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sábado, octubre 25

Qué fácil es ser feliz



(Un texto de Imma muñoz en el suplemento dominical de El Periódico del 25 de mayo de 2014)

Sabiduría popular: todo depende del color del cristal con el que se mira. La dicha, también, así que Rafael Santandreu, psicólogo superventas que ya nos enseñó “el arte de no amargarse la vida”, nos pone ahora “las gafas de la felicidad”. A su lado, la terapeuta artística Anna Llenas nos invita a empuñar la paleta y pintar nuestras emociones. Con ellos van a ver que ser feliz cuesta menos de lo que creían

“Cuantas más personas fuertes y felices seamos, mejor será el mundo en el que vivimos”. Lo dice Rafael Santandreu, psicólogo superventas gracias al libro El arte de no amargarse la vida (más de 200.000 ejemplares vendidos desde que apareció, en 2011, editado por Paidós), en su nuevo trabajo, Las gafas de la felicidad (Grijalbo). Santandreu se ha convertido en rostro televisivo y voz radiofónica gracias a las muchas colaboraciones mediáticas que le ha proporcionado un discurso claro y rompedor con el que no duda en dar esquinazo a la corrección política. Y suele aparecer en pantalla (las mañanas de los miércoles en La 2, por ejemplo) con camisetas con mensajes como “La vida es una ganga”, con las que pretende, en sus propias palabras, “expresar que, en contra de lo que se ha dicho, la vida no es un valle de lágrimas, ni es dura, ni nada de eso. La vida es muy fácil si tienes la cabeza bien amueblada”. Y él se ha especializado en esto del interiorismo mental.

Muchas de esas camisetas llevan la huella de una mujer con la que comparte pasión por la psicología, aunque ella tiene una trayectoria muy distinta de la de él. A Anna Llenas, la creatividad le salía por los poros, y la quiso canalizar a través de la publicidad. Se movió entre targets y brandings y brainstormings un montón de años, hasta que hace 10 decidió que no creía en lo que estaba haciendo y que mejor se concentraba en ilustrar y en formarse en psicología. Encontró la manera de fusionar ambos mundos a través de la ‘arteterapia’, y ahora, como Santandreu, cuyas ‘psicocamisetas’ diseña, ha puesto sus conocimientos en abierto en un libro: Diario de las emociones (Paidós).

De los libros de ambos, y de una larga charla con ellos, extraemos esta colección de consejos que les permitirán convertirse en sus propios terapeutas (“si alguien es capaz de cambiar con sus propias herramientas, el cambio es más potente”, dice Santandreu sobre la autoterapia) y con los que descubrirán que ser feliz no solo es posible, sino que además no cuesta tanto.

IDENTIFIQUE SUS EMOCIONES. Ahí la experta es Anna Llenas, que ha concebido un libro que Santandreu califica de “muy útil para empezar cualquier terapia, porque a la gente le cuesta mucho expresar cuáles son sus emociones, ya sea por timidez o falta de asertividad o, simplemente, porque no las distingue”. El libro de Llenas define cinco emociones básicas, con su función, su energía y su expresión: alegría, tristeza, rabia, miedo y calma. Para cada una de ellas propone ejercicios, “abiertos a que la persona se exprese como le vaya mejor, escribiendo o dibujando”, que ayudan a identificarla primero, y a gestionarla después.

“El arte, la creatividad, conecta a la persona con su parte más auténtica. De niños, dibujamos con total libertad, lo que nos sale de dentro. Luego, a medida que crecemos y la sociedad nos va diciendo lo que está bien y lo que no, nos vamos cubriendo de capas, de corazas, de defensas. Y al dibujar, ya no plasmamos lo que nos brota espontáneamente, sino lo que se espera de nosotros, lo que hará que nos digan ‘qué bonito’. Mis ejercicios están concebidos para que actúen de espejo, para que la persona sea más consciente de lo inconsciente. Al crear, si la creación es honesta, logras salvar esas capas y conectarte contigo, relacionarte con tu parte más auténtica, con tu esencia”, explica Llenas. Eso no solo deja preparada a la persona para gestionar las emociones, sino que puede ser terapéutico en sí mismo. “Mientras creas, en tu interior pasan cosas. Se generan endorfinas, se elaboran las emociones...”. Pero hay que tener algo claro: ni se identifican ni se controlan las emociones a la primera. “Por eso he querido que el libro sea un diario, que se haga día a día, con constancia. Esto solo se logra con entrenamiento”, concluye la autora.

