Cambio de hora: un ahorro peculiar

(La columna de Pablo Rodriguez Suanzes en el suplemento dominical de El Mundo del 4 de abril de 2010)

[...]¿Por qué se cambia la hora dos veces al año? Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (Idae), que depende de Industria, "El cambio de hora comenzó a generalizarse [...] a partir de 1974, cuando, con la primera crisis del petróleo, algunos países decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación" (www.idae.es). Idae estima que de esa forma se ahorran hasta 300 millones de euros cada año.

Aunque las civilizaciones antiguas ya habían advertido las diferentes duraciones del día, y se ajustaban a
ellas, el primero que se dio cuenta del potencial ahorrador del cambio de hora en los tiempos modernos fue Benjamin Franklin, quien lo expresó en una carta al director de The Joumal of Paris en 1784 (http://www.webexhibits.org/daylightsaving/franklin3.html). Su propuesta era madrugar más, despertando a la gente con repique de campanas o cañonazos, para así usar menos velas por la tarde. El Parlamento británico llegó a aprobar medidas a principios del siglo XX, pero hasta que la necesidad no obligó, en las
guerras mundiales, se retrasó su puesta en práctica (http://www.energy.ca.gov/daylightsaving.html).

En 2008, Matthew J. Kotchen y Laura E. Grant, de la Universidad de California en Santa Bárbara, publicaron un paper demoledor utilizando datos del Estado de Indiana. Su ilusión: cambiar la hora no sólo no ahorra, sino que aumenta la demanda energética y la contaminación (http://www.nber.org/papers/w14429). Uno de los motivos, como apunta Javier Sala i Martín, es que mientras en la época de Franklin el consumo principal era de luz, ahora la calefacción y el aire acondicinado gastan mucho más. Para gastar menos, una opción es la de eliminar husos horarios a pares, como en Rusia.