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viernes, noviembre 14

Fugas y monopoly, más que un juego

(Un texto de Javier Zurro en elconfidencial.com del 22 de enero de 2014)

Los nazis permitieron a sus prisioneros jugar al Monopoly, algo que muchos aprovecharon para escapar de su confinamiento en un campo de concentración. Esta historia, en el límite de la leyenda urbana, supuso una de las maniobras más hábiles del servicio de inteligencia británico y fue realizada gracias a dos nombres: Norman Crockatt y Clayton Hutton.

El primero creó la sección conocida como MI9 en 1939, marcando el objetivo principal entonces: ayudar a liberar a soldados aliados que hubieran sido apresados durante la guerra. Así comenzó su colaboración con Hutton.

Hutton, que era un mero oficial del servicio de Inteligencia, comenzó entonces a diseñar artilugios e inventos que pudieran ayudar a fugarse a los prisioneros. Como si de una película de espionaje se tratara, Hutton consiguió crear brújulas del tamaño de un botón, sierras de cuatro pulgadas, cuchillos capaces de cortar barrotes... elementos para que los presos pudieran aprovechar la posibilidad de fuga.

Mapa de seda creado por Clayton Hutton (CC)La obra maestra de Clayton Hutton fueron sus mapas. Una vez que los soldados estaban fuera, debían saber llegar hasta lugares alejados del peligro nazi. Por ello inventó mapas que aguantaron en las condiciones meteorológicas más adversas. Podían arrugarse y ser guardados en cualquier sitio. El oficial recurrió a la seda como materia prima. Era la biblia de la escapada.

¿Cómo hicieron llegar sus inventos a los campos de prisioneros? Como el propio Hutton reconocería en su biografía: “Hacer llegar de contrabando un mapa y una brújula a algún prisionero concreto era una cosa, pero iniciar y mantener un flujo constante de todos nuestros dispositivos era otra muy diferente”.

La solución vino de la mano de la Convención de Ginebra, que permitía que los prisioneros de guerra recibieran alimentos y juegos de mesa mediante la Cruz Roja y otras organizaciones benéficas.
El servicio de Inteligencia vio en la declaración la puerta por la que colar todos sus artilugios. Waddingtons, la juguetera británica que comercializaba el famoso Monopoly (que fue patentado justo hace 100 años, en 1904), uno de los juegos de mesa más populares del momento, llegó a un acuerdo con el MI9 para enviar sus juguetes a través de diversas asociaciones benéficas falsas.
Los tableros que incluían material comprometido estaban marcados en su casilla de salida con un punto rojo. Allí se escondían brújulas, mapas y hasta dinero real camuflado dentro de los populares billetes falsos del juego.

Pocas personas sabían de la existencia de estas ediciones para escapistas. Según Hutton, los juegos “llevaban anotaciones que podían servir como pistas o como inspiración para los prisioneros”. Por ejemplo, algunos llevaban versos de San Mateo que decían: “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá”.

¿Hasta qué punto funcionó la estrategia del MI9 para liberar soldados gracias al Monopoly? Según declara Phil Orbanes (cofundador de la empresa de juegos Wiggins y autor de varios libros sobre el famoso juego de mesa) a Eurogamer.net, y según los datos que le contó uno de los creadores de la juguetera Waddington, más de la mitad de los 35.000 prisioneros que consiguieron escapar de los campos portaban mapas de seda y otros artilugios como brújulas. Por lo que, aunque no se pueda establecer el número exacto de personas liberadas gracias al Monopoly, parece evidente que surtió efecto.

Orbanes ofrece también la clave para que estos salvavidas disfrazados de juegos no se hayan conservado hasta la actualidad. El miedo a que, en plena Guerra Fría, Reino Unido y EEUU volvieran a entrar en guerra contra el comunismo fue suficiente para destruir todos los planos y pruebas existentes. Así, en caso de urgencia podrían volver a utilizar el mismo truco de magia que engañó a los nazis.