APRENDA A MODELAR SU DISCURSO. Y confíe en su capacidad de cambio. Sí se puede. Todos tenemos una arma poderosísima para hacerlo: nuestra mente. “En la terapia cognitiva, la que yo aplico, la premisa básica es que sentimos lo que pensamos. Pero no nos damos cuenta. Decimos: ‘Fulanito me pone de los nervios’. Y creemos que es así, que lo que hace Fulanito nos pone de los nervios. Y no: lo que nos pone de los nervios es lo que nosotros nos decimos sobre lo que hace Fulanito. Nos decimos que eso es intolerable, y eso es lo que nos exaspera. En ese diálogo con nosotros mismos está la clave. Pensamos que las cosas externas determinan nuestras emociones de forma automática, pero no es así: es nuestro pensamiento quien lo hace, porque él lo tamiza todo. Si aprendemos a modular ese discurso, tendremos una herramienta bestial para lograr la felicidad: la llave de nuestras emociones”, explica Santandreu.

La pregunta es obvia: ¿y si nos ocurre algo realmente grave, como una enfermedad o un desahucio? “Yo, a quien está viviendo algo así, le digo: ‘Ok, tienes un problema. Pero si te dejas deprimir por tu diálogo interno, tendrás dos, y, por mi experiencia, el segundo puede ser peor que el primero’. Es difícil, pero hay que pensar en positivo. Tal vez sea más fácil dejarte arrastrar por tu diálogo interior, pero no es lo que te conviene”, expone el psicólogo.

EVITE LA ‘TERRIBILITIS’. Por la consulta de Santandreu han pasado personas excepcionales, talentosas, divertidas, atractivas, sumidas en profundas depresiones por una simple tartamudez. La causa: decirse a sí mismas que ese defecto al hablar, que las personas que tenían alrededor veían como una más de sus características, era “terrible” y que no lo podían soportar. “A eso yo lo llamo terribilitis o no-lo-puedo-soportitis. Y, si nos ataca esta enfermedad, sin duda desarrollaremos un trastorno de ansiedad o una depresión en poco tiempo”, dice el psicólogo en Las gafas de la felicidad. Si Stephen Hawking, un ejemplo que pone a menudo, puede ser feliz pese a lo que le limita la ELA, ¿vamos a dejar que nos amargue la vida la tartamudez?

