Tóxicos a domicilio
(Un texto de Marisol Guisasola en la revista Mujer de Hoy del 12 de noviembre de 2016)
Crees que tu casa está a salvo, pero puede estar
llena de sustancias tóxicas. Descubre los rincones donde se esconde y
cómo protegerte.
Convivimos con unas 900 sustancias químicas que son
potencialmente tóxicas. Están en muebles y alfombras, en prendas de
vestir y tapicerías, en sartenes y cazuelas, en tuppers y films
transparentes, en productos de limpieza y en cosméticos e, incluso, en alimentos que creemos sanísimos.
"Esas
sustancias tóxicas que no parecen tener efecto a corto plazo se van
acumulando poco a poco en nuestro tejido adiposo (grasa corporal) y
aumentan el riesgo de sufrir problemas de todo tipo. Incluso hay
estudios que las han detectado en la placenta, lo que significa que los
niños nacen ya con tóxicos en su cuerpo", explica el dr. Nicolás Olea,
catedrático de Medicina de la Universidad de Granada, que lleva más de
20 años investigando los efectos de esas sustancias en la salud.
La OMS cita estudios que relacionan esas sustancias con "problemas reproductivos en ambos sexos, problemas tiroideos, alteraciones en el desarrollo neuronal, problemas cognitivos, trastornos inmunitarios, problemas metabólicos y obesidad". ¿Hay forma de evitar la exposición a esas sustancias en el hogar? La respuesta es sí, y estas son algunas formas de conseguirlo, habitación por habitación.
Lugares donde encontramos sustancias químicas tóxicas:
En la cocina. Numerosos estudios desaconsejan las cazuelas, ollas, sartenes o fuentes de horno antiadherentes (con revestimientos tipo teflón). La razón es que esos revestimientos contienen compuestos fluorados o ácido perfluorooctanóico, que al superar los 230 ºC actúan como disruptores endocrinos. Además, cada vez más expertos aconsejan evitar los plásticos, el hierro sin esmaltar o el cobre, porque podrían contaminar los alimentos. Los materiales más recomendados para cocinar son el acero inoxidable, el hierro esmaltado, el vidrio y las cucharas de madera. Otra buena idea es limpiar bien la vitrocerámica y los quemadores de gas, eliminando grasas que pueden emitir humos nocivos al recalentarse. No metas en el microondas alimentos cubiertos con film transparente, porque podría liberar tóxicos. Los plásticos en general son dudosos, pero conviene evitar los recipientes para almacenar con los números 7 (policarbonatos), 6 (poliestireno) o 3 (PVC flexible y rígido), que aparecen en la parte de abajo. Cristal y vidrio son las mejores opciones.
En el armario. Todas las alarmas saltan cuando te enteras de que hace falta un kilo de productos químicos (un 10% de los cuales son peligrosos para la salud) para producir un kilo de tejido. Y ello se aplica tanto a la ropa de vestir como a la tapicería, la ropa de cama e incluso las prendas y complementos deportivos (como mochilas, calzado, guantes, sacos de dormir...). Muchos de estos tejidos pueden contener sustancias perfluoradas o polifluoradas (PFC), capaces de alterar el sistema endocrino. Las nanopartículas de plata que se emplean como agentes antibacterianos y antiolores son otros elementos no deseados. Como pocos productos indican que las llevan, investigadores de la Universidad de Córdoba han desarrollado un sensor fluorescente que las detecta en un minuto, tanto en textiles como en otros productos. Los tejidos antiarrugas no salen mejor parados, porque contienen formaldehido, un potente cancerígeno que, además, puede provocar problemas visuales, respiratorios y alérgicos incluso en pequeñas cantidades. ¿Lo más aconsejable? Optar por fibras naturales (como la lana y el algodón), tanto para vestir como para decorar. Además, consulta campañas como la Detox de Greenpeace, que lleva años denunciando a las marcas de ropa que no están eliminando estas sustancias tóxicas de sus prendas. En las páginas de su informe citan a Inditex (propietaria de Zara), H&M y Benetton como las tres empresas textiles "a la vanguardia" en el camino de limpiar su producción. Y una última advertencia: la limpieza en seco utiliza percloroetileno (PCE) un potente disolvente catalogado como carcinógeno. Una alternativa es la limpieza en húmedo, que usa agua en vez de PCE y que emplean ya algunas tintorerías. Se calcula que entre 30 por ciento y 70 por ciento de las prendas limpiadas en seco podrían limpiarse en húmedo si se controla el proceso.
