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viernes, abril 14

Zaragoza desconocida: Real Maestranza de Caballería – Cuna de nobles, casa de hidalgos

(Un texto de Lara Cotera en el Heraldo de Aragón del 12 de octubre de 2013)

Es uno de los palacios más hermosos que conserva la ciudad y, además, el único que aún refleja cómo vivían sus moradores. Ahora, es testigo de las reuniones de los descendientes de los primeros infanzones aragoneses.

Si los muros de la Casa de Miguel Donlope hablaran, algunos libros de historia se quedarían cortos. La que hoy en la sede de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza, la histórica institución que guarda la estirpe de los primeros caballeros infanzones aragoneses, no solo mantiene intacta parte de la hermosura con la que la edificaron en el siglo XVI en el mejor enclave de la ciudad: junto a La Seo y al lado de la casa del Obispo. Esconde, además, decenas de rincones con las huellas de sus moradores, como el avezado Donlope, un judío converso, brillante letrado y erasmista, que escapó de las garras de la Inquisición convirtiéndose en familiar del Santo Oficio en Zaragoza.

Declarado Monumento Histórico Nacional por sus techumbres de madera y, en particular, por la de la caja de la escalera en forma de cúpula, este palacio renacentista atesora la que se piensa que es la primera gran representación del San Jorge en tela y las cuadras del siglo XVI mejor conservadas de la ciudad.

Sus escaleras aún crujen al paso de los caballeros y damas de la Real Maestranza, que primero alquilaron algunos de sus salones y luego compraron un palacete que han ido recuperando palmo a palmo. Ellos son los herederos de una saga que perdura desde el medievo, cuando, en el siglo XII, y tras la conquista de Alfonso I el Batallador, el espíritu caballeresco alimentó la creación de hermandades y capítulos nobiliarios.

De ahí, surgió el Capitol de Caballeros e Infanzones de la ciudad que, en el siglo XV, daría paso a la Cofradía de Justadores de San Jorge, encargada de organizar justas y torneos en Zaragoza, que llegó a tener su sede en el hoy desaparecido Palacio de la Diputación del Reino. Este cayó durante Los Sitios, precisamente un momento en el que algunos de los miembros de la Cofradía (como los Marqueses de Ariño, el Marqués de Todos o la Condesa viuda de Bureta) protagonizaron actos heroicos y por lo que fueron recompensados cuando Fernando VII elevó al rango de Maestranza a la cofradía aragonesa.

Hoy en día, se reúnen en sus salones los 160 caballeros y las 150 damas maestrantes que han podido demostrar la infanzonería de sus primeros cuatro apellidos, un trabajo arduo por el que, en algunos casos, se llegan a pagar más de 20.000 euros para que profesionales expertos reconstruyan y certifiquen la autenticidad de este pasado.

Los miembros de esta organización de hidalguía de primer orden aterrizaron en el hermoso palacio en el siglo XIX, cuando los marqueses de Ayerbe, que entonces tenían la propiedad de la casa, les alquilaron tres salas: las que fueron concebidas como soberbio salón de recepciones y dos habitaciones a los lados que eran, originariamente, el dormitorio del señor y el de la señora; aunque lo cierto es que la vida la hacían en una residencia mucho más caliente y acogedora que rodeaba el patio y que aún hoy puede visitarse. En 1912, compraron definitivamente la casa a la familia Jordán de Urriés.

Del palacio destacan sus fantásticas techumbres. También en la zona baja se esconden las mejores cuadras del siglo XVI que se han conservado (recientemente restauradas) y otras joyas: como el patio con enormes columnas de alabastro o una berlina que se usó en la boda de Alfonso XII.

Los maestrantes -que hoy en día tienen como teniente de hermano mayor a Pedro de Sancristóval y de Murúa y como fiscal a Luis Navarro Elola- tienen el privilegio de contemplar, entre otras maravillas; dos trajes originales del siglo XVIII que 'custodian' el que se piensa que es el primer repostero con la imagen de San Jorge y el dragón, del siglo XV. Soberbio, nadie sabe a ciencia cierta dónde estuvo, pero muchos creen que era el repostero de la capilla de San Jorge, en el malogrado Palacio de la Diputación del Reino.

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