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domingo, abril 24

La predicción de Orwell

 (La columna de Julia Navarro en la revista Mujer de Hoy del 26 de febrero de 2022)

Debía de estar en la veintena cuando leí 1984, de George Orwell, un libro en el que claramente advertía, al tiempo que condenaba, el totalitarismo del pensamiento único. Reconozco que el Ministerio de la Verdad me resultaba inimaginable. Pero, en vista de lo que está sucediendo, puede que Orwell se quedara corto a la hora de alertar sobre un mundo en el que se iba a imponer el pensamiento único, envuelta, semejante aberración, en supuestas ideas benéficas.

Es como para ponerse a temblar que en varias universidades británicas, como las de Chester y Northampton, hayan decidido que sus estudiantes deben de ser protegidos de lecturas como 1984 de Orwell, porque consideran que el libro es "perturbador". Y añaden a su lista de obras perturbadoras El final de la partida, de Samuel Beckett; Los juegos del hambre, de Suzanne Collins; y algunos otros. 

Tampoco quiero obviar que, seguramente, quienes se han constituido en guardianes del Ministerio de la Verdad la han tomado con J.K Rowling, la madre literaria de Harry Potter. Según los nuevos inquisidores, sus libros son dinamita pura y señalan que Harry Potter y la piedra filosofal es peligroso, ya que, según alegan, "puede conducir a conversaciones difíciles sobre género, raza, sexualidad, clase e identidad". ¡Toma ya! Y yo que le leía ami hijo, cuando era pequeño, los libros de Harry Potter. Seguro que los savonarolas de estas universidades, de tenerme a mano, me condenarían a la hoguera. Son un auténtico peligro para las libertades quienes forman parte de esta corriente censora e intentan imponer lo que consideran políticamente correcto y lo que podemos o no leer. 

Pero como no hay una sin dos, ni dos sin tres, la Universidad de Tennessee ha decidido que sus jóvenes y tiernísimos estudiantes no puedan tener en sus manos Maus, la novela gráfica sobre el Holocausto de Art Spiegelman. Resulta que el autor, hijo de una familia de judíos polacos víctimas del nazismo, puede hacer peligrar su sensibilidad. 

Claro que, no hace tanto. la Universidad de Cambridge retiró del comedor una pintura del siglo XVII con una escena de caza, por petición de un grupo de alumnos veganos. Tiemblo al pensar que esta actitud sea contagiosa y quienes gestionan el Prado, el Louvre, el Museo Británico y otras grandes pinacbtecas, decidan mandar a los sótanos cuadros con escenas de caza, violentas, desnudos... 

Hay que empezar a combatir en serio a los que se arrogan el derecho a decirnos qué debemos pensar, contemplar, leer o escribir. Este es un combate por la libertad, no podernos permitir que nos impongan la censura en nombre de nada ni de nadie. Sinceramente, tiemblo al comprobar que 1984 no es un libro distópico, sino una profecía del nuevo totalitarismo que ya está aquí.

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