En toda la casa.
Pinturas y revestimientos pueden emitir formaldehido, tolueno o tetracloroetileno, tóxicos para el sistema respiratorio. La opción menos peligrosa son las pinturas con el certificado A+ (pinturas al agua sin éteres de glicol ni resinas alquídicas) o con la Ecolabel de la UE, que identifica productos con impacto ambiental reducido. Lo mismo vale para los suelos. Una buena forma de evitar emanaciones tóxicas es optar por tarimas, losetas o moquetas de origen vegetal, como el sisal, el coco, las algas, el yute... que, además, son tendencia en interiorismo.
La mayoría de los muebles actuales están formados por madera conglomerada o contrachapada y llevan mucha cola, lacas y disolventes que difunden emanaciones de compuestos orgánicos volátiles, potencialmente cancerígenos. Una buena idea es dejarlos varios días al aire libre después de comprarlos para que eliminen las moléculas tóxicas. En cuanto a las tapicerías de sofás, sillones y sillas, llevan a menudo retardantes de llama y fungicidas de efecto tóxico. Fue famoso el escándalo del fungicida dimetilfumarato, encontrado en sofás y sillas de fabricación china, que afectó a decenas de personas en Europa. También se dieron casos en España, por la presencia de dimetilfumarato en zapatos importados desde ese país.
Ambientes peligrosos. Nada como unas velas o unas varas de incienso para hacer más cálido un ambiente. El problema es que el 95% de estos elementos son sintéticos y emiten benzeno, formaldehido y ftalato. Una idea menos agresiva es utilizar unas gotas de aceites esenciales ecológicos. Los de lavanda, menta, limón, pino o citronella neutralizan los olores y los de cardamomo y menta piperita purifican el aire. Otra opción son las plantas: según el estudio Aire Limpio de la NASA, la hiedra, la cinta, el potos, la sanseviera, la drácena, el palo de Brasil, el ficus, la gerbera o la orquídea son especialmente eficaces para neutralizar los tóxicos ambientales.
Productos de lavado y quitamanchas. En esto, como en todo, el exceso siempre es malo. ¿Por qué? Pues porque detergentes, quitamanchas, desengrasantes, suavizantes... liberan moléculas irritantes que pueden provocar alergias a corto plazo y trastornos respiratorios y endocrinos a largo plazo. Si lo quieres evitar, respeta a rajatabla las normas de uso que indica el fabricante en el envase. Dicho esto, el mejor consejo que te podemos dar es que recuperes aquellos productos naturales que usaban nuestras abuelas para limpiar, como el vinagre blanco, el jabón natural, el bicarbonato o el zumo de limón. Te sorprenderá lo eficaces que son.
Alimentos sin reservas. Aunque no lo creas, los alimentos frescos no están libres de culpa. De hecho, España es el país de Europa que más pesticidas utiliza. Solo el sector frutícola, consume 6.695 toneladas de insecticidas, el triple que en Francia e Italia, que son también grandes productores de fruta. ¿Qué puedes hacer entonces? Si son frutas que no se pelan (fresas, uvas...), mejor cómpralas de producción ecológica. Si se pueden pelar, no dejes de hacerlo, porque los pesticidas se acumulan en el exterior de frutas y verduras. Por eso se aconseja desechar las hojas exteriores de las verduras y lavarlas muy bien antes de cocinarlas. En cuanto a los pescados, evita los azules de gran tamaño, porque los metales pesados (como el mercurio) se acumulan en su tejido graso. Lo mismo pasa con las carnes: si eliminas las partes grasas te ahorrarás calorías y también metales pesados.
Etiquetas: Culturilla general, Pensando en la salud
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