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miércoles, octubre 31

¿Ayuda el sueño a finar en la memoria lo aprendido?

(Un artículo de Nuria Baena en El Mundo del 2 de mayo de 2010)

Grabar la lección en una cinta y dormirse escuchándola o dar un rápido repaso a los libros en mitad de la noche son técnicas que usan estudiantes de todo el mundo y cuya base científica parece cada vez más demostrada, dado el creciente número de investigaciones que avalan el papel del sueño en el aprendizaje. Como explica César Viteri, miembro del Departamento de Neurología de la Clínica Universitaria de Navarra, «existe evidencia científica sólida sobre el papel del sueño en la formación de los recuerdos». Por su parte, Alejandro Iranzo, del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y el Sueño de la Sociedad
Española de Neurología, aclara que cuando dormimos se produce una reorganización en el cerebro en la que se selecciona lo aprendido y se guarda en la memoria.

Un trabajo de la Escuela de Medicina de Harvard (Estados Unidos) publicado en Current Biology defiende que quienes duermen una siesta tras aprender una tarea (como encontrar un camino en un laberinto tridimensional) y sueñan con ella, la ejecutarán mejor tras despertarse que quienes no han dormido o soñado con lo aprendido. Otro estudio de la Universidad de Berkeley concluyó que quienes durmieron una siesta de 90 minutos tras estudiar 100 rostros y nombres recordaron un 10% más que antes de dormir, mientras que los que no descansaron recordaron un 10% menos que por la mañana.

Muchos trabajos sobre el tema destacan la importancia de dormir poco tiempo después de aprender algo, ya que sería en ese corto lapso de tiempo cuando el saber se fija en la memoria. Como aclara Viteri, «investigaciones recientes han aportado evidencia de que la consolidación de la memoria ocurre también en vigilia, que la consolidación se inicia inmediamente después de la adquisición de la información y que ocurre durante los estados de reposo, caracterizados por una disminución del procesamiento sensorial y cognitivo». Una investigación realizada en la Universidad de Arizona (EEUU) realizó un experimento con un grupo de 48 bebés de 15 meses de edad, que escucharon de forma repetida frases de un idioma falso. Quienes dormían entre cuatro y ocho horas tras escucharlas (un tiempo según los investigadores lo suficientemente breve para que pudieran retener lo aprendido) las asimilaban mejor que quienes no habían dormido, porque tendrían más capacidad de abstraer conocimientos. Por otra parte, científicos de la Universidad de  Pensilvania (EEUU) descubrieron que los ratones entrenados sobre una tarea concreta recordaban mucho mejor lo que se les enseñaba si dormían inmediatamente después del adiestramiento. Los autores defienden
que dormir en las cinco horas siguientes al aprendizaje sería esencial para fijar los conocimientos.

Las investigaciones han demostrado que el sueño no es un mero mecanismo de relax y desconexión de nuestra mente, sino que durante el mismo tienen lugar mecanismos en los que la información recién adquirida es reprocesada, dando lugar a lamemoria a largo plazo y consolidándola al tiempo que se restauran ciertas conexiones neuronales importantes, formando nuevos circuitos y favoreciendo la plasticidad cerebral. Por el contrario, la falta de sueño detendría la producción de neuronas en el hipocampo debido a un aumento en la producción de hormonas del estrés como la corticoesterona, tal y como sostiene un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences y realizado con ratas por investigadores de la Universidad de Princeton.