Qué fácil es ser feliz
(Un texto de Imma muñoz en el suplemento dominical de El
Periódico del 25 de mayo de 2014)
Sabiduría popular: todo depende del color del cristal con el
que se mira. La dicha, también, así que Rafael Santandreu, psicólogo
superventas que ya nos enseñó “el arte de no amargarse la vida”, nos pone ahora
“las gafas de la felicidad”. A su lado, la terapeuta artística Anna Llenas nos
invita a empuñar la paleta y pintar nuestras emociones. Con ellos van a ver que
ser feliz cuesta menos de lo que creían
“Cuantas más personas fuertes y felices seamos, mejor será
el mundo en el que vivimos”. Lo dice Rafael Santandreu, psicólogo superventas
gracias al libro El arte de no amargarse
la vida (más de 200.000 ejemplares vendidos desde que apareció, en 2011,
editado por Paidós), en su nuevo trabajo, Las
gafas de la felicidad (Grijalbo). Santandreu se ha convertido en rostro
televisivo y voz radiofónica gracias a las muchas colaboraciones mediáticas que
le ha proporcionado un discurso claro y rompedor con el que no duda en dar
esquinazo a la corrección política. Y suele aparecer en pantalla (las mañanas
de los miércoles en La 2, por ejemplo) con camisetas con mensajes como “La vida
es una ganga”, con las que pretende, en sus propias palabras, “expresar que, en
contra de lo que se ha dicho, la vida no es un valle de lágrimas, ni es dura, ni
nada de eso. La vida es muy fácil si tienes la cabeza bien amueblada”. Y él se
ha especializado en esto del interiorismo mental.
Muchas de esas camisetas llevan la huella de una mujer con
la que comparte pasión por la psicología, aunque ella tiene una trayectoria muy
distinta de la de él. A Anna Llenas, la creatividad le salía por los poros, y
la quiso canalizar a través de la publicidad. Se movió entre targets y brandings y brainstormings
un montón de años, hasta que hace 10 decidió que no creía en lo que estaba
haciendo y que mejor se concentraba en ilustrar y en formarse en psicología. Encontró
la manera de fusionar ambos mundos a través de la ‘arteterapia’, y ahora, como
Santandreu, cuyas ‘psicocamisetas’ diseña, ha puesto sus conocimientos en
abierto en un libro: Diario de las
emociones (Paidós).
De los libros de ambos, y de una larga charla con ellos,
extraemos esta colección de consejos que les permitirán convertirse en sus
propios terapeutas (“si alguien es capaz de cambiar con sus propias herramientas,
el cambio es más potente”, dice Santandreu sobre la autoterapia) y con los que
descubrirán que ser feliz no solo es posible, sino que además no cuesta tanto.
IDENTIFIQUE SUS EMOCIONES.
Ahí la experta es Anna Llenas, que ha concebido un libro que Santandreu
califica de “muy útil para empezar cualquier terapia, porque a la gente le
cuesta mucho expresar cuáles son sus emociones, ya sea por timidez o falta de
asertividad o, simplemente, porque no las distingue”. El libro de Llenas define
cinco emociones básicas, con su función, su energía y su expresión: alegría,
tristeza, rabia, miedo y calma. Para cada una de ellas propone ejercicios, “abiertos
a que la persona se exprese como le vaya mejor, escribiendo o dibujando”, que
ayudan a identificarla primero, y a gestionarla después.
“El arte, la creatividad, conecta a la persona con su parte
más auténtica. De niños, dibujamos con total libertad, lo que nos sale de
dentro. Luego, a medida que crecemos y la sociedad nos va diciendo lo que está
bien y lo que no, nos vamos cubriendo de capas, de corazas, de defensas. Y al
dibujar, ya no plasmamos lo que nos brota espontáneamente, sino lo que se
espera de nosotros, lo que hará que nos digan ‘qué bonito’. Mis ejercicios
están concebidos para que actúen de espejo, para que la persona sea más
consciente de lo inconsciente. Al crear, si la creación es honesta, logras
salvar esas capas y conectarte contigo, relacionarte con tu parte más
auténtica, con tu esencia”, explica Llenas. Eso no solo deja preparada a la
persona para gestionar las emociones, sino que puede ser terapéutico en sí
mismo. “Mientras creas, en tu interior pasan cosas. Se generan endorfinas, se
elaboran las emociones...”. Pero hay que tener algo claro: ni se identifican ni
se controlan las emociones a la primera. “Por eso he querido que el libro sea
un diario, que se haga día a día, con constancia. Esto solo se logra con
entrenamiento”, concluye la autora.
