La polémica del siglo: 450 años de Galileo Galilei
(Un artículo de Fátima Uribarri en el XLSemanal del 2 de
febrero de 2014)
Fue el primero que estudió el cielo con un telescopio y
descubrió los movimientos astrales. Sin embargo, Galileo ha pasado a la
historia no solo por sus hallazgos, también por la defensa de sus convicciones,
basadas en la experimentación, lo que casi le cuesta la vida. Este pionero de la
ciencia moderna fue, en su época, tema de conversación y debate en las principales
mesas de Europa.
Cena en Florencia, en el Palazzo Pitti - residencia del gran
duque de Toscana a finales de 1613. Varios Médici están sentados a la mesa. El tema
de conversación: Galileo Galilei. Los comensales son Benedetto Castelli,
profesor de matemáticas en la Universidad de Pisa y discípulo del propio
Galileo; los grandes duques Cosme II de Medici y María Magdalena de Austria; la
gran duquesa madre Cristina de Lorena; otros miembros de la familia ducal; y
algunos filósofos: entre ellos, Cosimo Boscaglia, también profesor de la
Universidad de Pisa pero -al contrario que Castelli- ferviente seguidor de las
teorías aristotélicas que propugnaban que la Tierra era e! centro del universo.
El ambiente es relajado. Pero los gestos, de pronto, se
tuercen y la conversación se torna bronca cuando Boscaglia afirma que Galileo
se equivoca al defender el movimiento de la Tierra alrededor del Sol: esa aseveración
-dice- es absolutamente contraria a las Sagradas Escrituras.
Castelli defiende a su maestro mientras Cristina de Lorena
pregunta cómo es posible conciliar las tesis copernicanas (que la Tierra gira alrededor
del Sol) con el pasaje bíblico según el cual Josué había hecho el milagro de
que el Sol se detuviese... La discusión se enciende.
Días después, Galileo se entera con detalle de la velada a
través de una carta de su discípulo Benedetto Castelli. Esa carta y esa cena
san decisivas en su vida: lo animan a lanzarse a la arena, a defender sus tesis,
a enfangarse en la polémica y, sin saberlo, a terminar por ello sentenciado por
la Inquisición.
El científico contesta a Castelli... también a Cristina de Lorena.
«Es muy razonable -escribe- que el Sol, como instrumento y ministro máximo de
la naturaleza, casi corazón del mundo, dé no solo luz, como claramente da, sino
también movimiento a todos los planetas que giran en torno a él».
De sus misivas se hacen copias. Una de ellas llega a manos
del monje dominico Lorini, que la envía a la Inquisición de Roma. Galileo se entera
de que circulan versiones de su carta y teme que sus palabras sean manipuladas.
En 1615, Galileo se planta en Roma para defender sus ideas. Se
reúne con gente influyente, participa en sesudas discusiones... y cada vez acentúa
más su defensa de las tesis de Copérnico e insiste en que es la Tierra la que gira
alrededor del Sol. No puede comprender que se niegue algo que resulta tan
fácilmente comprobable de modo científico.
Hijo de Vincenzo Galilei: un célebre músico virtuoso del
laúd y de fuerte personalidad, Galileo (Pisa, 1564-Arcetri, 1642) intentó
primero ser médico siguiendo los consejos paternos. Pero descubrió que lo que
de verdad le gustaba eran las matemáticas y la física. En Venecia, en 1609,
prestó atención a un extraño instrumento que vendía un comerciante procedente de
París: un telescopio. Enseguida se dio cuenta de la utilidad militar de aquel
invento que permitía ver llegar al enemigo desde lejos. Construyó uno mejor, con
el magnífico cristal de Murano, y comenzó a hacer importantes hallazgos
estudiando el cielo. «Galileo es una figura muy importante -explica Agustín Udías,
jesuita y catedrático de Geofísica en la Universidad Complutense de Madrid-; es
el iniciador de la ciencia moderna basada en la experimentación y las matemáticas».
Cuando con su potente telescopio avista la Luna y comprueba
que en su superficie hay cráteres y montañas, echa por tierra la idea de
Aristóteles de la perfección astral. Aun así, le va muy bien. Galileo es un
hombre de prestigio que había sido recibido en audiencia por el Papa Pablo V y era
muy apreciado por las autoridades científicas, incluyendo a eminentes jesuitas.
