El 29 y los bisontes
(Extraído de un artículo de Alberto Vázquez-Figueroa en el suplemento dominical de El Mundo del 29 de mayo)
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La culpa del crack del 29 la tuvo una brutal matanza de bisontes. Cuando los europeos llegaron a EEUU, el Medio Oeste (del río Misisipi a las Montañas Rocosas, y de los Grandes Lagos a la costa del Caribe), estaba conformado por una llanura inmensa donde la mayor altura no superaba los 50 mts. sobre el nivel del mar. Todo aparecía cubierto por un mar de hierba, donde habitaban los bisontes de los que se alimentaban los indígenas.
El bisonte tan solo muerde la parte fresca y superior de la hierba por lo que actua como una segadora. Como las gigantescas manadas siempre marchaban hacia delante, las praderas se mantenían como un hermoso jardín bien segado.
Pero un buen día un estúpido general racista concibió la brillante idea de acabar con los salvajes arrebatándoles su principal fuente de alimentos. En poco más de treinta años se masacraron casi 100 millones de bisontes de los cuales se aprovechó sólo la lengua desperdiciando miles de toneladas de carne. Luego llegaron miles de labradores que trazaron largos surcos con sus arados sin darse cuenta de que la tierra era casi tan fina como el polvo, y sólo las raíces de la hierba la mantenían pegada al suelo evitando la erosión.
Se volteó la tierra y se expuso al aire. De modo que, a principio de los 20, cuando sopló demasiado viento, se formó el gran cuenco del polvo, que giró y giró ocultando el sol durante años. Sobrevino una terrible sequía; los granjeron pidieron créditos para salvar sus cosechas confiando en que la situación mejoraría. Pero no fue así y la mayor parte de los agricultores tuvieron que emigrar a California, tal como refleja John Steinbeck en Las uvas de la ira.
Al no poder pagar sus créditos a los bancos agrícolas, éstos se quedaron con millones de hectáreas improductivas. Acabaron quebrando. Como también pidieron créditos a los bancos comerciales, los arrastraron en su caída. Todos aquellos que solían guardar su dinero en los bancos vieron cómo desaparecían sus ahorros y se dedicaron a invertir en bolsa, que empezó a hincharse como una gigantesca burbuja.
En octubre de 1929, un judío inglés que poseía una inmensa cantidad de acciones, se percató de la catástrofe y decidió vender. Bastó con que un solo hombre quitara una carta para que el castillo de naipes se viniera abajo y el crack supusiera una crisis total para EEUU.
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La avaricia y la falta de respeto a nuestro entorno nos conducen a la ruina: la diferencia entre una vaca y una cabra es que la cabra arranca la raíz, mientras que la vaca trisca la hierba y respeta la raíz. Las cabras, al igual que los seres humanos, acaban viviendo en lugares inhóspitos porque los vuelven inhóspitos.
Etiquetas: Economía para curiosos
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