APRENDA A MODELAR SU
DISCURSO. Y confíe en su capacidad de cambio. Sí se puede. Todos tenemos
una arma poderosísima para hacerlo: nuestra mente. “En la terapia cognitiva, la
que yo aplico, la premisa básica es que sentimos lo que pensamos. Pero no nos
damos cuenta. Decimos: ‘Fulanito me pone de los nervios’. Y creemos que es así,
que lo que hace Fulanito nos pone de los nervios. Y no: lo que nos pone de los
nervios es lo que nosotros nos decimos sobre lo que hace Fulanito. Nos decimos
que eso es intolerable, y eso es lo que nos exaspera. En ese diálogo con
nosotros mismos está la clave. Pensamos que las cosas externas determinan
nuestras emociones de forma automática, pero no es así: es nuestro pensamiento
quien lo hace, porque él lo tamiza todo. Si aprendemos a modular ese discurso,
tendremos una herramienta bestial para lograr la felicidad: la llave de
nuestras emociones”, explica Santandreu.
La pregunta es obvia: ¿y si nos ocurre algo realmente grave,
como una enfermedad o un desahucio? “Yo, a quien está viviendo algo así, le
digo: ‘Ok, tienes un problema. Pero si te dejas deprimir por tu diálogo
interno, tendrás dos, y, por mi experiencia, el segundo puede ser peor que el
primero’. Es difícil, pero hay que pensar en positivo. Tal vez sea más fácil
dejarte arrastrar por tu diálogo interior, pero no es lo que te conviene”,
expone el psicólogo.
EVITE LA ‘TERRIBILITIS’.
Por la consulta de Santandreu han pasado personas excepcionales, talentosas,
divertidas, atractivas, sumidas en profundas depresiones por una simple
tartamudez. La causa: decirse a sí mismas que ese defecto al hablar, que las
personas que tenían alrededor veían como una más de sus características, era “terrible”
y que no lo podían soportar. “A eso yo lo llamo terribilitis o no-lo-puedo-soportitis.
Y, si nos ataca esta enfermedad, sin duda desarrollaremos un trastorno de
ansiedad o una depresión en poco tiempo”, dice el psicólogo en Las gafas de la
felicidad. Si Stephen Hawking, un ejemplo que pone a menudo, puede ser feliz
pese a lo que le limita la ELA, ¿vamos a dejar que nos amargue la vida la
tartamudez?
FRENTE A LA ‘NECESITITIS’,
‘SUFICIENTIDAD’. Una pregunta que Santandreu contesta a menudo: ¿por qué en
el mundo desarrollado de hoy hay más problemas emocionales que nunca? “Porque
hay más abundancia material y más oportunidades. Y eso es un arma de doble filo,
ya que hace que activemos la necesititis
y convirtamos lo que es un deseo y una oportunidad en algo sin cuya posesión
nos sentimos unos desgraciados. Y la ventaja se transforma en carga”. Frente a
este fallo (“muy habitual en el ser humano”), Santandreu aboga por la suficientidad: “Darnos cuenta de que a
los seres humanos nos hace falta muy poco para estar bien: comida, agua y fuego”.
Y no se refiere solo a necesidades materiales: “Para algunos, si no tengo a
alguien que me quiera, soy un desgraciado, o si no tengo hijos, o si no soy
listo, o si no tengo una vida emocionante... ¿Y el placer de saber disfrutar de
lo que sí que tienes? Las sociedades, cuanto más progresan, más neuróticas
están. Por eso hay que tener la cabeza bien amueblada. Así podremos aprovechar
todo lo que tenemos, pero sin necesitarlo”.
OJO CON LA SUPERMONOGAMIA.