Sus problemas empiezan cuando se enreda en la defensa de Copérnico intentando
utilizar, además, argumentos bíblicos y citando incluso a san Agustín.
Al llegar a Roma en 1615 para defender sus ideas, es
recibido con respeto por el cardenal Bellarmino. Está en manos de una comisión
de teólogos del Santo Oficio de la que Galileo sale tocado, pero no hundido: lo
amonestan verbalmente para que no enseñase o defendiese las tesis censuradas.
El 26 de febrero y por orden del Papa, el cardenal Bellarmino manda llamar a Gallleo
y le comunica la sentencia. Él la acata y promete callar.
Galileo- siguió con sus matemáticas y su física. Eso sí:
tranquilo, durante 16 años. Hasta que de nuevo se metió en líos, quizá confiado
al ver a su amigo Maffeo Barberini elegido Papa, ungido como Urbano VIII. Galileo
se envalentonó y volvió a mirar al cielo. Ahora se enfrascó con las mareas: por
qué tenían lugar, qué las regia... Escribió un libro sobre ellas con la forma
de un debate entre un seguidor de Aristóteles y un científico copernicano. De
nuevo se enredó en el espinoso asunto de quién gira alrededor de quién. El
libro, que se iba a titular Diálogo sobre
las mareas, terminó llamándose Diálogo
sobre los dos sistemas principales del mundo, un nombre que, para más inri,
hacia imperar claramente la versión copemicana. Con una osadía insensata, Galileo
envió el libro al Papa, que enfureció al leer argumentos que él mismo había
esgrimido puestos de pronto en boca de un personaje imbécil al que el
científico llamó Simplicio. El libro se publicó en 1632 y llevó a su autor de
nuevo ante el Santo Oficio. El Vaticano estaba indignado: Galileo aparecía como
un provocador y un desobediente a la amonestación de 1616.
De nuevo ante el Santo Oficio, Galileo salió más tocado que
antes. La sentencia del 22 de junio de 1633 lo confinaba al arresto
domiciliario, en su villa de Arcetri, cerca de Florencia, librándolo de la
prisión. Eso sí: a cambio de abjurar. Admitió su culpa y juró «abandonar la
falsa opinión de que el Sol es el centro inamovible del universo y de que la
Tierra no lo es». Tenía ya 69 años, era un ferviente católico y no ignoraba que
Giordano Bruno (que no abjuró) había ardido en la hoguera en 1600.
En la lectura de su sentencia nació la leyenda según la cual
el científico habría pronunciado la mítica frase «eppur si muove») ('y sin embargo
se mueve'), que no está claro si pronunció en aquel momento.
Galileo pasó sus últimos años recluido en su villa de
Florencia estudiando mecánica. Continuó escribiendo y algunos de sus escritos lograron
ser publicados en Francia, En 1638 perdió la vista, pero aun así siguió
trabajando, asistido por algunos fieles discípulos. El 8 de enero de 1642, Galileo
murió a los 77 años. Sus estudios inspiraron, entre otros, a Isaac Newton,
nacido el mismo año en que Galileo murió. En 1992, el Papa Juan Pablo II entonó
un mea culpa y rehabilitó al científico.
Sus inventos…
El telescopio – En 1609 fabricó el primer telescopio
astronómico. Gracias a él realizó grandes hallazgos: describió la Luna y observó
Júpiter con sus cuatro satélites girando a su alrededor. Eso fue el 7 de enero
de 1610.
El compás - Galileo diseñó a su vez instrumentos para
cálculos geométricos de navegantes, astrónomos y artilleros que después fueron
fabricados por Marco Antonio Mazzoleni como por ejemplo, el sector (compás).
El péndulo - En 1583 descubrió el isocronismo de las oscilaciones
del péndulo al notar la regularidad con que una lámpara oscilaba en una catedral.
Ató una bolita de plomo a un hilo y comprobó cómo esta tardaba lo mismo en completar
la oscilación.
Sus hallazgos…
Método científico - introdujo
el método experimental en la investigación científica. Sin aplicarlo, es
impensable la ciencia.
Todo es matemática - afirmó que el lenguaje de la ciencia de
la naturaleza es la matemática.
La caída de los cuerpos - enunció una ley de la caída de los
cuerpos.
Etiquetas: Ciencias de todo pelaje (física - química - matemáticas-biología-anatomía-medicina...)
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