La apoteosis del chandal
(La columna de Agustín Sánchez Vidal en el Heraldo de Aragón
del 25 de noviembre de 2018)
Dicen los que saben de estas cosas que la palabra
'chándal' surgió en París hacia 1893 como abreviatura de 'marchand d'ail'
('vendedor de ajos'). Al vocear su producto suprimían la primera sílaba
dejándolo en 'chand d'ail' y, como otros verduleros, se protegían del frío con
un jersey de canalé que terminó identificándose con el grito mediante el que se
anunciaban. Tal origen plebeyo de la prenda no le impidió ser adoptada más tarde
por los universitarios británicos para la práctica del atletismo, de donde pasó
al resto de los deportistas y quienes en lo sucesivo pretenderían emularlos,
aunque apenas lo usaran para mucho más que sacar la bolsa de basura.
Todo esto cambió en los años 1980 cuando el break
dance y el hip hop lo hicieron suyo, empezando a marcar estatus juvenil. Y aunque
decayera un tanto a partir de los
noventa para entonces ya se había convertido en algo de diario. Hasta los
mafiosos italoamericanos, tan presumidos, lo
vestían en la serie 'Los Soprano'. Imposible olvidar el chándal amarillo de Uma
Thurman en el 'Kill Bill' de Tarantino, inspirado en los de Bruce Lee. O los de
terciopelo que llevaba Britney Spears. O los que utilizaron Fidel Castro y Hugo
Chávez en sus encuentros, a modo de segundo uniforme para revolucionarios
tercermundistas.
Pero aún quedaba lo mejor: la apoteosis actual.
Difícil fijar fechas para el arranque. Quizá hubiera que situarlo allá en 2013 cuando
Chanel presentó su colección con las chicas desfilando por la pasarela de
riguroso chándal. Guante recogido por Adidas en 2017, año en el que -coincidiendo
con su cincuentenario- relanzó el famoso modelo con tres rayas verticales creado
medio siglo atrás en honor del ex futbolista alemán Franz Beckenbauer. Una
promoción a la que se apuntó la cantante Rihanna.
Etiquetas: Pequeñas historias de la Historia, Puro diseño, Sobre moda y costumbres
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