La pareja. ¡Ay, la pareja! “Lo que trae más gente a las consultas es el
desamor: ‘Me han dejado y estoy hecho polvo’, resume Santandreu. Cuánto han
fomentado las canciones románticas la terribilitis
sentimental. Sin ti no soy nada o Me muero sin tu amor. A esto hay que
añadir que, en palabras del psicólogo, “la sociedad actual sobrevalora el amor
sentimental” y nos impone una supermonogamia que no tiene nada que ver con nuestras
inclinaciones naturales. “Yo creo que la monogamia es un gran fallo de nuestra
civilización -continúa Santandreu-, porque hace siglos y siglos que intentan
hacernos monógamos, y no lo han conseguido nunca. Ni con los peores castigos. Y
la idea de la supermonogamia provoca celos y rupturas de pareja absurdas”. ¿Qué
es lo importante en una relación, el apoyo, la ternura y la diversión en común,
o el sexo en exclusiva? Relajémonos, concluye Santandreu: “Los penes no son de
platino ni las vaginas de oro”. “Si damos una importancia excesiva al sexo o a
la fidelidad, estamos pervirtiendo el verdadero significado de la vida en
pareja. Estamos tomando el continente por el contenido”, escribe en Las gafas de la felicidad.
EL SENTIDO DE LA VIDA ES VIVIR. “Hay una neura existencial muy grande. Pacientes que me plantean: ‘No sé de dónde venimos, adónde vamos, y eso me angustia’. Y yo les respondo: ‘¡Pero si eso es lo mejor! Pertenecemos a algo tan inconmensurable que no lo podemos entender. Y yo prefiero pertenecer a algo inmenso e importante que a algo mínimo’”. Según Santandreu, todo lo que se debe saber sobre el sentido de la vida es que formamos parte de ella y la tenemos que aceptar como es.
EL SENTIDO DE LA VIDA ES VIVIR. “Hay una neura existencial muy grande. Pacientes que me plantean: ‘No sé de dónde venimos, adónde vamos, y eso me angustia’. Y yo les respondo: ‘¡Pero si eso es lo mejor! Pertenecemos a algo tan inconmensurable que no lo podemos entender. Y yo prefiero pertenecer a algo inmenso e importante que a algo mínimo’”. Según Santandreu, todo lo que se debe saber sobre el sentido de la vida es que formamos parte de ella y la tenemos que aceptar como es.
SIGA LAS LEYES DE LA
NATURALEZA. “A veces pensamos que el mundo tendría que ser de otra manera.
Por ejemplo, que no nos tendríamos que morir. Pensamos que eso sería
fantástico. Yo creo que no, porque lo natural es morirse, y lo natural es lo
bueno. El problema está en que no sintonizamos con la naturaleza, nos alejamos
de ella. Y, como hijos suyos que somos, eso no nos hace ningún bien. El ser humano
sano acepta la naturaleza: la muerte, los terremotos, los reveses de la
salud... Entiende que la naturaleza está por encima de él y la respeta y la ama”,
proclama. “Si volviéramos a lo natural se nos acabarían los problemas
emocionales. Veríamos que no hay depresiones y no haría ninguna falta un libro
como este”, remata. El ser humano que acepta la naturaleza se ahorra, además,
una pasta en anticelulíticos.
DESTIERRE EL
PERFECCIONISMO. Es muy loable querer hacer las cosas bien, pero la
exigencia de perfección lleva al inmovilismo. Santandreu abomina de términos
como eficacia (“la inventó la sociedad industrial para hacernos trabajar como
mulas”, dice) y excelencia (“yo soy muy amigo de hacer las cosas mediocremente.
¡Viva el nivel medio, el ser normal!”), y con un adjetivo enmarca el
perfeccionismo en un campo donde es especialmente perjudicial: la comunicación
interpersonal. “El perfeccionismo comunicacional nos afecta mucho. Tenemos que
decir las cosas de la manera más valiente y más adecuada y, si no, no las
decimos. Así que nos callamos tantas cosas... Yo soy superfan del e-mail, del whatsapp, de las notas para decir algo que no me atrevo a decir.
¿Por qué tengo que decir las cosas perfectamente? ¡Yo soy imperfecto! ¿Qué es
un poco cobarde no decirlo a la cara? Tal vez, pero ¿por qué hay que ser tan
supervaliente? Yo no soy supervaliente, yo soy normal”, expone.
