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martes, noviembre 8

Cómo salvar el mundo con medio cerebro

(Un texto de Carlos Salas en el suplemento económico de El Mundo del 17 de febrero de 2008)

Un montón de firmas financieras como Morgan Stanley, Bear Stearns y JP Morgan están contratando expertos en la India para que realicen análisis financieros. Son baratísimos. EDS encarga desarrollos a programadores en Egipto, Brasil y Polonia porque están por los suelos. Cap Gemini echa mano de auditores filipinos, que ganan casi 20 veces menos que en EEUU. Philips emplea un montón de ingenieros en China por su bajo precio. Y hasta Reuters reescribe las notas de prensa en el continente asiático y luego las reenvía por su servicio mundial de noticias a un precio que da pena comentarlo.

¿Cómo podremos competir con matemáticos indios ‘mileuristas’? ¿O con los ingenieros espaciales rusos que reciben un salario de 650 euros mensuales?

Parece que la economía del siglo XXI se rige por un nuevo Manifiesto Comunista al grito de «Trabajadores de todo el mundo, ¡a competir!». Las empresas se mudan de un país a otro para aprovechar este circo de ofertas laborales. Les recuerdo que las empresas no son ONG. Alguien llamó a eso deslocalización, una palabra metálica que en realidad quiere decir «chaval, me piro porque allí me lo dan más barato». Total, hoy te desmontan una fábrica en Huelva y la levantan en Hungría, llave en mano, con la misma facilidad que surge un centro comercial en tu barrio. Se calcula que hacia 2015, Europa perderá 1,2 millones de puestos de trabajo que pasarán a ejecutarse en países del tercer mundo, según cálculos de The Guardian.

¡Dios mío, nos están eliminando! Que no cunda el pánico, amigos, pues sólo están eliminando el lado izquierdo de nuestro cerebro. Todavía nos queda la mitad derecha.

Hace bastantes años, allá por los 50, Roger W. Sperry y su equipo de científicos locos del Instituto Tecnológico de California (el famoso CalTech) comprobaron que la parte izquierda del cerebro procesaba la información de forma lógica, matemática y racional, y la derecha, bueno, iba un poco a su bola porque veía las cosas globalmente, era más sintética y muchas veces tenía revelaciones fascinantes.

Hasta entonces se pensaba que la mitad lista era la izquierda porque allí radicaba la habilidad para producir lenguaje y entenderlo, y ¿qué nos diferencia de las bestias? El lenguaje, claro. Y la parte derecha, pues no era lo que se dice muy espabilada. Pero con sus experimentos en pacientes con epilepsia, a los que se les extirpó buena parte de la cabeza, Sperry entendió que la parte derecha era diferente: era la más creativa, entendía los lenguajes no verbales, procesaba intuiciones…

La inmensa mayoría de los trabajos que se están transfiriendo a los países del tercer mundo debido a sus costes bajos son ocupaciones que emplean el lado izquierdo del cerebro. Contabilidad, fabricación, análisis… Pero las empresas no avanzan sólo por ahorrar dinero, sino porque ingenian productos nuevos y maravillosos, métodos originales y servicios fantásticos. ¿Les suena el iPhone? Este teléfono táctil, que es como tener al famoso R2D2 de la guerra de las Galaxias en el bolsillo, es fruto de la creatividad de los ingenieros de Apple.

Fabricar, lo que se dice fabricar, es algo que ahora se puede hacer con relativa simpleza en cualquier parte del mundo: pongamos Asia o Brasil. Usted envía los planos y ellos le devuelven el producto empaquetado. Eso es lo que hace Airis con sus ordenadores. Pero ¿quién diseña esos productos? Gente de Guadalajara.

Un ejemplo más claro es el de los géneros de Carolina Herrera. Si damos la vuelta a las camisas veremos que están fabricadas en Singapur o en Malasia (lo siento por aquellos que pensaban que estaban hechas en Nueva York). La verdad es que da miedo dar la vuelta a cualquier producto porque, al final, siempre sale un país que no tiene nada que ver con la marca.

Eso significa que hemos entrado en la «Edad Conceptual». El término es de Daniel Pink, que lo bautizó en su original y divertido libro A whole new mind (Penguin), que yo traduciría libremente como Una nueva forma de pensar. El subtítulo del libro dice mucho más: «Por qué los que usan la parte derecha del cerebro conquistarán el futuro».

Es la creatividad en todos los órdenes de la vida lo que nos salvará a los bípedos occidentales. No sólo se emplea la creatividad para diseñar un buen coche, sino para lanzar un servicio rompedor. En EEUU hay una web llamada www.lowvantage.com que permite a los usuarios comprar por 14,95 dólares formatos de documentos legales de toda clase y ahorrarse los 100 o 200 euros por hora que nos clava un abogado por elaborar un documento que ya tenía grabado en su archivo de Word.

Estupendo, pensarán ustedes, ¿y cómo diablos activo yo la parte derecha de mi cerebro? ¿Hay electrodos para eso? ¿Podré hacerlo yo que soy un maldito lógico-racional?

A principios de los 70, la profesora de dibujo Betty Edwards se preguntaba lo mismo cuando veía las reacciones de los alumnos de su taller de arte. «Lo siento, no sé dibujar, decían los pobres». Para ella trazar un rostro era un don natural, y para otros era un esfuerzo insuperable y por esa razón abandonaban las clases.

Tras leer los trabajos de Sperry (al que le dieron el Nobel, por cierto), Edwards pensó: ¿y si les enseñara a dibujar con la parte derecha del cerebro? (así se llama su libro, Editorial Blume). Formuló un método que hoy se enseña en todos los talleres de arte del mundo y que ustedes pueden probar esta misma tarde, antes del partido de fútbol. Tomen una hoja de papel, un lápiz y una goma (menos de dos euros). Busquen un dibujo en cualquier libro de arte de su biblioteca o incluso del periódico. Cuando lo tengan delante, boca abajo (¡ustedes no!, ¡el dibujo!), empiecen a copiarlo. Dado que su mente racional no puede distinguir las formas que está copiando, se desactivará y entonces entra en funcionamiento la parte derecha. Háganlo lentamente. Y ahora, giren su papel y miren su trabajo. Y bien, habrán comprobado que saben dibujar mejor de lo que esperaban. ¡La humanidad está salvada!

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