FRENTE A LA ‘NECESITITIS’, ‘SUFICIENTIDAD’. Una pregunta que Santandreu contesta a menudo: ¿por qué en el mundo desarrollado de hoy hay más problemas emocionales que nunca? “Porque hay más abundancia material y más oportunidades. Y eso es un arma de doble filo, ya que hace que activemos la necesititis y convirtamos lo que es un deseo y una oportunidad en algo sin cuya posesión nos sentimos unos desgraciados. Y la ventaja se transforma en carga”. Frente a este fallo (“muy habitual en el ser humano”), Santandreu aboga por la suficientidad: “Darnos cuenta de que a los seres humanos nos hace falta muy poco para estar bien: comida, agua y fuego”. Y no se refiere solo a necesidades materiales: “Para algunos, si no tengo a alguien que me quiera, soy un desgraciado, o si no tengo hijos, o si no soy listo, o si no tengo una vida emocionante... ¿Y el placer de saber disfrutar de lo que sí que tienes? Las sociedades, cuanto más progresan, más neuróticas están. Por eso hay que tener la cabeza bien amueblada. Así podremos aprovechar todo lo que tenemos, pero sin necesitarlo”.
OJO CON LA SUPERMONOGAMIA. La pareja. ¡Ay, la pareja! “Lo que trae más gente a las consultas es el desamor: ‘Me han dejado y estoy hecho polvo’, resume Santandreu. Cuánto han fomentado las canciones románticas la terribilitis sentimental. Sin ti no soy nada o Me muero sin tu amor. A esto hay que añadir que, en palabras del psicólogo, “la sociedad actual sobrevalora el amor sentimental” y nos impone una supermonogamia que no tiene nada que ver con nuestras inclinaciones naturales. “Yo creo que la monogamia es un gran fallo de nuestra civilización -continúa Santandreu-, porque hace siglos y siglos que intentan hacernos monógamos, y no lo han conseguido nunca. Ni con los peores castigos. Y la idea de la supermonogamia provoca celos y rupturas de pareja absurdas”. ¿Qué es lo importante en una relación, el apoyo, la ternura y la diversión en común, o el sexo en exclusiva? Relajémonos, concluye Santandreu: “Los penes no son de platino ni las vaginas de oro”. “Si damos una importancia excesiva al sexo o a la fidelidad, estamos pervirtiendo el verdadero significado de la vida en pareja. Estamos tomando el continente por el contenido”, escribe en Las gafas de la felicidad.

EL SENTIDO DE LA VIDA ES VIVIR. “Hay una neura existencial muy grande. Pacientes que me plantean: ‘No sé de dónde venimos, adónde vamos, y eso me angustia’. Y yo les respondo: ‘¡Pero si eso es lo mejor! Pertenecemos a algo tan inconmensurable que no lo podemos entender. Y yo prefiero pertenecer a algo inmenso e importante que a algo mínimo’”. Según Santandreu, todo lo que se debe saber sobre el sentido de la vida es que formamos parte de ella y la tenemos que aceptar como es.

SIGA LAS LEYES DE LA NATURALEZA. “A veces pensamos que el mundo tendría que ser de otra manera. Por ejemplo, que no nos tendríamos que morir. Pensamos que eso sería fantástico. Yo creo que no, porque lo natural es morirse, y lo natural es lo bueno. El problema está en que no sintonizamos con la naturaleza, nos alejamos de ella. Y, como hijos suyos que somos, eso no nos hace ningún bien. El ser humano sano acepta la naturaleza: la muerte, los terremotos, los reveses de la salud... Entiende que la naturaleza está por encima de él y la respeta y la ama”, proclama. “Si volviéramos a lo natural se nos acabarían los problemas emocionales. Veríamos que no hay depresiones y no haría ninguna falta un libro como este”, remata. El ser humano que acepta la naturaleza se ahorra, además, una pasta en anticelulíticos.

DESTIERRE EL PERFECCIONISMO. Es muy loable querer hacer las cosas bien, pero la exigencia de perfección lleva al inmovilismo. Santandreu abomina de términos como eficacia (“la inventó la sociedad industrial para hacernos trabajar como mulas”, dice) y excelencia (“yo soy muy amigo de hacer las cosas mediocremente. ¡Viva el nivel medio, el ser normal!”), y con un adjetivo enmarca el perfeccionismo en un campo donde es especialmente perjudicial: la comunicación interpersonal. “El perfeccionismo comunicacional nos afecta mucho. Tenemos que decir las cosas de la manera más valiente y más adecuada y, si no, no las decimos. Así que nos callamos tantas cosas... Yo soy superfan del e-mail, del whatsapp, de las notas para decir algo que no me atrevo a decir. ¿Por qué tengo que decir las cosas perfectamente? ¡Yo soy imperfecto! ¿Qué es un poco cobarde no decirlo a la cara? Tal vez, pero ¿por qué hay que ser tan supervaliente? Yo no soy supervaliente, yo soy normal”, expone.

