinos, en la otra punta del Mediterráneo, no conocían a los
aragoneses y sí a los catalanes, por su actividad náutica y mercantil, y
llamaron al todo por la parte conocida. Algo parecido a lo que sucede en Europa
con los 'ingleses', que a menudo resultan ser galeses, escoceses o
norirlandeses. Los almogávares se autodesignaban en los documentos como ‘Universitas
exercitus Francorum', comunidad del ejército de francos ('francos', además de
libres, eran en Oriente los cruzados en general). Había muchos naturales de
Aragón, incluidos bastantes jefes (Arenós, Palacín, Abonés, Orós, Bergua...).
El cronista almogávar Ramón Muntaner, ampurdanés, cita cómo «los catalans e
aragonesos» en la batalla «cridaren Aragó, Aragó»; o que sus embajadas a
Constantinopla eran mixtas de catalanes y aragoneses.
Eran «gent del rey d’Aragó».
En 1351, Pedro IV escribía a los «nobilibus, dilectis ac fidelibus
Aragonensibus et Cathalanis in partibus Romanie» (en tierras de Bizancio). No
faltaron en su tropa bizantinos, alanos y aun turcos. La 'Compañía' se rigió
por los «foros Aragoniae vel consuetudines Barchinoniae», es decir, por los
Fueros aragoneses y los 'Usatges' barceloneses.
Su primera gran
participación exterior fue en Sicilia, para defender los intereses de la rama
siciliana de la Casa de Aragón frente a la francesa de Anjou y al papado, sus
enemigos. Los mandó Roger de Lauria (Lauria es una ciudad de Italia),
profesional de la guerra por tierra y mar. El emperador bizantino apoyó a
Aragón frente a Francia y el papado, que eran hostiles a su Imperio. Resuelto
el caso siciliano en 1302, los almogávares, sin cometido bélico (y sin botín,
por lo tanto), eran un serio peligro. Muntaner cuenta lo que pensaba su nuevo
caudillo, Roger de Flor (Rutger von Bluro, en su alemán paterno): «Los
catalanes y aragoneses que han servido al rey, como no les pueda dar nada, le
harán sufrir un gran problema», pues «sens menjar no poden viure».
Al fin, el emperador de
Bizancio los contrató para ir contra los fieros turcos. De esto hizo Sender su
hermosa novela 'Bizancio'. La expedición requirió 36 naves, cuyos ocupantes «tots
eren cathalans e aragonesos». Había otros almogávares (en Sicilia, en el
Pirineo, en Algeciras, en Mallorca y en Italia), pero los famosos fueron en la
'Compañía' y eran, como se ve, catalanes y aragoneses. De Flor fue asesinado
por los bizantinos que lo habían contratado. Su sucesor, Berenguer de Entenza,
era de linaje aragonés (Entenza era un castillo ribagorzano) que se expandió hacia
el sur; un Entenza luchó en Teruel en 1171 y otro asistió a las Cortes de
Aragón en 1236. Entenza, furioso, atacó Constantinopla y, tras ser
descuartizados sus heraldos durante una embajada, las represalias fueron de tal
envergadura que se las llamó en Bizancio 'Venganza catalana', por lo dicho: era
el modo griego de llamarlos (también los llamaban «turba de ladrones»).
Asesinado Entenza, los
mercenarios sirvieron a señores locales en Grecia. El nuevo, competente y
despótico caudillo, Bernardo de Rocafort, fue a su vez traicionado. En 1311,
los almogávares se volvieron contra su contratante de turno, el duque Gualterio
de Atenas, se adueñaron de su ducado y, desde él, del de Neopatria, en el sur de
Tesalia; y de Morea, en el Peloponeso. El anómalo estado almogávar de Atenas y
Neopatria, puesto bajo la lejana soberanía del rey de Aragón, perduró ocho
decenios, hasta 1390. Allí hubo catalanes (muchos) y aragoneses (bastantes). No
cuesta tanto saberlo ni debería costar reconocerlo.
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