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sábado, agosto 20

El infortunio de César Borgia (y II): El calvario español



(Un texto de Luis Reyes leído en la revista Tiempo del 18 de mayo de 2007)

Al elegir la alianza con Francia frente a España, el príncipe cometió el peor error de su vida. La perdería precisamente en España y frente a españoles.

Aquí yace en poca tierra el que toda le temía,/el que la paz y la guerra en su mano la tenía”. Ese epitafi o en una tumba de la Iglesia de Santa María de Viana marcaba el lugar de eterno descanso del príncipe.
Aunque no fue eterno. César Borgia vino a España a encontrar la muerte, pero no la paz. Su cadáver sería profanado por un obispo de Calahorra que le consideraba encarnación del diablo y andaría peregrino varios siglos. Traicionó a España, y España sería implacable para el príncipe aun después de muerto. En 1504 el preso más ilustre de Italia ha servido de regalo político del Papa para el Rey Católico. Julio II traspasa su prisionero a Nápoles, conquistado el año antes por el Gran Capitán, que mete al cautivo en una galera y lo envía a Valencia. Comienza el calvario español de César Borgia.

Primero le encierran en el castillo de Chinchilla, junto a Albacete. Dada la condición del prisionero, es tratado con toda deferencia por el alcaide, don Gabriel de Guzmán. Una tarde que ha pedido tomar el aire en la torre, intenta arrojar al vacío a Guzmán. Éste se revuelve y derriba a César Borgia, que sin embargo se echa a reír. Pretende que todo era una broma, que sólo quería comprobar si el alcaide era tan fuerte como había oído.

La Mota
La astucia del príncipe deja perplejo al carcelero. César es un seductor nato, pero el alcaide informa del suceso a Fernando el Católico, que ordena trasladar al preso. Chinchilla está demasiado cerca de la costa y de Valencia, donde tan fuerte es la Casa de Borja, de modo que lo llevan al interior de Castilla, al castillo de La Mota, en Medina del Campo.

Inútil medida, las artimañas del príncipe funcionan en cualquier parte. Encuentra el apoyo de uno de los más poderosos nobles castellanos, Rodrigo Alonso Pimentel, conde de Benavente, y con la complicidad del capellán de La Mota logra escapar descolgándose de una ventana por una cuerda. Fuera la espera Pimentel, que le esconde en Villalón primero, y después le lleva a Santander.

Navarra
Fernando el Católico ofrece 10.000 ducados por su captura, pero no logra impedir que César Borgia alcance Navarra, donde le acoge encantado su cuñado, el rey Juan III Albret. Éste mantiene un pulso con el Católico, que pretende incorporar Navarra a la monarquía española. Un personaje como César Borgia, tan hábil militar como político, es un inesperado refuerzo para Juan III, que le nombra jefe de su ejército. El Católico, por su parte, tiene un peón en Navarra, el conde de Lerín, jefe del partido beaumontés, en rebeldía contra Juan III.

César Borgia se pone en campaña contra los rebeldes, se apodera de Viana y pone sitio a su castillo. Una noche de tormenta, aprovechando el relajo de los sitiadores, Lerín consigue aprovisionar el castillo. César, al enterarse, monta en cólera; decide ir de inmediato a buscar al ene- migo, que acampa en Mendavia. Al salir de Viana por el portal de la Solana su caballo dobla las patas delanteras. “¡Mal augurio!”, dicen las gentes. Es el amanecer del 12 de febrero de 1507, hace ahora cinco siglos. Al poco tropiezan con tres beaumonteses rezagados, y en esa insignifi cante escaramuza César Borgia es herido mortalmente.

Modelo
Fernando el Católico le ha ganado la partida en todos los campos. Cinco años después se apoderará de Navarra, como cuatro años antes lo ha hecho del Sur de Italia. Su nieto, Carlos V, completará la dominación española sobre la Bota. El sueño de César Borgia de un reino de Italia independiente de España o Francia tendrá que esperar hasta el siglo XIX.

Que César Borgia inspira El Príncipe de Maquiavelo es un tópico, pero el modelo que Maquiavelo propone en su libro es en realidad Fernando el Católico, de quien dice: “Merece la consideración de príncipe nuevo, porque de un rey débil ha pasado a ser, por fama y por gloria, el primer rey de los cristianos”.

Cuando César Borgia, en contra de lo que había hecho su padre el Papa, eligió la alianza con Francia, cuando se enfrentó al “primer rey de los cristianos”, labró su propio infortunio.

Un cadáver sin paz
Juan III enterró a César Borgia en un suntuoso sepulcro de alabastro, en la capilla mayor de la Iglesia de Santa María de Viana. Años después, siendo Navarra ya española, La mirada triste de César Borgia parece intuir su derrota frente al Rey Católico. el obispo de Calahorra mandó sacar su cadáver y enterrarlo en medio de la calle Mayor, “para que lo pisaran los buenos cristianos y las bestias”; al fin y al cabo, el príncipe estaba excomulgado.
En 1885 su sepultura fue abierta de nuevo por un arqueólogo francés para robarle su espada. Luego, durante la II República, con los vientos anticlericales, se le construyó un sepulcro monumental en el Ayuntamiento de Viana, pero no llegó a estrenarlo. Vino el alzamiento franquista, dio la vuelta la tortilla, y un grupo de ultracatólicos destruyó el monumento. En los años 40, unos académicos sacaron los restos de la calle Mayor para un estudio científico. Por fin, en 1953, fue enterrado en el atrio de la iglesia (izquierda). Ahora la autonomía quiere llevar al príncipe al interior del templo, pero el arzobispo de Pamplona se opone. No le importa que César Borgia fuera su antecesor en la sede.

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