José de Nazaret, ¿carpintero?¿o tal vez herrero?
(Un texto de Gonzalo Ugidos en el suplemento dominical de El
Mundo del 17 de marzo de 2013)
Pepe es la forma reducida de Jusepe, antigua versión de José
en español, como en catalán lo es Pep, de Josep, o en italiano Beppe, de Giuseppe. Pero no sabemos si al padre
de Jesús lo llamaban con el equivalente de Pepe en arameo, porque de José de
Nazaret solo se sabe lo poco que contaron los evangelistas.
Las epístolas de San Pablo, los primeros registros
cristianos existentes, no lo mencionan. Tampoco el evangelio de San Marcos, el
más antiguo. La primera noticia del artesano de Galilea, región en el norte de Israel,
la encontramos en los evangelios de Mateo y Lucas. Aunque ambos coinciden en
que descendía de la estirpe del rey David, San Mateo dice que era hijo de Jacob
y procedía de la rama de Salomón, mientras Lucas apunta que su padre era Heli y
venía del linaje de Na-than, otro hijo de David y Betsabé.
Su figura ha despertado tanto interés en los doctores de la
Iglesia que ha dado origen a la josefología, una rama particular de la teología
que no ha tenido problema en conciliar ambas genealogías de Jesús, apostando
que José era del linaje de Salomón y su mujer, María, de estirpe natánica. Y
respecto a su origen, Belén, la ciudad de David, parece haber sido también la
cuna de José.
Tanto Mateo como Lucas dicen que era un tekton, que tradicionalmente se ha traducido que como carpintero, aunque
lo cierto es que esa voz griega evoca tanto a un artesano de la madera, como
del hierro o de la piedra. Lo mismo pudo ser pues, herrero o cantero. Lo más
probable es que hiciera un poco de todo. Según Lucas, José viajó a
Belén para apuntarse al censo romano ordenado por Augusto. Mateo dice que ya estaba
radicado en Belén cuando nació Jesús y allí vivió dos años la familia hasta
que, obligados por Herodes a refugiarse en Egipto, volvieron a Galilea y se
instalaron en Nazaret.
Tras ese regreso, se apaga la luz sobre la existencia del
artesano y ya no se le vuelve a mencionar en los Evangelios. Como la tradición
cristiana representa a María como viuda durante la predicación de su hijo,
podemos sospechar que José murió después de que su hijo cumpliera los 12 años.
Por entonces, cuenta Lucas, el padre perdió al niño y lo encontró después de tres
días sentado en el templo con los doctores de la Ley. Que José ya estuviera
muerto cuando Jesús empezó a predicar se desprende de que no se le menciona entre
los invitados a las bodas de Caná (a diferencia de la Virgen y los discípulos).
Aseguran algunos que sobrevivió a la pasión de su hijo, pero ¿cómo se sostiene
que José Cristo encomendara en la cruz el cuidado de su madre a su discípulo
Juan, de haber estado vivo su padre? Tal supuesto resulta tan improbable como la
tesis de José Saramago, que, en El Evangelio
según Jesucristo, lo hace morir a
los 33 años en la ciudad de Séforis, crucificado por error al confundirlo con un
rebelde zelote. Una licencia literaria, claro.
La historia copta de José el carpintero cuenta que murió a los
111 años el 26 del mes de epifi, que según la Enciclopedia Católica corresponde al 20 de julio del año 19. Por su
parte, San Epifanio le atribuye una vida de 90 años y Beda el Venerable asegura
que fue enterrado en el valle de Josafat. Y en 1955, un dictamen de Pío XII lo
convirtió en San José Obrero, el patrón de los trabajadores. Como su festividad
coincide con el equinoccio de primavera dice el refrán popular que "el
esposo de María hace la noche igual al día"; aunque también podría
significar la forzada castidad de un marido cuya mujer concebía sin su
concurso. En cualquier caso, tanto los Evangelios canónicos como los apócrifos lo
describen como un hombre tan bueno que acabó comulgando con esa piedra de
molino. Por eso, en su iconografía, además de llevar es sus herramientas, siempre
aparece una vara florida que es símbolo de castidad.
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