Musas: la voz cantante III
(Un texto de Isabel Navarro en la revista Mujer de Hoy del 2 de agosto
de 2008)
Gustav Mahler & Alma
Schindler
A finales del siglo XIX, Viena era una fiesta y las mujeres bellas como
Alma Schindler no tenían por qué esconder su inteligencia bajo las enaguas. Ella
pintaba y componía, era idealista y fascinó a los grandes hombres de la escena
artística centroeuropea, pero al descubrir a Gustav Mahler quedó paralizada por
la admiración. Alma tenía 21 años y él de 42, era el director de la Ópera de
Viena.
Los términos de su matrimonio incluían que la musa se dedicara en exclusiva
al matrimonio. Ella aceptó con devoción al principio, pero terminó hastiada. En
su autobiografía, Alma se queja del egocentrismo de su marido, adusto y
aburrido. Sin embargo, Mahler la amó profundamente; el famoso Adagietto de la
Sinfonía nº 5 y varios pasajes de la Octava eran retratos musicales de su
mujer.
Tras perder a una de sus hijas, Alma acude a reponerse de la depresión
a un balneario y conoce a Walter Gropius, el fundador de la Bauhaus. Se
enamoran y viven un ardiente romance clandestino. Un mes más tarde, en un
lapsus, Gropius dirige a Gustav una de las cartas de amor para Alma. Mahler la
lee y cae en la desesperación. Ella se conmueve y decide seguir á su lado, pero
ya no le ama y ve a Gropius a escondidas. La angustia emocional de Mahler en aquellos
días quedó plasmada en tres movimientos de la obra que estaba componiendo, la Sinfonía
nº 10, que nunca negó a terminar.
Palabra de músico
"El más alto éxtasis, la fuerza más gozosa de la vida y el deseo
más ardiente de muerte, estos temas reinan en mi corazón y, a menudo, se alternan
de un momento a otro".
Etiquetas: Pongámosle música
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