Por el Golfo de Nápoles I

(Extraído de un artículo de Pau Arenós en el suplemento Dominical de El Periódico)

Limones enormes como cabezas de niños, "limoncello", lujo, riqueza, ostentación y un monumento dedicado a Lenin en Capri. Un viaje [...] a las tres islas del Golfo de Nápoles.

El plan parecía perfecto: viajar a las islas del golfo de Nápoles con un grupo internacional de escritores para aplaudir un festival de literatura y gastronomía. A la postre no hubo festival, apenas literatura, poca gastronomía y una organización tortuosa [...]. Pero las islas de Capri, Ischia y Procida; los insulares, los paisajes rotundos, el mar de limón, la pizza margarita, [...] no eran culpables de la fatalidad, sino el argumento para transfonnar las nubes negras en un sol de menta.

Nápoles
Nápoles en domingo, y porla tarde, es como el Vaticano en agosto. Apenas se detecta la actividad de los habituales. Ni motos peligrosas y navajeras ni carteristas pulposos ni esa pobreza que algunos intelectuales con botines consideran decorativa e inspiradora. Un paseo por la calle de Toledo. Un vistazo a los huesos de San Genaro (la sangre licuada, oculta a la vista de los extraños,ya gazpacho). Entrar y salir de la sombra de algunos callejones leprosos.

Persignarse ante un altar con una Virgen y la fotografia descolorida de aquel Maradona del calcio (goleado en el Mundial, aún más desdibujado). Observar con discreción al hombre que alimenta a las palomas con espaguetis. Leer temeroso un anuncio camorrista o camorrero pintado en una pared: "Si tiras la basura, te cortamos la cabeza". Glups.

Subir las colinas camino del Gran Hotel Parker's, su principesca decadencia y la alfombrada vista sobre el golfo con un taxista golfo ("la mafia es el Estado") que te arranca de la mano el billete de 20 euros.

Cenar en la pizzería Gorizia [...]. Unas frituras blandengues de pescado y una pizza margarita aceptable en la ciudad parque de atracciones de la masa horneada y cubierta con mozzarella, tomate y albahaca. Varios restaurantes, organizados en lobby, se atribuyen la protección y pureza de la vera pizza napoletana.

[...]

PROCIDA
[...] Procida es la más pequeña de las tres islas turisticas del golfo. Limones, limones gordos como cabezas de niños con ictericia. Visitar un limonar es imprescindible, un acto cultural equiparable a contemplar un Caravaggio. En vía Faro, el señor Geppino cultiva esos cítricos astrales con los que elabora un limoncello bautismal..

Bebes un par de vasitos y reclamas a Berlusconi para cantar unas napolitanas. "Es el más grande del mundo". Se refiere al limón. Berlusconi no agrada en esta roca demasiado alejada de la Roma Imperial. "Conseguimos tres cosechas. El huerto está emparrado y cubierto para protegerlo del viento". Si cae una de las frutas te descalabra. "La fórmula de este limoncello es un secreto muy antiguo. Hay que servirlo muy frío". El secreto de la bebida son los 28 grados de alcohol.

Geppino propone dar un bocado a un limón. ¡Anda ya!Ysí y es... extraordinario. La pulpa, dulce, fresca, perfumada, acogedora. Ningún rostro ácido o estremecido. Teresa, la esposa, sirve los gajos en ensalada con menta, aceite, sal, azúcar, el toque malvado de la guindilla. Un descubrimiento gourmet, un consuelo
antes de la nefasta cena en un restaurante de Anacapri, donde servirán salmón ahumado noruego. Pobre Mediterráneo, repleto de buenos peces sin humo.

De vía Faro a la playa de Pozzo Vecchio, que acogió parte del rodaje de la película El cartero, rebautizada Spiaggia del Postino, y aquél bandoneón que entristecía los versos de Pablo Neruda. El poeta es un personaje de este mar, alojado en Capri con Matilde Urrutia para escribir, capitán él mismo, Los versos del
capitán. De pasada, sin bajar del taxi 22, la villa en la que Elsa Morante, entonces casada con Alberto Moravia, soñó La isla de Arturo. Escritores fantasmales, entrevistos por una ventanilla.