Urquhart, una vida intensa y con legado
(Un texto de Mikel Mancisidor en el Heraldo del 9 de enero de 2021)
Brian Urquhart, el último de los fundadores de la ONU, supo transformar sus horribles experiencias de dolor y sufrimiento durante la Segunda Guerra Mundial en un programa de reconciliación y derechos humanos.
A pocas semanas de cumplir 102 años, ha muerto Brian Urquhart, el último de los fundadores de la ONU. Tras la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, las cosas debían cambiar: la paz sería el gran objetivo compartido; los derechos humanos, la igualdad de género y la igualdad racial contarían; todas las naciones participarían con igual título en ese esfuerzo común; el progreso material de los pueblos importaba; y la descolonización debía ser generalizada y cuestión de pocos años. No solo lo soñaron, sino que construyó a ese fin el artefacto jurídico-institucional que hoy conocemos como la Organización de las Naciones Unidas. Eso sucedió hace 75 años.
La vida de Brian Urquhart merece no un obituario, sino una novela de Le Carré; y, bien mirado, estos dos caballeros británicos se dan un aire. Educado en Westminster y en Oxford, Urquhart dejó la universidad al declararse la guerra. Participó en la batalla de Inglaterra y sufrió un accidente de gravísimas consecuencias con un paracaídas que no se abrió como debía. Consiguió recuperarse a tiempo de tomar parte en las campañas del Norte de África y el Mediterráneo. Destinado como oficial de inteligencia a la preparación de la Operación Market Garden, mostró sus reticencias con los arriesgados planes de Montgomery y el campo de batalla le dio la razón. Sus diferencias con el plan del mariscal de campo, le dieron un lugar, con personaje propio, en el ‘best seIler’ ‘Un puente lejano', de Cornelius Ryan, y en su adaptación cinematográfica, dirigida por Richard Attenborough.
La liberación del campo de concentración de Bergen-Belsen, donde fue uno de los primeros oficiales aliados en entrar, supuso un impacto que marcó su sensibilidad ante los derechos humanos.
Tenía 26 años cuando la guerra terminó y sus servicios no habían hecho sino comenzar. Asignado al equipo de diplomáticos que negoció la Carta de la ONU, se incorporó de inmediato a la naciente organización. Tuvo altas responsabilidades durante casi 40 años en los equipos de los cinco primeros secretarios generales de la ONU. Fue negociador en procesos de paz en Oriente Medio, Cachemira, Chipre y el Congo, entre otros, y organizó los Cuerpos de Mantenimiento de la Paz, que lideró durante algunos años. Suya fue la idea de identificarlos por sus cascos azules. Brian Urquhart terminó su carrera profesional como subsecretario general para asuntos políticos, cargo que ejerció durante 15 años.
Dedicó sus muchos años de retiro a trabajar por la reforma de la ONU y a colaborar en campañas por la paz y los derechos humanos. Escribió algunos ensayos sobre la ONU, así como unas memorias que, lamentablemente, no están traducidas al español nótese aquí de fondo un tono de aviso a las editoriales independientes en busca de joyas olvidadas. Forma parte de esa generación -como Stéphane Hessel o Thomas Buergenthal-, que supo transformar sus horribles experiencias de dolor y sufrimiento durante la Segunda Guerra Mundial en un programa de reconciliación y derechos humanos.
Este domingo pasado, la familia de Brian Urquhart ha comunicado el fallecimiento, sin dar mayor información sobre sus circunstancias, cosa que, la verdad, tampoco nos importa: nos interesan mucho más su vida, su lega-do y su memoria.
Etiquetas: Grandes personajes
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