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martes, septiembre 21

El herrero de Carenas

(Un texto de Alberto Serrano Dolader en el Heraldo de Aragón del 17 de febrero de 2019)

Sí, puede que los herreros hayan sido más listos que los famosos ratones coloraos. Por eso han conseguido hasta afeitar al diablo. Que yo sepa, los del martillo y el yunque burlaron al equipo del infierno en Calcena, Litago, Naval, Saganta, Sanfelices, Serraduy… y Carenas, renombrada villa de la Comunidad de Calatayud. Sergio Bernal (que es la fuente de la que bebo) ha publicado la leyenda cardelina en diversas ocasiones, la primera en internet, a finales del siglo pasado. La trama es similar a la de romanzas gemelas, aunque con algún toque exclusivo.

El herrero de Carenas vendió su alma al diablo para abandonar la pobreza y gozar de salud envidiable durante ¡veinte años! (superó a sus colegas de los pueblos antes mencionados, que firmaron por menos). El resto de condiciones, las habituales: «Cuando alguien se siente en un banco, que no se pueda levantar hasta que lo diga yo. Cuando alguien se suba a un árbol, que no se pueda bajar hasta que lo diga yo. Y tercero, que cuando alguien meta la mano a mi zurrón, que no la pueda sacar hasta que lo diga yo».

Transcurridos los cuatro lustros, el primer enviado del demonio se sentó en el banco y no pudo levantarse. Recibió garrotazos hasta rendirse.

Satanás no tardo en mandar a Carenas a su lugarteniente más avispado. Pero la glotonería lo atrapó entre las ramas de la higuera, donde fue lapidado por toda la chiquillería del pueblo hasta prometer que regresaría al tártaro él solo.

A la tercera, fue el mismísimo diablo quien viajó al mundo, pues ya no se fiaba de nadie. Tras gestionar el tema con diligencia, consiguió emprender el largo viaje de regreso al infierno con el herrero, pero pararon a descansar y Satanás metió la mano en el zurrón del de Carenas para sacar la merienda… ¡Atrapado! Recibió una paliza que solo cesó al jurar que se olvidaba para siempre del alma que reclamaba.

Sergio Bernal añade: «Así, el herrero Carenas se vio libre del trato que hizo con el diablo y vivió varios años sin que le molestara. Cuando el herrero pensaba que se iba a morir pronto, cargó el trabuco que tenía y le dijo a su familia que cuando se muriera le metieran en la caja el trabuco que tenía preparado. Así lo hicieron y como el herrero de Carenas no había sido muy bueno fue al infierno. Cuando llegó se encontró con el diablo que le dijo: "Hombre, por fin estás aquí. Te estaba esperando". Entonces le dijo el herrero enseñándole el trabuco: "Mira, mira qué puro te he traído"; se lo puso en la boca y disparó, matando al diablo». Doy por sentado que el lector ya se imagina quién manda desde entonces en el infierno.

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