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martes, abril 25

Varas de medir, pesos y medidas

(Un texto de Fátima Uribarri en el XLSemanal del 12 de julio de 2015)

¿Por qué cuando echamos gasolina pedimos tantos euros en lugar de tantos litros? “Porque la economía condiciona la medida. Pedimos los euros de gasolina que nos podemos permitir”, explica José Castaño, autor de El libro de los pesos y medidas (Esfera de los Libros). “Detrás de la medida está el poder”, añade este estudioso de la metrología, una ciencia ahora en auge con los radares y el mundo digital, pero que es un asunto muy antiguo. Los impuestos se han pagado con granos, semillas, frutos secos…

Así que había que controlar cómo medir las cantidades: durante siglos han existido los almotacenes, vigilantes de que no se hicieran trampas, que, por supuesto, se hacían. De esa picaresca con el medir viene la expresión “es el colmo”, que es la cantidad que colmaba de una medida de capacidad; el trigo restante cuando se pasaba el rasero a una fanega, por ejemplo. La fanega ha sido la medida más corriente en España y todavía se utiliza. Es un cajón de madera con boca ancha para descargar su contenido en un saco y es también una medida de superficie (equivale a 6439 m2). La fanega cumple los requisitos de una buena unidad de medida: es práctica, barata y fácil de dividir; la media fanega es muy común, el celemín es la doceava parte de la fanega…

“Todo envase genera una medida”, cuenta José Castaño: el cartón (de huevos), los palés (de ladrillos)… Los yugos también han sido un modo de cuantificar: una yuntada es lo que ara una yunta en un día. Cuanto más valioso es el producto, más se afina en su medición; de ahí la precisión de las balanzas para el oro y la imprecisión de conceptos como ‘manojo’, ‘ristra’ o ‘haz’. Hay distintas varas de medir: no era lo mismo una libra de carne que una de cera. La vara, por cierto, equivale a dos codos… En onzas se medía el chocolate y por eso tienen onzas las actuales tabletas El universo de la medición es inmenso. En Tres Cantos (Madrid) está el Centro Español de Metrología, y en Herreruela de Oropesa (Toledo) hay todo un museo dedicado a los pesos y medidas.

Pulgada

“En Navarra, si un mozo tenía una pulgada de vello púbico, pagaba impuestos. El recaudador le bajaba los calzones para comprobarlo”, cuenta el filólogo José Castaño. La primera falange del dedo pulgar dio origen a esta medida universal que equivale a 0,023 m y que sigue vigente, sobre todo en el mundo anglosajón.

Palmo

Todas las culturas han utilizado partes del cuerpo para las medidas longitudinales. El dedo son 1,7 cm, que es lo que ocupan cuatro granos de cebada puestos unos al lado de otros. Todavía lo usamos: decimos “no tiene dos dedos de frente” , “ponme dos dedos de vino”… En el palmo o cuarta (0,20 m), pulgar y meñique se alejan al máximo.

Docena 

El doce es un número mítico, sapiencial (las doce tribus de Israel, los doce apóstoles… ). Se ha utilizado como medida en muchas culturas porque es fácilmente divisible (entre dos, tres, cuatro, seis… ) y ese es un factor muy importante porque “para alguien inculto es fácil intuir la mitad de algo”, explica José Castaño.

Cántara

Durante siglos, el aceite (y la miel)se medía por peso. Los cosecheros se quejaron a Felipe II argumentando que el de mayor calidad pesa menos. Para el aceite, las unidades más comunes eran la cántara o arroba (16 l), libra (0,5 l) y la panilla o cuarterón (0,12 l). El líquido más medido ha sido el vino y se cuantificaba sobre todo en azumbres (2 l).

Haz

Las agrupaciones vegetales fajadas o atadas son unidades de medida poco precisas, pero muy utilizadas. Una de ellas es el haz (compuesto por gavillas), que comparte origen con otras palabras como ‘fajo’ y ‘hacha’. En España han tenido mucha importancia vegetales como el esparto, el lino o el cáñamo, que se medían por haces.

Romana

Una de las primeras palabras documentadas en español es ‘balanza’. La romana aparece citada desde el siglo XV. Es un instrumento poco preciso. tiene mucha incertidumbre, se dice. Hay que enfielarla (hacerla fiel) cada poco. “Dios inventó la balanza y el diablo, la romana”, sostiene uno de los muchos dichos que se refieren a ella. Continúa en uso.

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