SEA UN POTENCIADOR, NO UN DILAPIDADOR. Lo sepamos o no, lo expresemos o no, todos tenemos la llamita de la pasión dentro. Que se apague sin llegar a iluminar nada o que nos proporcione el calor necesario para ser felices depende de nosotros: de que sepamos ser potenciadores en lugar de dilapidadores que se dejan vencer por la apatía y la pereza.

¿Cómo se logra eso? Santandreu ofrece cuatro estrategias que recomienda convertir en hábito. Las dos primeras son apuntar bien alto en nuestros objetivos, ir a buscar el excelente, y desafiarse a uno mismo, ponerse retos. “Ojo, buscar el excelente no es lo mismo que rendir culto a la excelencia. Un potenciador no busca la excelencia ni se pone retos para conseguir hitos, sino para disfrutar. Tanto da si los logra o no: eso no es lo importante. Lo importante es el proceso”, matiza. La tercera es planificar nuestra jornada, comprometernos con lo que queremos lograr. La última, según el estilo directo de Santandreu, “sudar la camiseta”. Adiós pereza, adiós quejas, adiós miedos: pongamos los cinco sentidos y la capacidad de disfrutar en lo que tenemos entre manos, “ya sea trabajar, cocinar o lavar el coche. Esforcémonos, vivamos el presente”. Apostemos por ser felices.

Ya ven que parece hasta fácil

El método de Rafael Santandreu

“La terapia cognitiva es el método más profundo y efectivo de todos. He estudiado muchas otras terapias en profundidad, y creo que esta es la que funciona mejor”, asegura.

Creencias irracionales. Malestar emocional
En la teoría cognitiva, los pensamientos que nos provocan malestar emocional se denominan creencias irracionales. Se trata de ideas autopresionantes, de superexigencias, que Albert Ellis, el padre de la psicología cognitiva, clasifica en tres grupos: 1) Debo hacer las cosas siempre bien. 2) La gente me debe tratar siempre bien. 3) El mundo ha de funcionar de forma correcta.

Cómo convertir lo irracional en racional.
La rutina del debate
Es el ejercicio central de la terapia cognitiva. Consiste en revisar las sensaciones de malestar que se han experimentado durante el día e identificar la creencia irracional que las ha motivado. Esta creencia se desmonta con argumentos racionales, y finalmente se redacta una creencia racional que nos hará sentir mejor.

Visualización racional
Consiste en visualizar las situaciones que nos angustian en clave positiva. Si nos asusta la soledad, podemos vernos disfrutando de ella, aprovechando ese tiempo para cultivarnos, sintiéndonos orgullosos de lo logrado. No solo desmontaremos la creencia irracional, sino que generaremos dopamina y serotonina, las hormonas de la felicidad.

El método de Anna Llenas

El arte cura. La terapia artística o arteterapia permite identificar las emociones, expresarlas y actuar sobre ellas. Su código de expresión es la imagen, lo que permite enfrentarse a sensaciones para las que no se encuentran palabras y que, pese a ello, necesitan ser manifestadas.

Las cinco emociones básicas. En el centro, la calma
La calma es un estado de paz y tranquilidad. El resto de emociones que recoge Llenas se articulan en función de su relación con ella. A medida que nos alejamos de la calma, en una dirección u otra, vamos reconociendo las demás. Son la alegría, la tristeza, el miedo y la rabia.

La propuesta de trabajo. De dentro afuera
Llenas ha diseñado distintos ejercicios para cada bloque de emociones. Antes de empezar con ellos, puede leer la parte teórica en que describe cada emoción, así como la energía que genera y la forma en que se expresa. Una vez ha identificado con qué emoción se enfrenta, láncese a hacer los ejercicios. Al acabar, puede expresar cómo se ha sentido.

Máxima creatividad. Con mil técnicas
Lo importante es sentir y soltarse. Para sacar partido a los ejercicios de Llenas no hace falta tener madera de artista: solo encontrar un momento de calma, escucharse a uno mismo y expresar. Con la palabra, con hilos de colores, con pinturas, destrozando el papel con boli, bañándolo en lágrimas o haciendo un collage.