Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

martes, noviembre 13

Economistas con el pie cambiado

(Un artículo de Robert J. Samuelson en el suplemento económico de El Mundo del 12 de julio de 2009)

Niall Ferguson es un personaje poco corriente: un académico respetado que también es un polemista de éxito.  Ferguson, británico, ha enseñado en Oxford, la Universidad de Nueva York y ahora Harvard. Ha escrito acerca de la Primera Guerra Mundial, el Imperio Británico y los Rothschild (la dinastía bancaria más poderosa de Europa). Ha convertido cuatro de sus proyectos en documentales para la televisión, el más reciente de los cuales -El ascenso del dinero, que también es un libro- empieza a emitirse en la cadena pública el 8 de julio. Es un programa que sería útil que fuera seguido por los alrededor de 13.000 economistas de América. 

Uno de los argumentos secundarios intrigantes de la crisis económica es el fracaso de la mayor parte de los economistas a la hora de predecirla. Estamos inmersos en la crisis económica y financiera más espectacular de las últimas décadas -probablemente desde la Gran Depresión- y el único colectivo que dedica la mayor parte de sus horas laborales a analizar la economía no la vio venir. Oh, unos cuantos pueden reivindicar cierta previsión. Pero son una minoría. La mayor parte fue sorprendida, igual que el resto de nosotros. 

¿Por qué? Esta es la pregunta de rigor sin -a fecha de hoy- una respuesta rigurosa. En la práctica, en cuanto a lo que he visto, los economistas no han realizado un ejercicio riguroso de autocrítica para explicar su lapso. Hemos visto algunas teorías puntuales y algunas recriminaciones partidistas: «La ideología del libre mercado» es el chivo expiatorio estándar que opera bajo la premisa de que la mayoría de los economistas son «ideólogos del libre mercado». Pero eso no es cierto. En cualquier caso, la crisis sorprendió a los economistas conservadores y a los izquierdistas, a republicanos y demócratas por igual. 

Esto me conduce de vuelta a Ferguson. La creación del dinero fue un acontecimiento histórico determinante; también lo fue la posterior invención de las finanzas, el ahorro y la inversión del dinero. Sin ellos, nunca podríamos haber pasado del trueque a una economía moderna basada en la especialización y el ahorro para el futuro. Pero estos avances se produjeron entrelazados con burbujas, descalabros, fraudes e hiperinflaciones. Las finanzas han sido fuente de progreso e inestabilidad a la vez. 

Ferguson es un guía capaz. Relata la creación del mercado de bonos por las ciudades-estado italianas del siglo XIV como una manera de financiar sus guerras entre sí; explica las burbujas de la compañía South Sea y Mississippi en Inglaterra y Francia en torno a 1720 (manipulaciones del mercado basadas en las riquezas soñadas del Nuevo Mundo); y finalmente, se detiene en la reciente burbuja inmobiliaria. 

El trepidante recorrido de Ferguson sugiere dos motivos de que la presente crisis avergüence a la mayor parte de los economistas. El primero implica al propio sector de las finanzas. La crisis se originó en los mercados financieros (los mercados de acciones, bonos y muchos títulos complejos), y aun así las finanzas ocupan una posición accesoria en la economía de referencia. Son estudiadas por una subfamilia de economistas, y los mercados financieros -sus subidas, bajadas y efectos colaterales- no son considerados grandes fuentes de expansiones y contracciones económicas. Los economistas tienden a centrarse directamente en el gasto del consumidor, las empresas y el Gobierno. También estaba ampliamente asumido que la protección de depósitos y la Reserva Federal existente evitarían los episodios de pánico financiero.

En realidad, si usted resta importancia a los mercados financieros y los mercados financieros son decisivos, está usted con el pie cambiado. Los mercados financieros inflaron la verdadera burbuja inmobiliaria; el mayor nivel de riqueza inmobiliaria y accionarial despertó la ampliación del gasto del consumidor; las pérdidas en los títulos hipotecarios de riesgo provocaron el derrumbe de la confianza. Algunos economistas han reconocido el error a regañadientes, si bien de forma disimulada. Un estudio del Fondo Monetario Internacional llamado Lecciones iniciales de la crisis admite que «Se produjo una valoración a la baja de los riesgos para el sistema proveniente de las manifestaciones del sector financiero en la economía real». Eso es un eufemismo. 

Eclipsando la interpretación errónea del sector financiero hay un error más extendido: ignorar la historia. En general, a la mayor parte de los economistas no les preocupa gran cosa. La bibliografía universitaria de introducción dedica poco espacio, si es que dedica alguno, a explorar los ciclos económicos del siglo XIX. El acento se pone en «los principios de la economía» (el título de muchos textos básicos), como si la mayor parte de ellos fueran inmutables. Los economistas se centraron en levantar modelos matemáticos elegantes. «Durante años los teóricos dominaron el terreno», escribe el historiador económico Barry Eichengreen, de la Universidad de California en Berkeley. «Fueron los miembros de mayor prestigio de la profesión». 

La historia es caótica y en cambio permanente, como recuerda Ferguson. Depende de las instituciones, las tecnologías, las leyes, los valores culturales y religiosos, los gobiernos, las opiniones generalizadas y mucho más. La creación de modelos y teorías a veces puede simplificar el mundo real en sentidos que proporcionan nociones básicas. Pero, con frecuencia, las premisas de los modelos se alejan de manera tan radical de la realidad que las conclusiones se vuelven inútiles. Alguien que estudia la historia se vuelve humilde ante los cambios incesantes y la mezcla caprichosa de incentivos. 

Los economistas pensaron haber solucionado el problema de la estabilidad económica. Sus herramientas bastaban para evitar el colapso económico extendido, incluso si no podían controlar cada giro del ciclo económico. Este engaño puede haber sido real hace mucho. Ya no. Los mercados se volvieron más complejos, mayores sumas cruzan fronteras nacionales, la gente se acomoda. La historia pasó página, pero los economistas no.  

Etiquetas: