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jueves, diciembre 9

Quitar verrugas

(La columna de Alberto Serrano Dolader en el Heraldo de Aragón del 10 de febrero de 2019)

Hará cosa de treinta años, los escolares de Villamayor anotaron un curioso procedimiento, casi mágico, que sus abuelos experimentaron para combatir las verrugas. Se utilizaba una 'ginestra' o retama, en la que una persona con 'carisma' realizaba en sus ramas «tantos nudos como verrugas se quisiera hacer desparecer; cuando las puntas de las ramas se iban secando a causa de los nudos, las verrugas iban desapareciendo de la persona afectada por ellas». No les sonará a cosa extraña a los de Fuendejalón, que seguían pautas similares.

En algunas comarcas turolenses, se arrojaban con fuerza contra una 'ginestra' tantos granos de sal gorda como verrugas a combatir, al mismo tiempo se recitaba una coplilla muy similar a la que ya he anotado en alguna ocasión: «Verrugas doy, verrugas tengo, tiro la sal, y me voy corriendo». El etnógrafo Sáenz Guallar apostilla: «Si este rito fallaba, aún se podía volver a intentarlo con la sabina».

Lo de la sabina viene de lejos. El botánico bajoaragonés José Pardo Sastrón escribió en 1895 sobre Torrecilla de Alcañiz: «Creen aquí firmemente que poniendo debajo de una piedra tantos frutos de sabina como verrugas se tienen, eso basta para que las verrugas desaparezcan».

Mi recordado compadre Manuel Benito, que fue ejemplo de etnógrafos, me contó en 990 que otro procedimiento consistía en que un amigo, sin que el interesado lo supiese, debía esconder tantas hojas de higuera como verrugas tuviese la persona necesitada de curación. Cuando se iban descomponiendo las hojillas ocultas, la piel del verrugoso se iba despidiendo de los pequeños apéndices que afeaban su físico.

En Vera de Moncayo y Talamantes, la noche de san Juan se untaban con leche de higos, cosa que también hacían los de Sofuentes (Cinco Villas) y los de Luzás (Baja Ribagorza), estos últimos preferían los higos verdes.

En Tierrantona (La Fueva) Franco de Espés documentó en 982 un ritual nada sencillo: «Frotar las verrugas, durante nueve días, con la raíz del junco, colocando la planta posteriormente en su mismo lugar y realizando esta operación con cinco o siete juncos distintos». ¡Puede que lo pruebe! Por cierto, los vecinos de este último pueblo también acudían al río en la noche de San Juan y se frotaban las manos y la cara con avena.

En Castillonroy, las verrugas se frotan con hierba musitando esta oración: «San Chuan Bautista, apóstol y evangelista, per la virtud que Deu t'ha dat sacam las verrugues ben aviat». Me paso el dato mi admirado mosén Rafael Andolz. ¡Lo que hacían nuestros abuelos!

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