Jerónimo de Ayanz, inventor de la primera máquina de vapor III
La fuerza del vapor de agua era conocida desde
tiempos remotos. El primero en utilizarla fue Herón de Alejandría, en el siglo I. Mucho
después, en el siglo XII, consta que en la catedral de Reims había un órgano
que funcionaba con vapor. Los trabajos sobre la materia prosiguieron tanto en
España como en Francia e Inglaterra. Lo que se le ocurrió a Ayanz fue emplear
la fuerza del vapor para propulsar un fluido (el agua acumulada en las minas)
por una tubería, sacándola al exterior en flujo continuo. En términos
científicos: aplicar el primer principio de la termodinámica -definido un siglo
después- a un sistema abierto. Además, aplicó ese mismo efecto para enfriar
aire por intercambio con nieve y dirigirlo al interior de las minas,
refrigerando el ambiente. Ayanz había inventado el aire acondicionado. Y no fue
sólo teoría: puso en práctica estos inventos en la mina de plata de
Guadalcanal, en Sevilla, desahuciada precisamente por las inundaciones cuando
él se hizo cargo de su explotación.
Don Jerónimo inventó
otras muchas cosas: una bomba para desaguar barcos, un precedente del
submarino, un traje de buceo (ese que veíamos al principio de nuestra
historia), una brújula que establecía la declinación magnética, un horno para
destilar agua marina a bordo de los barcos, balanzas "que pesaban la
pierna de una mosca", piedras de forma cónica para moler, molinos de
rodillos metálicos (se generalizarían en el siglo XIX), bombas para el riego,
la estructura de arco para las presas de los embalses, un mecanismo de
transformación del movimiento que permite medir el denominado par motor es decir,
la eficiencia técnica, algo que sólo siglo y pico después iba a volver a
abordarse... Hasta 48 inventos le reconocía en1606 el privilegio firmado por Felipe
III. En aquel documento, el rey concedía a don Jerónimo la
propiedad sobre esos inventos durante 20 años.
Ayanz murió demasiado pronto
para gozar de esos 20 años de patente. Desde 1608 se había dedicado a la
explotación privada de un yacimiento de oro cerca de El Escorial y a la
recuperación de las minas de Guadalcanal, las mismas donde había aplicado por
primera vez en el mundo una máquina de vapor. Pero enfermó gravemente. El 23 de
marzo de 1613 moría en Madrid. Sus restos se trasladaron a Murcia, la ciudad
que había gobernado. Hoy están inhumados en su catedral.
Mientras tanto, la técnica del vapor siguió su
camino. El inglés Somerset, sobre los trabajos de Ayanz, diseñó una máquina que
a su vez le será copiada por el también inglés Savery y que se aplicó
igualmente a la minas. El francés Papin, el alemán Leibniz, el inglés Newcomen...
esos son los nombres del camino que lleva a la máquina de vapor atmosférica en
1712, antes de la máquina de Watt con condensador incorporado. Así empezaría la
revolución industrial.
Don Jerónimo de Ayanz y Beaumont fue
uno de los mayores talentos de la historia de España. Para saber más sobre él,
hay que leer el libro de don Nicolás García Tapia Un
inventor navarro: Jerónimo de Ayanz
y Beaumont (1553-1613), de la Editorial Gobierno de
Navarra, Pamplona, 2001. En muchos de sus planteamientos, Ayanz
se
adelantó dos siglos al nivel tecnológico de su tiempo. Algunos de sus inventos
se hicieron de uso común; otros tendrían que esperar siglos para ser llevados a
la práctica, porque no se contaba con los materiales adecuados ni se conocía
bien el principio científico que los animaba. En todo caso, su obra habría sido
imposible si la España de los siglos de oro no hubiera poseído un nivel
científico muy superior al que la historia convencional nos cuenta. Y a
don Jerónimo
hay
que recordarle como lo que fue: un verdadero genio. Hoy existe en Navarra un
centro de I+D que lleva su nombre. ¡Qué menos!
Etiquetas: Grandes personajes
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