¿Cómo afecta el alcohol a las mujeres?
(Un artículo de B. García Manso en la revista Mujer de Hoy
del 24 de noviembre de 2018)
Durante el mes de diciembre y hasta el final de la
Navidad, el consumo de bebidas alcohólicas se dispara un 30%. Este hábito está
normalizado, pero ¿somos conscientes de sus implicaciones?
“Quise ahogar mis penas en alcohol, pero las
condenadas aprendieron a nadar," dijo Frida Kahlo en una frase que
condensa una de las señas distintivas de la relación de las mujeres con el
alcohol. "En las etapas iniciales de la adicción, los hombres buscan más
el efecto euforizante, mientras que en las mujeres se encuentra el aliviar el
estrés, la depresión, la ansiedad…", afirma el doctor Josep Guardia
Serecigni, psiquiatra de la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital de la
Santa Creu i Sant Pau de Barcelona. También ha quedado demostrado que el
alcohol tiene peores efectos en el organismo femenino. Esto se debe a que
disponemos de menos enzimas ADH (las encargadas de metabolizarlo hasta niveles
que el hígado pueda procesar) y también a que nuestro cuerpo tiene una menor
proporción de agua y, como cosecuencia, llega a la sangre en mayor
concentración.
Estamos a las puertas de ese mes plagado de
celebraciones en el que la tolerancia respecto al consumo de alcohol es mayor
de lo habitual. Durante estas fechas, su consumo se incrementa en más de un 30%
y uno de cada 10 adolescentes tiene su primera experiencia con las bebidas
graduadas. Es momento de repasar aspectos que dan que pensar.
Sus efectos: cáncer y otras enfermedades
El alcohol se relaciona con más de una veintena de
enfermedades y está demostrado que las mujeres tienen una mayor predisposición a
sufrir daños en el hígado, el cerebro y problemas
cardiovasculares: "Diversos estudios concluyen que tomar más de 100 gramos
de alcohol a la semana (unas ocho consumiciones) aumenta el riesgo de
enfermedades, tales como hipertensión arterial, accidente vascular cerebral,
isquemia coronaria, aneurisma aórtico y miocardiopatía alcohólica", señala
el doctor Guardia Serecigni. Y el Dr. Miguel Ángel Martínez-González,
catedrático de Salud Pública de la Universidad de Navarra, catedrático en la
Universidad de Harvard (EE.UU.) y autor del libro Salud a ciencia
cierta (Ed. Planeta), añade: "El alcohol está vinculado a una mayor
posibilidad de sufrir cáncer de laringe, esófago, hígado, mama (incluso
consumiendo pequeñas cantidades), colon y recto.")
Una copa de vino al
día, ¿sí o no?
Pues, a la luz de las últimas evidencias
científicas, mejor no. Sin embargo, escuchamos con cierta frecuencia que una
copita del vino no hace daño e incluso puede ser beneficiosa. Esta es una de
las cuestiones en las que se ha fijado el Proyecto SUN de la Universidad de
Navarra, que observa a lo largo de los años la dieta y el estilo de vida de más
de 20.000 personas. Su impulsor, el doctor Martínez-González, deja claras las
condiciones en las que esa copita de vino podría ser válida: "El alcohol
reduce el riesgo de tener una enfermedad cardiovascular, pero solo a partir de
los 45 años en los varones y de los 55 en las mujeres." Además de la edad,
las personas que se pueden beneficiar de los polifenoles del vino cumplen otros
requisitos: están sanas, llevan una dieta saludable y una vida activa, no han
tenido nunca un uso problemático con el consumo de alcohol, no toman destilados
y no se emborrachan nunca.
En el embarazo, el límite es cero
Se ha discutido mucho sobre si la prohibición
absoluta de beber alcohol cuando se está esperando un hijo es o no exagerada.
La realidad es que no se conoce ningún periodo de la gestación en el que se
pueda tomar, por poco que sea, sin poner en riesgo el desarrollo del bebé. Y, sin
embargo, muchas personas le restan importancia y no conciben que tomarse un
vino o una cervecita de vez en cuando pueda ser perjudicial. Lo demuestra el
hecho de que el 40% de las embarazadas consumen alcohol durante el primer
trimestre y un 17% lo sigue haciendo en el último, según un estudio realizado
por la Conselleria de Salud de la Generalitat de Cataluña entre mujeres de toda
España. "El alcohol atraviesa libremente la barrera placentaria y hoy
sabemos que, incluso el consumo moderado, puede afectar negativamente el
desarrollo fetal, aumentando el riesgo de abortos y muertes durante las últimas
semanas de gestación y causando alteraciones
importantes, tanto físicas como mentales, en el niño. Una de las etapas de
mayor riesgo son las tres primeras semanas del embarazo, precisamente cuando la
mujer aún no sabe que está embarazada", enfatiza Consuelo Guerri,
neurobióloga del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia. Por
ese motivo, la recomendación unánime por parte de todos los profesionales de la
salud es evitar cualquier consumo durante el embarazo y también en la fase
previa, en la que la mujer está planificando concebir.
¿Cuáles son los riesgos?
