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jueves, mayo 26

El ‘imán’ de Bowie

(Un artículo de Fernando Miñana en el Heraldo de Aragón del 23 de enero de 2016)

La modelo y el cantante se conocieron en una peluquería. Él llenó su habitación de gardenias y estuvieron casados 23 años. Un fotógrafo descubrió por casualidad a la hija del diplomático somalí que nunca había usado maquillaje ni tacones.

El tenebroso 11 de septiembre de 2001, cuando el primer avión impactó contra una de las Torres Gemelas, David Bowie se encontraba en los estudios dándole forma a ‘Heathen', su nuevo álbum. Su mujer, Imán, el ancla de su vida, estaba en casa, a solo seis manzanas del World Trade Center. Su primera reacción fue coger en brazos a la pequeña Alexandria, de 1 año, y asomarse al ventanal del salón. Diecisiete minutos más tarde apretó a la niña contra su pecho al ver otro avión empotrarse contra la Torre Sur. Bowie llamó por teléfono y le pidió a gritos que salieran corriendo de allí.

Unas semanas después, la familia regresó a su apartamento. Les sorprendió lo extraordinariamente iluminado que estaba. No tardaron en deducir que ese extra de luz entraba porque las dos torres ya no bloqueaban el sol. La pareja, tan unida como nueve años atrás, cuando se casaron en una iglesia de Florencia un 6 de junio de 1992, sufrió mucho esos días. Y Bowie descubrió que una sombra más pesada y siniestra que la de esos dos colosos de hormigón flotaría durante años por todo Manhattan. David e Imán decidieron dar portazo a aquel inmueble, como encerrando allí los trágicos recuerdos, y mudarse a un dúplex del SoHo valorado, después de rehabilitarlo de arriba abajo, en unos seis millones de euros.

Imán siente ahora, desde la muerte del astro de la canción, que ese ático está mellado. Y seguro que estos días afloran los recuerdos. Pero no los del 11S, no, sino los bonitos. Como el día que se conocieron, en 1990, en una peluquería de Los Ángeles y cómo, semanas después, al llegar al hotel de París donde se alojaba, puso los ojos como platos al ver que la habitación estaba llena de gardenias, sus flores predilectas. Al lado, un sobre con una tarjeta de David Bowie.

Aunque Imán Abdulmajid (Mogadiscio, 1955) realmente no se enamoró de David Bowie sino de David Jones. Es decir, no le deslumbraba el artista iridiscente sino el hombre tierno que sencillamente disfrutaba, al fin, tras años de drogas, excesos y glamur, jugando con la pequeña Lexi.

La modelo somalí no necesitaba la fama ni el dinero del Duque Blanco. Iba servida. Porque Imán fue la primera gran maniquí negra y reconocible que paseó su nombre por las pasarelas de todo el mundo. Dio igual que nunca hubiera soñado con ser modelo. Estaba predestinada. «En la pasarela destilaba estilo. Ella sabía cómo vender la ropa mejor que nadie», explicaría años más tarde Calvin Klein, uno de los primeros en resaltar sus diseños con esa «piel increíble».

Su descubridor fue el fotógrafo Peter Beard. Se la encontró en 1975 cuando estaba haciendo un trabajo. Ella solo era una refinada estudiante de Ciencias Políticas en la universidad de Nairobi. Aunque era la hija de un diplomático y hablaba fluidamente cinco idiomas -somalí, árabe, inglés, francés e italiano-, nunca se había pasado la brocha del maquillaje por el cutis ni se había calzado unos tacones. Beard, que vio una elegancia natural y un largo cuello que la estilizaba, creyó estar contemplando un retrato de Modigliani. Así que cogió y se la llevó a Nueva York para hacer de modelo con Halston o Calvin Klein.

Los grandes modistos cayeron rendidos ante su estilo. Tenía mucho potencial y Thierry Mugler la colocó en la pasarela y le puso en la mano una correa con la que sujetaba un cachorro de tigre. Una imagen potente. Fueron los años dorados de las modelos, alzadas como estrellas por el mundo. Por primera vez tenían voz y hasta se atrevían a sugerir algún cambio a los diseñadores.

Empresaria con éxito

Ella supo apaciguar la bestia que habitaba dentro del camaleónico Bowie. Los últimos años vivieron tranquilos, disfrutando plácidamente de su compañía en parques y terrazas. «Hoy David es aún más hogareño que yo. Yo al menos voy a fiestas de vez en cuando, pero creo que él ya ha estado en todas las fiestas donde hay que estar», le explicó Imán a un periodista del `The New York Times'.