SEA UN POTENCIADOR,
NO UN DILAPIDADOR. Lo sepamos o no, lo expresemos o no, todos tenemos la
llamita de la pasión dentro. Que se apague sin llegar a iluminar nada o que nos
proporcione el calor necesario para ser felices depende de nosotros: de que
sepamos ser potenciadores en lugar de dilapidadores que se dejan vencer por la
apatía y la pereza.
¿Cómo se logra eso? Santandreu ofrece cuatro estrategias que
recomienda convertir en hábito. Las dos primeras son apuntar bien alto en
nuestros objetivos, ir a buscar el excelente, y desafiarse a uno mismo, ponerse
retos. “Ojo, buscar el excelente no es lo mismo que rendir culto a la
excelencia. Un potenciador no busca la excelencia ni se pone retos para
conseguir hitos, sino para disfrutar. Tanto da si los logra o no: eso no es lo
importante. Lo importante es el proceso”, matiza. La tercera es planificar
nuestra jornada, comprometernos con lo que queremos lograr. La última, según el
estilo directo de Santandreu, “sudar la camiseta”. Adiós pereza, adiós quejas,
adiós miedos: pongamos los cinco sentidos y la capacidad de disfrutar en lo que
tenemos entre manos, “ya sea trabajar, cocinar o lavar el coche. Esforcémonos,
vivamos el presente”. Apostemos por ser felices.
Ya ven que parece hasta fácil
El método de
Rafael Santandreu
“La terapia cognitiva es el método más profundo y efectivo
de todos. He estudiado muchas otras terapias en profundidad, y creo que esta es
la que funciona mejor”, asegura.
Creencias irracionales. Malestar emocional
Creencias irracionales. Malestar emocional
En la teoría cognitiva, los pensamientos que nos provocan
malestar emocional se denominan creencias irracionales. Se trata de ideas
autopresionantes, de superexigencias, que Albert Ellis, el padre de la
psicología cognitiva, clasifica en tres grupos: 1) Debo hacer las cosas siempre
bien. 2) La gente me debe tratar siempre bien. 3) El mundo ha de funcionar de
forma correcta.
Cómo convertir lo irracional en racional.
Cómo convertir lo irracional en racional.
La rutina del debate
Es el ejercicio central de la terapia cognitiva. Consiste en
revisar las sensaciones de malestar que se han experimentado durante el día e
identificar la creencia irracional que las ha motivado. Esta creencia se
desmonta con argumentos racionales, y finalmente se redacta una creencia
racional que nos hará sentir mejor.
Visualización racional
Visualización racional
Consiste en visualizar las situaciones que nos angustian en
clave positiva. Si nos asusta la soledad, podemos vernos disfrutando de ella,
aprovechando ese tiempo para cultivarnos, sintiéndonos orgullosos de lo
logrado. No solo desmontaremos la creencia irracional, sino que generaremos
dopamina y serotonina, las hormonas de la felicidad.
El método de Anna
Llenas
El arte cura. La terapia artística o arteterapia permite
identificar las emociones, expresarlas y actuar sobre ellas. Su código de
expresión es la imagen, lo que permite enfrentarse a sensaciones para las que
no se encuentran palabras y que, pese a ello, necesitan ser manifestadas.
Las cinco emociones
básicas. En el centro, la calma
La calma es un estado de paz y tranquilidad. El resto de
emociones que recoge Llenas se articulan en función de su relación con ella. A
medida que nos alejamos de la calma, en una dirección u otra, vamos
reconociendo las demás. Son la alegría, la tristeza, el miedo y la rabia.
La propuesta de trabajo.
De dentro afuera
Llenas ha diseñado distintos ejercicios para cada bloque de
emociones. Antes de empezar con ellos, puede leer la parte teórica en que
describe cada emoción, así como la energía que genera y la forma en que se
expresa. Una vez ha identificado con qué emoción se enfrenta, láncese a hacer
los ejercicios. Al acabar, puede expresar cómo se ha sentido.
Máxima creatividad. Con
mil técnicas
Lo importante es sentir y soltarse. Para sacar partido a los
ejercicios de Llenas no hace falta tener madera de artista: solo encontrar un
momento de calma, escucharse a uno mismo y expresar. Con la palabra, con hilos
de colores, con pinturas, destrozando el papel con boli, bañándolo en lágrimas
o haciendo un collage.
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