"Un pequeño consumo de alcohol en el embarazo
puede causar un Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal, que se manifiesta con
alteraciones del comportamiento y déficit de atención durante la infancia y que
al llegar a la adolescencia se puede complicar con abuso de alcohol y
drogas", detalla el doctor Guardia Serecigni. Una ingesta mayor puede
causar Síndrome Alcohólico Fetal (SAF), que cursa con malformaciones que pueden
afectar a cualquiera de los sistemas del organismo (visión, audición, sistema
circulatorio, digestivo, endocrino...), aunque muchas de estas afectaciones no
se asocian a ese consumo por el tiempo transcurrido entre el nacimiento y la
aparición de los síntomas. Cuando esas malformaciones afectan al sistema
nervioso central se manifiestan como discapacidad psíquica. De hecho, el SAF es
la segunda causa más habitual y la primera que se podría prevenir. Finalmente,
un elevado consumo de alcohol durante el embarazo puede causar incluso la
muerte del feto.
Reinas del ‘binge drinking’
La última encuesta del Plan Nacional sobre Drogas
muestra dos tendencias claras respecto a las mujeres. La primera es que las
adolescentes ya superan en consumo de alcohol a los chicos. La otra es un
peligroso patrón de consumo: el binge drinking. "Consiste en darse
un atracón de alcohol de madrugada, con el estómago vacío, lo que hace que se
absorba más rápido, llegue antes al cerebro y provoque más daño", explica
la neurobióloga Consuelo Guerri, que lleva tres décadas investigando los
efectos de esta sustancia. Además, el cerebro adolescente es más vulnerable a
sus efectos porque está en desarrollo. "En dos horas se le machaca y
cuando ese cerebro se está recuperando, llega otra vez el fin de semana y lo
vuelven a machacar. Ese comportamiento provoca efectos muy graves y
definitivos", dice la experta.
¿Cuáles son sus
efectos?
Este hábito de beber por "atracón"
repetido de manera regular produce un retraso irreversible en la zona cerebral
del conocimiento, se pierde de forma permanente la capacidad de aprender y
memorizar. Otros riesgos: alteraciones de las relaciones, violencia, accidentes...
Además, cuanto antes se comienza, más riesgo hay de sufrir adicción.
Alcohol y depresión, enemigos íntimos
"Ei consumo excesivo está relacionado con la
depresión y con la agresividad, tanto contra uno mismo como contra los demás", señala el doctor Josep Guardia
Serecigni. Pero, la pregunta es: ¿estás deprimida y por eso bebes, o es al
revés? "Lo más probable es que la depresión sea la consecuencia del
consumo excesivo de alcohol, aunque también es posible la relación
inversa", responde el experto. A su juicio, en el segundo caso la persona
podría empezar a beber para aliviar el malestar a causa del estrés, la ansiedad
o el insomnio y, sin embargo, este recurso convertido en hábito continuado
produce un empeoramiento de esos problemas. "El efecto rebote consiste en
que, cuando se acaba el efecto del consumo de alcohol, reaparecen los síntomas
psicológicos, incluso con mayor intensidad. Y este efecto, repetido con cada
nuevo consumo de alcohol, genera una espiral de empeoramiento progresivo de
dichos síntomas, con la sensación de "haber caído en un pozo" del
cual resulta difícil salir sin un tratamiento especializado", concluye el
psiquiatra.
¿Cómo se supera?
La salida de esa espiral hay que hacerla tratando
Jos dos problemas al mismo tiempo. "La depresión es un trastorno
psiquiátrico que tiene un tratamiento específico, pero no resulta eficaz cuando
la persona mantiene un consumo excesivo de alcohol y, sobre todo, cuando dicho
consumo es el que ha causado o agravado la depresión", advierte el doctor
Guardia Serecigni. Aunque el tratamiento de la depresión puede verse reflejado
en una mejoría en el problema con la bebida, no pondrá solución a la adicción.
En definitiva, la persona que ha desarrollado una adicción al alcohol requiere un
tratamiento especializado asociado al de la depresión; la ansiedad o el
insomnio.
Un problema casi invisible
En nuestro país hay 1.600.000 personas con problemas
con la bebida. De ellas, 300.000 son mujeres, según el Observatorio Español de
la Droga y las Toxicomanías. Sin embargo, los expertos saben que el alcance del
problema es mucho mayor, pero permanece oculto porque ellas beben de forma
clandestina, en secreto y en solitario. "La mayoría de los estudios sobre
el alcoholismo femenino están referidos a mujeres que han acudido a centros de
rehabilitación y coinciden en la descripción de un determinado perfil: mujer de
entre 35 y 50 años. con una media de 10 años transcurridos entre la edad en la
que aparecen los problemas y la llegada al centro, lo que indica el
encubrimiento que impide la detección precoz," se señala en el estudio El
alcoholismo femenino, una verdad oculta, de la Universidad de Valencia.
¿Cuánto es demasiado?
Todo lo que supere los 100 gramos a la semana (unas
ocho consumiciones). Sin embargo, es difícil reconocer cuándo se han rebasado
los límites de lo preocupante. Por eso la Organización Mundial de la Salud ha
desarrollado el test AUDIT para detectar el consumo excesivo a través de
preguntas como estas: ¿con qué frecuencia has sido incapaz de parar de beber?
¿Algún familiar o amigo te han sugerido que lo dejes? ¿Has tenido
remordimientos después de haber bebido? Puedes completar el test en
www.euro.who.int.
Etiquetas: En femenino, Pensando en la salud
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