A ella le hacía mucha gracia la calma que habían encontrado en el SoHo. «Es un lugar perfecto para mi marido. Todo el mundo viste mejor que él y se piensan que son estrellas, así que nadie le molesta». Después de 23 años juntos y establecidos ya en Manhattan, se convirtieron en una de las parejas predilectas de Nueva York.

Se ha hablado y escrito mucho de la desaparición de los escenarios del cantante de `Heroes' y `Space Oddity', de una estudiada clandestinidad para engordar su leyenda, pero no fue una decisión muy diferente a la que adoptó su mujer, que dejó las pasarelas en 1989 y no regresó.

La somalí, ya retirada, creó Iman Cosmetics, que elabora productos de belleza para mujeres negras, asiáticas y latinas. La empresa ya tiene dos décadas a sus espaldas y factura más de 25 millones de euros al año. Y con el tiempo se lanzaría a una segunda aventura, una línea de bolsos, bisutería y accesorios que bautizó como Iman Global Chic. En las oficinas de Iman Cosmetics de la Séptima Avenida dio cobijo durante siete años a Zulekha, la hija que tuvo con su anterior marido, Spencer Haywood, una estrella de la NBA que llegó a ganar un anillo con los Lakers de 'Magic' Johnson y Karim Abdul-Jabbar. Mucho antes, a los 13 años, había logrado escapar de un matrimonio de conveniencia con un hombre de 60.

Su vida no siempre fue tan estupenda. No fue un salto de casa de papá Mohamed, el embajador, al ‘downtown' neoyorquino. Antes, tras la revolución de 1969 en Somalia, pasó directamente de ir al colegio en un coche con chófer a un campo de refugiados. Desde entonces es muy sensible con los desfavorecidos y apoya diferentes proyectos humanitarios. Porque en aquel reducto para refugiados descubrió que hay gente, cooperantes, que se juegan el tipo por otros a cambio de nada, con la gratitud de unos pocos como única compensación. Personas así se preocuparon por que aquella niña no dejara de ir a una escuela.

Ahora, a sus asombrosos 60 años -el pasado 31 de diciembre, para demostrar que no esconde su edad, tuiteó: «2015 es el año que cumplí 60. #IMAN60»-, reconoce que está viva como podría estar muerta tras su paso por el campo de refugiados o por su alocada juventud aderezada con las drogas.

Otras inquietudes

Pero está viva, y bien viva. Ha sido una estrella de la pasarela, una de las mayores, y ha creado varias empresas de éxito. No es, ni de lejos, una viuda que necesite la fortuna de 230 millones de dólares (unos 211 millones de euros) que deja en herencia David Bowie. Sus inquietudes andan por otros paralelos. Lo único que le hizo volver a subirse a la noria de la moda fue cuando se unió con Naomi Campbell y Bethann Hardison para crear Diversity Coalition, una plataforma contra el racismo en la moda, para denunciar ante los sindicatos de Nueva York, Londres, París o Milán que la mayoría de los diseñadores prescinde de las modelos negras.

Lo hizo por las jóvenes ingenuas que llegan a este mundo feroz y por su hija, para que algún día no pueda sentirse fuera de los cánones de belleza establecidos por la industria. Si hasta ella, la mujer que se convirtió en leyenda posando con fluida serenidad, llegó a sentirse insegura. Por eso se operó los pechos. «Para acallar ese ruido en irá cabeza y llenar el agujero abierto en mi autoestima», dijo un día. Ahora, con la perspectiva que le dan sus 60 años, lo ve todo distinto. «Al final mi legado no será mi carrera como modelo sino mi línea de cosméticos».

No es religiosa. Imán (Fe, en árabe) no se ha escondido nunca en las entrevistas cuando se aborda el tema de la religión. «No soy musulmana», afirma tajante. Y luego apostilla: «Me da igual lo que piensen los demás. No tengo problema en acabar en el infierno».

El primer beso. Imán aparece, junto a otros famosos, en el videoclip de ‘Remember the time', uno de los éxitos de Michael Jackson en 1992. Y se da la circunstancia de que es la primera mujer que le besa en uno de estos vídeos musicales.

Diseña caftanes. Después de triunfar con la cosmética y los accesorios, HSN, una potente plataforma de venta por internet, le pidió que diseñara caftanes, unas túnicas abotonadas por delante. Al principio, conocedora como es del mundo de la moda, le dio pudor meterse en ese terreno, pero al final dio el salto.

Su biografía. En 1991 salió a la venta su biografía, publicada bajo el estentóreo título de ‘I am Iman'. Muchas páginas estuvieron dedicadas a su relación de profundo amor con David Bowie. Formaban una pareja muy querida en Nueva York.

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