Meteduras de pata: el vagón no cabe en el andén
(Un texto leído en el El País del 23 de mayo de 2014)
En la tradición cómica de aquel que vendió el coche para comprar
gasolina, o de los que construyeron aeropuertos sin aviones (Castellón) y
bibliotecas sin libros (Vila-real), los responsables franceses del ferrocarril
han encargado 2.000 vagones de tren más anchos que las estaciones por las que
transitan. Dos empresas públicas (la RFF, que se encarga de la red férrea, y la
SNCF, responsable de los trenes) comparten el entuerto que la propia ministra
de Transportes, Ségoléne Royal, ha calificado de "decisión estúpida".
El coste de los trenes (15.000 millones de euros) indica más
bien que la decisión es muy estúpida,
pero enseguida han acudido los bomberos políticos a extinguir el incendio ferroviario.
Jacques Rapoport, presidente de RFF, ha explicado que no se trata de un error, sino
de un ambicioso proyecto para renovar las estaciones, por el módico coste de
otros 50 millones.
La ministra Royal no las tiene todas consigo. Ha pedido una
investigación interna y se ha indignado con los dirigentes "que están encerrados
en sus despachos parisienses sin contacto con la realidad".
Frédéric Cuvillier, secretario de Estado de Transportes, ha preferido
excusas más bíblicas. Arguye que la culpa la tiene la separación orgánica de
los ferrocarriles franceses (una forma elegante de negar el plan de Rapoport),
antes una empresa única, en RFF y SNCF; es decir, que la mano izquierda no supo
lo que hacia la derecha (literal, porque el plan es de 2009). Los ciudadanos franceses
bien pueden replicar que eso sucedió 17 años atrás y que han tenido tiempo de coordinarse.
Pero a Cuvillier todavía le quedaba un culpable en la manga: los sindicatos se
oponen a la reunificación de los hermanos
separados, RFF y SNCF. Le faltó echar mano de las universalmente reconocidas evasivas españolas: "Nos equivocamos
por bien poco” (unos 10 centímetros) y "no podemos estar en todo".
Valls, primer ministro francés, lo ha resumido certeramente:
"En Francia no hacemos política de austeridad como en España". Por el
contrario, el caso de los vagones demuestra que Paris acepta el desafío del FMI
y se dispone a subir el gasto público para impulsar la economía del euro. Para
que luego digan que Francia no es la locomotora de Europa.
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